— ¡Lo más probable es que haya sido mi hermano! —gritó Leonardo— Se quedó tres días conmigo porque su casa quedó inundada por una tubería rota.
— ¿A sí? —preguntó ella, levantando su ceja derecha, sin creerle nada— ¿Y por qué me entero ahora de esto?
— ¿Por qué crees, Valeria? —respiró hondo— ¿A caso tú me cogías el teléfono? No, verdad —replicó—. Estabas bastante ocupada haciéndote ideas equivocadas de mí como para hacerlo.
—Y tú, ¿que querías que hiciera? —preguntó de vuelta— ¿Que estuviera sumamente encantada de tomarte la llamada cuando encontré esos mensajes en tu maldito teléfono? —preguntó, el sarcasmo desbordándose de sus labios— Y luego de que, además de todo, cuando al fin voy a tu casa a hablar de lo ocurrido te encuentro ¡a ti! —lo señaló, haciendo énfasis en ello— teniendo sexo en tu despacho con aquella estúpida que no paraba de gemir como una maldita grabadora barata.
— ¡Que no fui yo, te digo! —siguió negándolo— Además, ¿es que se te ha olvidado que mi maldito hermano se llama Leonel? —dijo, al tiempo que tomaba su teléfono— Pero no te preocupes, resolveremos esto ahora mismo —declaró, decidido.
Marcó unos números en su teléfono y luego puso el altavoz.
— ¿Qué tal, hermano? —respondió Leonel— ¿Ya encontraste a tu princesita?
—Sí, ya la encontré —respondió Leonardo mientras ella se quedó de pie, sin saber qué hacer, más que escuchar aquella conversación que seguramente habría sido planeada por ellos—. ¿Por casualidad conoces a una chica llamada Katia?
—Sí, estoy saliendo con una chica llamada Katia, ¿por qué? —dijo Leonel, extrañado, no le había hablado a su hermano de ella.
Leonardo levantó sus cejas en dirección a Valeria.
— ¿La llevaste a mi apartamento en los días que te quedaste conmigo? —preguntó— ¿O llevaste a alguna otra? —siguió cuestionando, aun viéndola fijamente.
—Sí, ¿cómo lo sabes? —rio, divertido— Pensé que había sido discreto.
—Bueno, Valeria llegó al departamento ese día y terminó conmigo por tu maldita culpa. También leyó unos mensajes en tu teléfono pensando que era el mío por lo que, ahora cree que la engaño —bufó—. Cuando fue al apartamento, para hablar conmigo sobre los mensajes, entró al despacho y los vio a ustedes teniendo sexo y por supuesto pensó que era yo.
— ¡Rayos! La inocente Valeria leyó esos mensajes y ¿además de todo nos vio? —rio nuevamente— Su mente debe estar perturbada —siguió riendo— ¿En serio terminó contigo? —preguntó, poniéndose más serio— Lo siento, hermano. Me olvidé que Valeria siempre entra al apartamento con su llave.
—No importa hermano, hablamos más tarde.
—Está bien, cualquier cosa me llamas, y si tengo que hablar con mi cuñada, lo hago —dijo, dispuesto a resolver aquel embrollo que había causado sin siquiera saberlo—. Lamento que esto haya pasado, no debí llamar a Katia cuando estaba allí pero es que esa chica me pone a mil —rio otra vez.
— Hablamos luego —colgó Leonardo, obviando la vida sexual de su hermano.
Al hacerlo, la miró, decidido.
—Ahora, ¿me vas a creer o tengo que hacer algo más? —dijo, secamente.
—No creo que eso sea verdad —dijo ella—. Esto podría ser una más de tus manipulaciones. Sabías todo, el por qué me marché, y has planeado esto con tu hermano para que me crea tus mentiras.
— ¡Esto es el colmo, Valeria! —gritó— ¿Sabes qué? Cree lo que quieras. Porque esto es algo que esperabas desde el día en que empezamos a salir —se estrujó el pelo, como siempre que las situaciones le sobrepasaban—. ¿A caso crees que no sé todo lo que tus amigas te han dicho de mí? Leonardo es un mujeriego, te va a montar un millón de cuernos, no estés con él... y sé que siempre has esperado esto, porque aunque desde el momento en que empezamos te he sido fiel y he hecho absolutamente todo para hacerte feliz, en el fondo no crees en mí. Nunca lo has hecho. No crees que haya cambiado porque ¿Cómo puede un mujeriego cambiar de la noche a la mañana?
Recogió con furia su bulto y le dio una última mirada.
— ¡Cuídate mucho, Valeria!
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¡Vete A La Mierda! ©
Cerita PendekValeria Pimentel está recién comprometida con su novio de hace cinco años, Leonardo. Todo marcha bien hasta que unos mensajes cambian el curso de todo. [...] PROHIBIDA COPIA Y/O ADAPTACION DE ESTA OBRA #NoAlPlagio