Capítulo 4

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Todomatsu volvió a crear lo que parecía una ventana que se comunicaba con el infierno, pero esta vez no se fue hacia el gobierno de la Lujuria, esta vez se fue a donde la Avaricia, pero al igual que en el anterior gobierno, Osomatsu no aparecía.
El brujo pensó que por haber sido un nuevo día, Osomatsu podría haber aparecido como si nada de lo de ayer hubiera pasado, pero se equivocaba, y lo odiaba.
Mientras tanto, el dios controlador del agua y protector de la "humanidad", había bajado al mundo humano para ver si podía hablar con alguien que supiera del tema, o por lo menos, intentar ayudarle a encontrar a Osomatsu.
Choromatsu se había vuelto invisible para el ojo humano, si alguien le veía, entonces no era humano.
Todomatsu cerró el libro, al igual que rompió la ventana, se puso una capa y salió a la calle, aunque el mundo se estuviera viniendo abajo, el pobre brujo tenía que comer.
Los dos chicos caminaban, uno por un camino, otro por otro. Pero los dos entraron en la calle comercial, cada uno por un extremo.
Todomatsu se paró en el puesto de las frutas, comprando manzanas, naranjas y mango, este último para alguna poción.
El Dios seguía caminando sin saber si alguien le estaba viendo o no. Y en ese justo momento, pasó por detrás de Todomatsu.
El brujo rápidamente se dio la vuelta para ver a Choromatsu, sabiendo que ese chico no era humano.
Pagó la comida, de tal manera que al vendedor se le cayeron las monedas. El brujo tomó rápidamente la bolsa y empezó a caminar rápido siguiendo a Choromatsu.
Salieron de la calle comercial, el dios sin percatarse de que el brujo le estaba siguiendo, y entonces la calle se volvió vacía.

-¡Eh, tú!.-gritó Todomatsu al ver que la calle estaba vacía.

Choromatsu seguía caminando, sin girarse al ver al brujo, pensando que estaba hablando con una persona humana.

-¡El de la coronal de laurel!.-entonces ahí si se giró.

-¿Me puedes ver?.-preguntó el dios confundido.

-Claro que puedo verte, tienes suerte de que los demás no, con esa pintas que llevas....-susurró la última parte.

-Entonces no eres humano.

-Que lo sea o no, ahora da igual ¿qué haces aquí? Se supone que eres un dios ¿no?

-Lo soy.

-Entonces... ¿Qué haces aquí?

Los dos se quedaron en silencio, el dios inspeccionando al brujo, y el brujo esperando una respuesta.

-¿Qué tipo de magia utilizas?.-preguntó por fin Choromatsu.

-Oscura.

-Entonces debes de estar al tanto de lo que está pasando en el infierno.

"Por eso está aquí" pensó para si mismo Todomatsu.

-Claro que estoy al tanto.-respondió.

-Sabes que está en el gobierno de la Lujuria ¿verdad?

-Sí, pero el Satanás de ahí ha desaparecido.-ahí es donde el dios quería llegar.

-Exacto, por eso necesito tu ayuda.-dijo tomando al brujo de las manos.

-¿La mía? ¿Por qué?

-Para encontrar a la Lujuria y poder vencer el Orgullo, o por lo menos intentarlo.

El brujo se quedó en silencio, pero luego sonrió, asintiendo, haciendo afán a que le ayudaría.
Mientras, en la iglesia, la hermana Ichimatsu se encontraba amasando el pan para la hora de la comida, hoy tendría que hacer una barra de pan más grande, para darle un trozo a Jyushimatsu.

-Huele que alimenta.-comentó el padre al pasar a la cocina.

-Gracias padre.-agradeció la hermana mientras seguía amasando.

-Creo que eres la hermana que mejor hace el pan.

A Ichimatsu se le subieron los colores, pero desaparecieron prácticamente en seguida.

-Ojalá fuera así.-respondió la monja.

-Créeme que lo es, acuérdate de hacer un trozo para el paciente.-y arruinó todo el momento.

-Claro, padre.-dijo Ichimatsu golpeando la masa contra la mesa más fuerte de lo normal.

El padre se fue, caminando hacia la enfermería, donde Jyushimatsu se encontraba mirando por la ventana.

-¿Qué tal está la pierna?.-preguntó el cura nada más entrar.

-Genial, muchas gracias por su ayuda padre.-respondió el ángel caído con su sonrisa característica.

-No hay porque darles, hijo mío.-respondió el padre con la misma sonrisa.-Si necesitas algo más, puedes llamarme a mi o a cualquiera de las hermanas.

-Claro, gracias.

El padre salió de la enfermería, acercándose a la capilla principal, arrodillandose y rezando a "Dios".
Ichimatsu terminó de hacer la comida, cortó el pan y lo puso en cada uno de los platos, cogió el plato de Jyushimatsu y con mucho cuidado lo llevó a la enfermería.

-¡Comida!.-gritó el angelito divisando la comida.

La hermana colocó la comida enfrente del paciente, sentándose a su lado para vigilar que comía con normalidad.

-Gracias por la comida, hermana.-dijo el angelito antes de empezar a comer.

Ichimatsu apartó la mirada a la ventana, viendo como los pájaros salían volando sin ningún problema, ojalá él pudiera ser un pájaro, para poder volar solo, bueno, no sólo, quería alguien que le acompañara mientras volaba, quería a...

-Tranquila hermana, no le voy a quitar al padre Karamatsu.-dijo el paciente tras terminar de comer.

-¿Qué?.-la declaración le pilló de imprevisto, creando un gran sonrojo en su cara.

-Se me da bien notar los sentimientos de la gente, es un don.-dijo el angelito intentando disimular que el fuera realmente, un ángel.

-P-pero a mi-

-Claro que te gusta, incluso te pusiste celoso cuando yo llegué.

La hermana se quedó en silencio, se negaba a aceptarlo, por lo menos por ahora, de todos modos, el padre había dado su cuerpo y alma a "Dios", no podía tener pareja, sino, sería un pecado para un cura.

El Caos Religioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora