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Harry, no tan alto! La vas a dejar caer. Puso los ojos en blanco. 

—Relájate, Sal, hago esto cada noche.

Mirando al delantal de cocina con volantes que llevaba, levanté una ceja. 

—¿Llevas seda rosa cada noche? Vaya, Harry. Después de todos estos años, finalmente la verdad sale a la luz. 

—Si eso es una indirecta a mi masculinidad, sabes que no funcionará. — Harry lanzó la masa más alta, sonriendo mientras jadeé—. ¿Por qué me haces llevar esto de todas formas? 

Porque sólo una cosa ganaba a un Harry sin camiseta: Harry llevando un sexy modelo rosa que decía "Besa al cocinero" en el pecho, haciendo pizza para mi madre y para mí. Después de la práctica, me había seguido a casa para que pudiéramos pasar el rato antes que él fuera a trabajar. Mamá no estaría de regreso hasta dentro de un par de horas por una consulta en Bixby. Harry nos hacía la cena al menos una vez a la semana. El delantal sólo era un extra. Había sido un regalo de mamá, incluso ella decía que le quedaba mejor a Harry. Lo que me recordó... 

—Mamá piensa que eres ardiente.

Esta vez casi perdió la masa de verdad, salvándola justo antes que tocara el suelo. La mirada en su cara no tenía precio. 

Recuperándose, dijo: 

—Eso es bueno. —Poniendo la masa en una cazuela, empujó los bordes y comenzó a hacer la corteza. 

—¿Bueno? —repetí—. ¿No quieres decir raro? ¿Espeluznante? ¿Totalmente erróneo? 

Mirándome de reojo, dijo: 

—¿Por qué te alteras tanto? 

—No lo estoy —mentí. Mi madre estaba coqueteando con el único chico que había amado en secreto desde siempre. Nada importante. ¿Quién se enfadaría por una pequeña cosa como esa? 

—Al menos sé que Martha tiene buen gusto. 

—¡Harry!

Se rió mientras cruzaba mis brazos. Una vez que le añadió la salsa y condimentó la masa con queso, pepperoni y piña, Harry la metió en el horno, puso el temporizador, después se acercó e imitó mi misma pose. Él estaba sonriendo, pero me negaba a ceder.

—Hablando de gustos —dijo después de un momento—, ¿qué es esa música? 

—Clásicos de los 80 —dije—. Si no te gustan, siéntete libre de cambiar de emisora. 

—No, me gusta. —Harry me empujó por el hombro—. Trae recuerdos, ¿no? 

—Sí —concordé, una sonrisa apareciendo. Harry y yo habíamos pasado por la fase de los 80 que todo niño pasa. Un ritual menos conocido. 

—Creo recordar que tenías una cosa por el chico en ese musical. 

—Tenía una cosa por su baile. —Aspiré—. Y no actúes como si no supieras su nombre. 

Suspirando, Harry pasó una mano por su cabello. 

—No lo negaré. Quería ser Swayze.

—Mmm —dije, mirando los ojos azules de Swayze en los de Harry, las largas y frondosas pestañas—. Creo recordar que usaste camisetas y pantalones negros durante dos meses seguidos. Creo que eras tú el que estaba enamorado. 

—Yo... —Harry se congeló mientras la canción que sonaba llegó al final y una familiar empezó. Era como si la radio hubiera intervenido en nuestra conversación—. ¿Quieres bailar, Sal? 

Adorkable |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora