Capítulo 10

899 120 4
                                    

-¡Totoko!.-gritó Akamatsu al ver a su amada en una de las celdas.

La pobre chica (o demonio) estaba medio tumbada con un cuerpo esquelético, huesos que se notaban, tanto, que era asqueroso de ver. La respiración de la joven estaba acelerada, puede que por el cansancio, o puede que por la falta de fuerza.

-¡Totoko!.-volvió a gritar el joven recibiendo una mirada de la chica.

-¿Aka...matsu?.-preguntó la Envidia levantando la mirada hacia él, aunque le costaba.-¿te ha echo algo?

-¡No! No no no... ¡Necesito sacarte de aquí!

-No....-susurró la chica.-no voy a servir de ayuda... Vete antes de que acabes como yo...

-¡No voy a irme!

-Vete...

-Me voy... Pero volveré.-dijo la Avaricia antes de salir corriendo para encontrarse con el resto del grupo.

Rápidamente se encontró con ellos, al parecer no les había dado tiempo a salir de aquel lugar... Después de todo... Estaban parados.

-Por fin apareciste.-dijo Choromatsu, quien estaba con los brazos cruzados.

-Estaba buscando una cosa.-respondió la Avaricia.

-Estábamos diciendo que alguien distrajera a Tougou mientras que Osomatsu volvía al trono, de ahí poder conseguir algo de poder y conseguir luchar contra él.-explicó Todomatsu.

Todos se pusieron de acuerdo, diciendo que era la idea con más sentido que habían tenido, pero faltaba algo... ¿Quién iba a distraerle?

-Podría distraerle Ichimatsu-san.-dio como idea Jyushimatsu.

-¿Yo por qué?.-preguntó la hermana.

-Puedo ir contigo, Ichimatsu.-dijo el antiguo padre intentando calmar a Ichimatsu.

Al final los dos decidieron ser el cebo.
Ahora solo faltaba poner las cosas en marcha.
Ichimatsu y Karamatsu se acercaron al templo mientras que Osomatsu revoloteaba al rededor de este para poder entrar por alguna ventana, el resto del grupo estaba escondido hasta que algo raro pasará.

-Ichimatsu....-dijo el demonio que se encontraba junto a la hermana.

-¿Qué pasa, pa- digo, Karamatsu?.-dijo la hermana, aún no acostumbrada a llamarle Karamatsu.

-Debería pedirle disculpas por lo que le cause tras mi muerte.-intentó sonreír, pero sus sonrisas eran tristes.

-No se preocupe, Karamatsu, esta bien.-quería besarle, quería lanzarse hacia sus brazos, pero no podía.

-Espero que ahora podamos seguir juntos.-Karamatsu tomó a la monja de la mano, lanzando una leve sonrisa.

-Claro que sí, padre.-no se pensó dos veces el llamarlo así, ya le salía solo.

-¡¿Quiénes sois vosotros?!.-se escuchó un grito no muy lejano.

-¡Podríamos preguntarte lo mismo!.-respondió Ichimatsu girando su mirada al templo, viendo como el Orgullo se levantaba para acercarse a ellos.

-¡No me levantes la voz!.-volvió a gritar Tougou, quedándose en la puerta del templo.

Karamatsu no decía nada, solo apretaba la mano de la monja fuertemente, miedo a soltarla, miedo a que todo desapareciera como si nada hubiera pasado.

-Tougou~.-canturreó Osomatsu, quien ahora que encontraba mal sentado en el trono.

El orgullo se giró rápidamente, maldiciendo todo lo que estaba pasando en su mente.

-Yo que tú, no me movería.-volvió a decir la Lujuria.

Tougou se giró, encontrando ahora a la monja con una pistola en su mano derecha, apuntando hacia él.

-... Bien jugado, Osomatsu.-dijo como su se estuviera rindiendo... Todos sabían que no era el caso.

Dos grandes plantas salieron del suelo, rodeando al Orgullo por el tronco, dejándole atrapado.
Aunque no tardó mucho en deshacerse de ese agarre.

-¡Mis plantas!.-gritó el brujo saliendo a escena con un botecito lleno de un líquido extraño en sus manos.

-¿Cuántos de vosotros hay?.-preguntó Tougou mirando al rededor.

-Más de los que tu piensas.-dijo el dios, apareciendo detrás de Todomatsu.

Todomatsu lanzó la botella, la cual se rompió al entrar en contacto con el demonio, dejando salir un potente ácido que le estaba quemando todo el brazo.

-Arrivererci, Tougou.-dijo Osomatsu poniéndose de pie en el trono.

Y en todo el templo, se escuchó un disparo.

El cuerpo del Orgullo cayó inerte, ahora pasaría aquello a lo que todos tienen miedo, sería olvidado como si nunca hubiera existido.
Toda aquella locura había terminado, así de simple y rápido.
Del cuerpo de Tougou salió un extraño brillo rojizo sangre, el cual empezó a exparcirse por todo el inframundo.
Aquel brillo era todo el poder que había absorbido aquel odioso demonio.

-¡Totoko!.-gritó Akamatsu mientras salía corriendo de nuevo a la cárcel donde se encontraba su amada.

-Ahora faltará un Orgullo... Esto también podría hacer un gran daño aquí.-explicó el angelito.

-... Podría ser yo.-dijo Karamatsu, recibiendo una extraña mirada de Ichimatsu.

-Tienes razón.-respondió Osomatsu.-pues esta decidido entonces ¿no?

Antes de que nadie pudiera mostrar alguna queja, un brillo cegador apareció cerca de Choromatsu.

-Creo que me llaman....-dijo el dios señalando al brillo.-el jefe me necesita.

Osomatsu miró con tristeza para que luego Choromatsu se acercase a él y le diera un pequeño beso en la mejilla, confirmando que esta no sería la última vez que se verían.

-Vámonos, Jyushimatsu, a ti también te dejan ir.-dijo el dios tomando al angelito de brazo.

-¡Yay!.-gritó alegre el angelito caminando con el dios, desapareciendo ante los ojos de todos.

-Será mejor que yo también me vaya... Este lugar no está echo para mi.-dijo Todomatsu, y con eso, se fue.

Ahora solo quedaban Ichimatsu, Karamatsu y Osomatsu.

-¡Coronación para el Orgullo!.-gritó Osomatsu alegremente.

Ahora Karamatsu e Ichimatsu podrían estar juntos para siempre... Y eso era los que ambos querían.
Ninguno de los dos nunca dijeron nada, aunque Choromatsu y Osomatsu terminaron en una relación.
Supongo que las cosas eran mejor así.

El Caos Religioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora