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Culpa. Me estaba comiendo desde adentro, y todo lo que podía hacer era sentarme aquí y pensar mientras Harry metía su tercer gol de la noche. La multitud animó, él festejo con su puño al aire, los fanáticos de Boulder gimieron. El chico estaba en llamas. Las chicas le estaban echando el ojo, chiflidos sonando de izquierda a derecha, los más ruidosos de una linda morena dos gradas más abajo, sosteniendo un cartel que decía; 

"Harry, ¿te casas conmigo?" enmarcadas en un enorme corazón de brillantina rosa. 

—¿Vas a dejarla salirse con la suya? —preguntó Hooker a mi lado. 

—¿Qué puedo hacer? —murmuré—. No está lastimando a nadie.

Hooker me frunció el ceño. 

—Te diré lo que yo haría. Si Harry fuera mi hombre, le arrancaría ese cartel y se lo lanzaría en la cara, enseñarle quién es quién. 

—No puedo hacer eso. 

—Lo tendría bien merecido. 

Era una mala persona, una hipócrita total, porque eso era lo que ansiaba hacer desde que vi el cartel. La urgencia se volvió extra fuerte cuando la chica trató de llamar la atención de Harry cuando él se dio la vuelta en el medio tiempo, escaneando las gradas. 

—Oye, Harry —gritó Ollie—. No creo que los chicos de Penn vieran esa. ¿Quieres hacer un cuarto? 

—Sí —dijo Thad—. Sin embargo UCLA estaba mirando. Tal vez te quieran

más. 

—Mi voto es para Michigan —gritó Clayton desde la banca.

—UNC —gritó alguien y fue recibido por una ronda de gritos. 

—¡Indiana!

—¡Sera Louisville! 

—¡De ningún modo, Ohio!

—Así que, ¿cuál va a ser, hijo? 

Harry se encogió de hombros mientras la multitud gritaba más escuelas, y los reclutadores trataban de lucir impasibles. Estaban haciendo un mal trabajo. Cada uno de ellos estaba al borde de su asiento, espaldas derechas, tensos, esperando escuchar la respuesta de Harry. Tendría que ser cualquier día de estos. Habían estado esperando por meses. Aparte de marcar tres, Harry ya había hecho cinco robos, dos asistencias y había bloqueado un par de goles. Era una de las principales razones por las que lo querían. Era tan fuerte en la defensa como en ofensiva.

—¡Harry eres tan sexy! —La voz de la morena era alta y chillona como una sirena. El sonido hizo que los vellos de mi cuello se erizaran—. ¿Vienes a mi fiesta este sábado? 

—No, ven a casa conmigo. —Esto lo dijo una feroz pelirroja algunos asientos más allá—. Tendremos un buen momento. 

Decidí en ese momento que no me gustaba el color rojo.

—Oye —se quejó la morena—. ¡Él es mío! 

La roja se acomodó el cabello.

—Sigue soñando, querida. 

—Oye. —Hooker se levantó, mirándolas hasta que voltearon—. Harry es propiedad de Sally Sue Spitz, esta chica... —Me apuntó y me encogí—. Él es su novio, ¿entienden? Déjenlo en paz. 

—Sí, dispérsense —agregó Leo. Un par de ―sí‖ más vinieron del área cercana, personas que ni siquiera conocía. Me encogí más en mi asiento. 

Las chicas bufaron, pero dejaron de discutir.

—Bien. —Hooker volvió a sentarse, satisfecha. 

Adorkable |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora