Epílogo

39 2 0
                                        

Al abrir los ojos todo cambió.

A cualquier lado que mirara era lo mismo, un blanco total, mi uniforme había sido cambiado por una camiseta, un pantalón y unos zapatos blancos, me puse de pie y caminé unos pasos, las heridas que la tarde anterior me habían causado agonía hoy no existían, las imágenes aun borrosas en mi mente seguían pasando una y otra vez, no estaba seguro de que sucedía o donde me encontraba, el recuerdo de Henry riendo, la granada en mi mano y el rostro aterrado de las diecisiete personas dentro rondaba mi cabeza una y otra vez.

-Si no dejas fluir el recuerdo te seguirá atormentando -Dijo una voz detrás de mi.

Me di la vuelta muy pronto y vi a Henry parado frente a mi con una sonrisa, detrás de el dos figuras también me sonreían, personas que no conocía pero reconocí aún así, por sueños lejanos en los que aun se aparecían.

Un hombre alto, fornido, de piel mediterránea y cabello oscuro como la noche y a su lado una mujer de baja estatura, delgada, con un cabello castaño hasta la espalda y unos ojos tan azules como el zafiro que me miraban fijamente.

Mi padre, mi madre y mi abuelo estaban ahora frente a mi, ni en sueños pude imaginarlo pero al fin estaba reunido con mi familia, los abracé sin la menor duda y ellos correspondieron el abrazo, apenas si pude contener las lágrimas.

Sentí que pasamos horas hablando sobre nosotros, contando las historias que no habíamos escuchado y riendo sin parar, quizá la muerte no fuese tan mala, quizá ahora podría estar en paz con mis seres queridos, pero aún sentía un pequeño hueco dentro de mi, aún faltaban cosas por resolver, Henry me miro fijamente y con una sonrisa pidió permiso para llevarme.

-¿A donde vamos? -Pregunté un poco desanimado.

-Hay algo que tienes que ver antes de quedarte en este lugar por siempre.

Asentí con la cabeza, nuevamente todo era blanco y solo eramos el y yo, duramos poco tiempo cuando como por arte de magia todo a nuestro alrededor se desvanecía conforme avanzábamos como si se tratara de una neblina pasajera dejando ver del otro lado niños jugando, arboles creciendo y muchas personas reunidas alegremente festejando como si se tratara de un día de campo, se respiraba felicidad.

Caminé por entre las personas con Henry detrás de mí, todos sonreían y se divertían, comencé a correr junto a un grupo de niños hasta que tropecé con una roca de forma extraña, me levanté un poco confundido y la revise más a detalle, era una lápida con un grabado muy peculiar que dictaba:

"La libertad es un derecho para todos"

Steve Miller 2517-2536

Diane Riley 2518-2536


Me quede paralizado por un instante, alce la mirada y había más, muchas más, todas tenían la misma frase "La libertad es un derecho para todos" seguí caminando lápida tras lápida y en el centro había una escultura, era el Lealtad, mi viejo buque, junto a él estábamos Henry, Diane, Helen, Colín, Mis padres y yo. Al pie de la escultura, grabado en una placa, se leía:

"Nuestras acciones valen tanto como nuestras decisiones, siempre con lealtad hacia lo correcto"

Un hombre se paro junto a mi mientras leía esto ultimo y sonrió, era Colín, sabia que no podía verme o sentirme pero me dio igual y tomé su hombro, una mujer se acercó a el y lo abrazó, era Helen, dos niños pequeños también se acercaron, un niño de unos ocho años aproximadamente y una niña de cinco, eran una familia, me quede un instante con ellos hasta que Henry se nos unió.

-No me veo tan gordo en la realidad ¿Verdad?

-No, claro que no -Respondí con tono de humor -¿Cuanto tiempo he pasado inconsciente?

-Bastante -Admitió -Colín rechazó el puesto de emperador y volvimos a la democracia en todo el planeta, solo que ahora no existen las naciones, no existen las diferencias, todos somos humanos y ahí termina el asunto, llamó a su hijo Steve y a su hija Diane en su honor.

-Eso fue un gran gesto -Admití

-¿Listo para volver? -Preguntó Henry alejándose a mis espaldas.

-No lo se, yo... -Estaba a punto de responderle cuando unas manos delicadas cubrieron mis ojos.

-¿Escuche que buscas a Diane Riley? -Me volteé y ella me sonrío- por que se donde puedes encontrarla.

La abracé con todas mis fuerzas y la bese en repetidas ocasiones.

-Te mentiría si te digo que no.

-Y ¿Por que me estas buscando?

Preguntó recargada sobre mi pecho y tomando mis dos manos para entrelazarlas con las suyas.

-Por que te amo.

Caminamos alejándonos hacia una eternidad juntos, quizá la vida no se trate de cuan famoso, popular, adinerado o poderoso seas, sino de cuan querido, amado y respetado. No se trata de controlar todo y a todos, sino simplemente de controlar tus sentimientos y tu actitud hacia los demás, con buenas acciones y acertadas decisiones, siempre con Lealtad hacia lo correcto.

New EmpireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora