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En la fiesta, nunca me detuve a considerarlo. Mis emociones me habían arrasado en un viento de decepción, ira y finalmente de agotamiento. Las otras diez personas que tomaban alemán tenían problemas enlazando dos oraciones juntas, y además, no estaban ni siquiera ahí (aparte de Hooker). Había sido un alivio decir mi secreto, y no decirlo al mismo tiempo.

Sólo había un problema, alguien en la fiesta había entendido cada palabra. Y no tenía ninguna razón en absoluto para quedarse callado.

¿Dónde estaba él?

Caminando por la anchura del pasillo, miré a izquierda y derecha. La nota de Ash había dicho que estuviera aquí a las seis, una hora infame, especialmente desde que no había dormido casi nada anoche. Mis nervios me habían mantenido despierta retorciéndome, hasta que me rendí. Lo malo era que me dio mucho tiempo para pensar en todas las formas en que esta reunión podía ir mal. Cuando llegué a cien, dejé de contar.

Revisé de nuevo la nota luego miré mi teléfono.

Genial. Ya estaba cinco minutos tarde. 

Mis pasos hicieron eco en las baldosas del espacio vacío. Nunca había estado dentro de Chariot High cuando estaba así de desierto. Era un poco escalofriante. Cuando estacioné, en serio había sólo tres autos en el estacionamiento. Probablemente del personal de limpieza.

Revisé la hora otra vez. 6:07 a.m. Fantástico. Ash iba a plantarme.

Probablemente había decidido que no valía la pena sacar su trasero de la cama, aunque fue él quien acordó la hora. Me lo merezco por poner mi fe en un chico cuyo nombre está a una letra de ass.

En ese momento, una mano se extendió para agarrar mi camiseta, jalándome hacia atrás.

El sitio era oscuro y pequeño. No podía ver tres centímetros delante de mí pero supe que no estaba sola.

Estaba a punto de empezar a gritar al alto cielo, había tomado aire, cuando la luz se encendió.

—Buen día, Spitz —dijo Ash con una sonrisa—. ¿Dormiste bien anoche?

Fruncí el ceño observando mis alrededores. Mi mente privada del sueño le tomó un segundo reconocer dónde estaba, pero una vez que lo hice, casi dejé escapar una histérica risa. Era el mismo depósito al que había arrastrado a Harry, donde le había pedido que accediera a ser mi novio falso. Ahora Ash estaba mirándome con el poder de exponerme, sus ojos evaluándome. No podía ser más irónico que eso.

—Así que —dije, inclinándome hacia atrás, jugando a lo casual—, hablas
alemán.

—Ja —dijo, tomando la misma posición en la pared opuesta—. Mi abuela y mi abuelo son de la vieja patria, pasé cada verano ahí desde que tenía dos años. "Stryker" es alemán, sabes.

Mentalmente maldije. Habíamos repasado los apellidos alemanes el año pasado. ¿Por qué no había prestado atención? Podría haberme salvado de esta difícil situación. Lo mire directamente a los ojos, cambiando fácilmente a otro lenguaje. 

—Du hast also...

—... alles verstanden —respondió—. Jedes einzelne Wort. Honestamente, hablo mejor el alemán que el inglés.

Mi corazón se hundió. Yo era buena, pero Ash ni siquiera tenía que detenerse. Articuló con dicción y certera pronunciación, apenas tomando un segundo para cambiar de uno al otro. Sabía que entendía, pero oírlo decirlo así era como ser tomada por sorpresa por segunda vez.

—Sé que tú y Harry nunca estuvieron saliendo de verdad —continuó con ligereza—. Sé que ustedes tuvieron algún tipo de relación extraña que se suponía era falsa, pero no lo era para ti.

Adorkable |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora