Capítulo 1

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-Hey ¿estas bien? Despierta....-decía un padre a un niño que estaba inconsciente en la calle.

Aquel padre cogió al muchacho en brazos y empezó a preguntar a la gente si habían visto a sus padres, pero la mayoría de la gente le respondía con un "no había visto a ese niño en mi vida" o con un "no, lo siento".
El cura volvió a ver al niño en brazos y sin pensárselo dos veces lo llevó a la iglesia donde él rezaba y controlaba.
Metió al niño en una cama y esperó a que despertará, pero mientras tanto, el padre Karamatsu se puso a rezar contándole a "Dios" lo que había pasado.
El muchacho se despertó con la respiración agitada y un sudor frío corriendo por sus sienes. Miró a su alrededor, no sabía donde estaba. Se levantó de la cama con cuidado de no hacer mucho ruido y caminó hacia la capilla principal.
El padre dejó de rezar en aquel momento al oír los pasos y sentir la presencia del muchacho. Se giró rápidamente para verle y con una sonrisa dijo:

-Veo que ya has despertado.

El muchacho miró al padre sin saber que decir.

-Soy el padre Karamatsu.-empezó a decir.-soy el cura de esta iglesia y ahora dime ¿donde están tus padres?

-No tengo...-dijo el muchacho en casi un susurro inaudible.

-Dime por lo menos tu nombre.-aquella sonrisa no se le quitaba de la cara.

-Ichimatsu.-respondió cortante.

-Bueno, Ichimatsu, si no tienes padres, deberé llevarte a un orfanato donde puedan cuidarte mejor, asique antes de llevarte, vete a ducharte.

El muchacho, Ichimatsu, asintió y fue hacia la ducha para quitarse la suciedad de encima.
Ya habían pasado cuarenta minutos y el niño no salía.
El padre Karamatsu, preocupado, fue hacia la ducha, llamando primero a la puerta para saber si podía entrar, pero no recibió respuesta. Sin pensárselo más entró en la habitación de la ducha, viendo algo demasiado incómodo.

-No se va, padre...-decía el muchacho mientras el agua caía sobre él.

El padre miró al niño, aquellas alas de demonio y aquella cola igual de demonio.

-He intentado lavarlo pero no se va....-dijo el muchacho llorando.

El muchacho habría debido de frotar mucho sobre su espalda y su cola, porque tenía heridas recientes. Karamatsu, sin pensárselo dos veces corrió a abrazarlo, dejando que su ropa se mojara sin darle importancia alguna.

-Encontraré alguna manera para que te quedes.-susurró el cura aún abrazando al muchacho.

Al final encontró esa manera, y esa manera fue encontrada tras un vestido de monja.

-¿Un vestido de hermana?.-preguntó Ichimatsu, quien ya se había puesto la ropa.

-Sí, así no se verán las alas ni la cola, y podrás quedarte aquí.-dijo sonriendo, no muy seguro de dejar a un demonio en una iglesia.

-Hm... Que curioso.-mientras tanto, en otro lugar, no muy lejos de aquel pueblo, un ayudante de "Dios" estaba mirando la escena desde un charco.

Aquel dios podía ver y moverse a cualquier lugar gracias al agua y su deber era proteger aquella "humanidad", comillas porque que haya humanos no significa que haya humanidad.
Aquel mandado seguía viendo como el padre enseñaba a la nueva monja a rezar, y de la nada, el agua empezó a ponerse turbia, como si quisiera formar olas.

-Otra vez no....-susurró apartándose del charco.

-¡Buenos días viejo amigo!.-gritó un demonio saliendo del agua.

-¿Qué quieres Osomatsu?.-preguntó el dios al demonio.

-Solo venía a ver a mi viejo amigo ¿acaso no puedo, Choromatsu?.-a aquel demonio le gustaba moverse con sus alas, revoloteando por los alrededores, pero lo que más le gustaba era ponerse boca a bajo.

-Ya te he dicho que no somos amigos.-replicó Choromatsu, el ayudante de "Dios".

-Tú y tu frialdad.-se quejaba el diablo.-Pensé que te interesaría saber sobre aquella monja nueva en la iglesia de Karamatsu.

-¿Qué sabes sobre él?.-preguntó, ahora más interesado.

-Ahora si te interesa ¿no? Pues lo siento pero tengo que volver a casa.-dijo volviendo a una posición normal.

-Pero....-intentaba quejarse Choromatsu, pero Osomatsu ya había vuelto al inframundo.

El ayudante de "Dios" suspiró y volvió al paraíso/cielo, encontrando a su gran amigo, un ángel con una sonrisa imborrable.

-¡Choromatsu!.-gritaba el angelito volando hacia él.

-¿Qué pasa?.-preguntó el recién llegado.

-¿Te has enterado de la nueva monja?

-Es un chico, Jyushimatsu.

-Ya lo se.-dijo el ángel, Jyushimatsu, haciendo énfasis en la e.

Su charla continuó durante un largo rato, pero esta parte de la conversación no nos interesa.
A las afueras del pueblo de la iglesia de Karamatsu, un brujo corría para intentar escapar de aquella masa de gente que le estaba persiguiendo para quemarle por su magia.
Creo que esto ya lo expliqué anteriormente, en este mundo, al no saber la explicación de las cosas prefieren cortar por lo sano, en este caso, quemar a un brujo.
El brujo llegó al pueblo y al pasar cerca de una casa, una mano le tomó del brazo y le metió en la casa, dando de lado a la masa de gente que le perseguía.

-Eso estuvo cerca.-dijo quien había rescatado al brujo de ese gran aprieto.

-¿Qué quieres de mi?.-preguntó el brujo.

-Solo quería salvarte, ¿cuál es tu nombre?.-preguntó el viejo señalandole con su bastón.

-Todomatsu.-respondió el chico reincorporandose.

-Muy bien Todomatsu, este será tu nuevo hogar, ten cuidado con lo que haces, en este pueblo te tomarán antes de que puedas huir.-explicó el señor mayor.

-¿Por qué me ayuda?.-preguntó Todomatsu.

-Porque veo en ti lo que yo era en mi juventud, un brujo.

El Caos Religioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora