Capítulo 3

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El pequeño ángel aterrizó en aquel pueblo, en el pueblo donde se desarrolla esta historia. Aterrizó en un callejón, de tal manera que se torció el tobillo. Intentó levantarse, pero el dolor podía con él. Sus alas y el alo habían desaparecido visiblemente, pero Jyushimatsu podía seguir sintiendo todo aquello.
Finalmente se levantó sin apoyar la dolorida pierna, fue caminando, bueno, más bien saltando a pata coja, mientras que apoyaba en la pared por equilibrio.
Fue dando pequeños saltitos, la gente le miraba de manera extraña, puede que porque estuviera saltando o por su vestimenta, pero nadie se dignó a ayudarle, la gente es demasiado antipática y demasiado miedosa para salir de lo que conocen, por eso no les gusta conocer a gente nueva, por miedo a lo nuevo. Volviendo al caso, Jyishimatsu consiguió llegar finalmente a la iglesia del padre Karamatsu. Llamó a la puerta cerrada, dando un par de golpes, y esperó a que alguien le respondiera.

-¿Qué hace aquí, hijo mío?.-por suerte fue el padre.

Nadie podía quitarle la sonrisa al pequeño ángel caído, pero si podía cambiar de una sonrisa triste a un alegra, ahora mismo, era más triste que alegre.

-Necesito ayuda, padre....-dijo el angelito, aún sin apoyar el pie herida.

El padre bajó la mirada para ver la pierna del chico, y no es que tuviera el mejor aspecto.

-Pase conmigo.-indicó el cura, pasando de nuevo a la iglesia.

El joven intentaba ir a la pata coja, y como no podia apoyarse a la pared, de vez en cuando se caía.
En mitad del camino el padre decidió ayudar al angelito, tomándole por los hombros para que tuviera mejor equilibrio.
Finalmente consiguieron llegar a la enfermería donde aquel tobillo fue sanado y vendado, lo único que faltaba era que sanara completamente el hueso.

-Gracias padre.-agradeció el ángel caído.

Desde la puerta de la enfermería, la hermana Ichimatsu veía toda la escena, pero se sentía diferente, estaba... ¿Estaba celoso? Celoso de que le prestara más atención al herido que a él. Sí... Esos celos. Pero no los tomó en cuenta, solo esperó hasta que el padre se diera cuenta de su presencia.

-Oh, hermana Ichimatsu.-y se dio cuenta.-¿Podría traer algo de comida para nuestro nuevo amigo?.-pero no como él quería.

Al final asintió y fue a la cocina a preparar algo, pero... ¿Y si envenenaba la comida? Podría hacer que pareciera natural... Pero no, él ya no es lo que era, ya no era un cruel demonio, era una hermana más en esta iglesia ¿verdad?
Mientras, Todomatsu estaba leyendo libros de magia negra, para hacer algún hechizo o algún encantamiento e intentar detener lo que estaba pasando, pero antes de nada... ¿Qué estaba pasando? Debía tomar otro libro y ver lo que significaba aquel patrón en las llamas de la chimenea.
Empezó a leer el libro y por fin encontró lo que estaba pasando, problemas con el Satanás del Orgullo.

-Hm... Esto es interesante.-pensó en voz alta para si mismo.

Empezó a leer, pero sólo explicaba que habría algún problema, no el tipo de problema, y se preocupó más de lo que estaba.
Guardó de nuevo el libro y empezó a echar cosas en el típico cazo de bruja. Metió los ingredientes necesarios y consiguió hacer lo que buscaba, una especie de ventana para poder ver lo que pasaba en el inframundo y lo vio, vio todo lo que tenía que ver. Demonios y diablos sin su fortaleza natural, ni su energía, como si todo aquello se lo hubiera chupado, y del repente le vio, al Satan del Orgullo, con más fuerza de la que debería, pero había algo que no encontraba...

-¿Y el Satanás de la Lujuria?

Si mal no creía, esa parte del inframundo debería estar siendo gobernado por el Satanás de la Lujuria, Osomatsu, pero no estaba ahí.

-¿Dónde se habrá metido?.-seguía preguntándose a si mismo mientras movía el lugar de la ventana para ver todo lo que podía.

Pero no lo encontraba y a este paso no lo iba a encontrar. Se rindió y dejó de buscar, y por el momento, aunque fuera un brujo, no podía hacer nada más que esperar a que o todo esto pasara, o recibiera una señal de que podía hacer.
Lo que el brujo no sabía es que no era el único que estaba buscando al Satanás de la Lujuria, Choromatsu también le estaba buscando, si querían salvar este mundo, lo más lógico sería hacer un pacto y ayudarse mutuamente. Pero Osomatsu no aparecía, y todo parecía perdido.
Cuidado con esta palabra.
"Parecía".

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