-Mira, ¿Qué te parece ése? dice Zoey –señala a un chico, bailabien, moviéndose con los ojos cerrados, como si fuera la únicapersona en la pista, como si no necesitara nada más que la música,viene todos los fines de semana, no sé cómo hace parafumar porros aquí sin que lo echen, está bueno, ¿no?
-No quiero un drogadicto.
-Ella me mira con el ceño fruncido- ¿De qué coño estás hablando?, si está genial.
-no me recordará, y tampoco quiero ningúnborracho.
Zoey deja su bebida sobre la barra con un golpe.- Espero que no estés pensando en enamorarte. No me digasque está en tu lista.
- No, en realidad no.
- Bien, porque detesto recordarte que no tienes tiempo paraeso. ¡Ahora, ven, empecemos de una vez! -Me arrastra hacia la pista., nos acercamos al ''drogadicto'' para quese fije en nosotras y nos ponemos a bailar, y es genial, es como pertenecer a una tribu, con todos moviéndonosy respirando al mismo ritmo.
La gente se mira, examinándoseunos a otros, nadie puede evitarlo, digo estar aquí, un sábado por la noche, bailando y atrayendo lasmiradas de un chico con el vestido de Zoey... Algunas chicas nuncaviven algo así, ni siquiera esto, sé lo que ocurrirá después porque he tenido mucho tiempopara leer y conozco los pasos, el ''drogadicto'' se acercará más para vernosbien, Zoey no lo mirará, pero yo sí, mantendré la mirada un segundo más y él se inclinará haciamí y me preguntará mi nombre. "Tessa", le diré, y él lo repetirá: ladura T, la doble s silbante, la esperanzada a, yo asentire con la cabezapara expresar que lo ha entendido bien, que me gusta lo dulce ynuevo que suena mi nombre en su boca, entonces él extenderá las manos con las palmas hacia arriba, como diciendo: "Me rindo,¿qué puedo hacer con tanta belleza?", yo sonreiré tímidamente y miraré al suelo, eso le indicará quepuede abordarme, que no voy a morderlo, que conozco el juego, me rodeará con sus brazos y luego bailaremos juntos, con mi cabezasobre su pecho, escuchando su corazón, el corazón de undesconocido, pero no es eso lo que ocurre, he olvidado tres cosas, he olvidadoque los libros no son reales, también que no tengo tiempopara coquetear, Zoey sí lo recuerda, ella es la tercera cosa que heolvidado, y actúa.
-Ésta es mi amiga –le grita al ''drogadicto'' para hacerse oír-
-Se llamaTessa, y le gustaría fumar un poco de ese porro.
-Él sonríe, le tiende el canuto, nos observa, demora la miradaen la melena de Zoey.
-Es hierba pura -me susurra ella.
-Sea lo que sea, es denso y me pica en la garganta, me hace toser,me marea, se lo paso a Zoey, que aspira el humo con fruición yluego se lo devuelve.
Ahora los tres estamos juntos, moviéndonos juntos, notandoel ritmo del bajo a través de los pies y hasta la sangre. Imágenescalidoscópicas parpadean en las pantallas de vídeo de las paredes.El canuto va de mano en mano, no sé cuánto tiempo pasa, horas quizá, minutos, sé que nodebo parar, eso es todo lo que sé, si sigo bailando, los oscuros rinconesde la sala no se me echarán encima, y el silencio entre unacanción y otra no será tan estentóreo, si sigo bailando, veré denuevo barcos en el mar, saborearé berberechos y buccinos y oiré elcrujido que emite la nieve cuando es pisada por primera vez, en un momento dado, Zoey me alarga un nuevo canuto.
- ¿Te alegras de haber venido? –me dice, articulando exageradamentepara que le lea los labios.
Hago una pausa para dar una jalada, y me detengo estúpidamenteun segundo de más, olvidando moverme, y ahora el hechizose ha roto, intento recobrar algo de entusiasmo como sea, peronoto como si tuviera un buitre posado sobre el pecho, Zoey, el ''drogadicto'' y todos los demás que bailan están muy lejos,son irreales, como un programa de televisión, ya no espero sentirmeincluida.
- Vuelvo enseguida –le digo a Zoey.
En la quietud de los servicios, me siento en la taza y me mirolas rodillas, si me subo un poco más el minúsculo vestido rojo, meveo el vientre, aún tengo manchas rojizas en el estómago, yen losmuslos, tengo la piel tan seca como un lagarto, por más cremaque me ponga, en los brazos se adivinan las marcas de las agujas, termino de orinar, me limpio y me bajo el vestido.
Cuandoabandono el cubículo, Zoey está esperándome junto al secador demanos, no la he oído entrar, sus ojos son más oscuros que antes, me lavo las manos muy despacio, sé que me está observando.
-Tiene un amigo –dice-
-Su amigo es más guapo, pero puedesquedártelo, ya que es tu noche especial, se llaman Scott y Jake, yvamos a ir con ellos a su casa.
Me agarro al borde del lavabo y me miro la cara en el espejo, mis ojos me resultan extraños.
-Uno de los chicos se llama Jake.
- A ver –me espeta Zoey, molesta.- ¿quieres sexo o no?
La chica que está en el lavabo me mira de reojo, quiero decirle que no soy lo que piensa, en realidad soy muysimpática, seguramente le caería bien, pero no hay tiempo paraeso, Zoey me saca de los servicios y me arrastra de nuevo hacia labarra.
- Ahí están, ese es el tuyo.
El chico que me señala tiene los pulgares metidos en el cinturóny las manos abiertas sobre la entrepierna, parece un vaquerocon la mirada perdida, no nos ha visto, así que me planto.
-No puedo hacerlo.
- ¡Sí puedes! ¡Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver!
-¡No, Zoey!La cara me arde, me pregunto si hay forma de respirar aire allídentro. -¿Dónde está la salida?Ella me mira con ceño.
- Tú me has pedido esto. ¿Qué se supone que debo hacer ahora?
-Nada. No tienes que hacer nada.
- ¡Eres patética! –Me mira sacudiendo la cabeza y se aleja indignadapor la pista de baile en dirección al vestíbulo.
Salgo corriendo detrás de ella y veo el resguardo de mi abrigoen su mano.
- ¿Qué haces?
-Recoger tu abrigo, te buscaré un taxi para que te vayas a casa.
-¡No puedes irte con ellos dos tú sola, Zoey!
-Yo lo creo que sí, abre la puerta y sale a la calle.
Afuera reina el silencio ahoraque ya no hay cola, y no se ve ningún taxi. En la acera, unas palomaspicotean los restos de pollo de un envase.
-Por favor, Zoey, estoy cansada. ¿No puedes llevarme tú?
-Siempre estás cansada –replica encogiéndose de hombros.
-¡Deja de ser tan desagradable!
-¡Y tú deja de ser tan aburrida!
-No quiero irme con unos desconocidos a su casa. Podría pasarcualquier cosa.
-Bien. Espero que pase, porque de lo contrario no pasará absolutamentenada.
Me quedo cohibida, temerosa de pronto.
-Quiero que sea perfecto, Zoey, si me acuesto con un chico alque ni siquiera conozco,¿En qué me convertiré? ¿En una fulana?Se gira hacia mí echando chispas por los ojos.
-Te hará sentir viva, si te metes en un taxi y vuelves a casa contu papá, ¿en qué te convertirás?Me imagino metiéndome en la cama, respirando el aire estancadode mi habitación toda la noche y despertando por la mañanasin que nada haya cambiado.Zoey ha vuelto a sonreír.
-Vamos, podrás tachar el primer punto de esa condenada listatuya, sé que quieres hacerlo.
–Su sonrisa es contagiosa-. Di que sí,Tessa. ¡Ven, di que sí!
- Sí.
- ¡Hurra! –Me agarra de la mano y me lleva de nuevo al interiordel local -.
-Ahora mándale un mensaje a tu padre para decirleque te quedas a dormir en mi casa, y vamos ya.
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Antes de morir.
RomanceA sus 16 años Tessa sabe que le quedan pocos meses de vida, por eso elabora una lista con diez cosas que hacer antes de morir, como probar el sexo, las drogas, conducir un coche... y la más desgarradora de todas, enamorarse. Un día como cualquier ot...