Capitulo 20.

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Al dia siguiente me levanté temprano para lavar la chaqueta de Diego, me parecía que era lo correcto ya que él había sido muy lindo conmigo.

...

Estaba asustada había arruinado la chaqueta de Diego, no sabia que no se podía lavar el cuero,  soy una idiota, no puedo dársela así, en eso sonó mi teléfono, era Diego, me puse nerviosa, conteste aterrada.

—¿Hola?

—Hola unicornio.

—¿Que sucede?

—Te llamaba para saber si nos veríamos hoy.

—¿Hoy? ¿Para que?

—Me mandaste un mensaje diciendo que nos viéramos para darme mi chaqueta.

—Ya lo recuerdo, que estúpida–susurré.

—¿Dijiste algo?

—Es que estoy enferma–tosí–no podremos vernos, no quiero ponerme peor o contagiarte.

—¿Segura?

—Si–fingí un estornudo–lo siento, tal vez te de tú chaqueta el martes u otro día.

—Esta bien, mejorate pronto unicornio, adiós.

—Adiós.

Colgué rápidamente, me libre de darle su chaqueta, aunque igual tendré que verlo mañana.

Dos horas después

Me sentía mal, tenia mucho frío y tenia tos, mi hermana me saco el termómetro de la boca, lo miro e hizo un gesto de desagrado.

—Tienes fiebre alta.

—¿Moriré?

—Eso espero.

—¡Oye!

—Tranquila, estarás bien en cuanto tomes tu medicina.

En eso tocaron el timbre, mi hermana bajo a ver, en serio me sentía mal, esto me pasa por mentir y también por no haber llevado suéter. En eso Diego entro a mi cuarto.

—¡Diego! ¿Que haces aquí?

—Vine a verte unicornio–sonrió.

—¿Y si te contagió?

—No importa unicornio.

Él se sentó en la orilla de mi cama, extendió su mano para darme una bolsa, la tomé, la abrí y había un suéter con dibujo de unicornio.

—¡Esto es hermoso! ¡Gracias!

—Te lo doy ya que parece que no tienes uno–dijo mientras reía.

—¿Y el que te di en la escuela? ¿Que es? ¡Tonto!

—Tranquila, es una broma.

—Gracias.

—De nada...¿Oye de casualidad no tendrás mi chaqueta aquí?

—De hecho...hay algo que debo decirte.

—¿Que quieres decirme?

—Arruine tu chaqueta por accidente...lo siento.

Él se quedo callado por unos segundos, luego solo sonrió.

—Esta bien, no te preocupes.

—Es que no sabia que no se puede lavar el cuero–dije casi llorando.

—Esta bien–río–no estoy molesto.

—Te comprare otra, lo prometo.

—No es necesario, gracias.

—Dejame hacerlo, no quiero quedarme con la culpa.

—No, en serio, no debes comprarme una, esta bien.

—Gracias...igual lo siento.

—Okay, basta de mi, ponte tu suéter.

Me puse el suéter, era caliente, estábamos hablando cuando de pronto me quede dormida.

¿Cómo hago que me notes? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora