Capítulo 12

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Escuchó sonidos afuera de la habitación. Y parecían aumentar conforme pasaban los segundos. Camila palpó ciegamente el lugar vacío a su lado en la cama, al fin concluyendo en que su esposa ya se había despertado.

Gruñó con molestia cuando la puerta se abrió de golpe. Emily fue la primera en entrar, con un pijama de una pieza con estampados de bananas. Trepó rápidamente sobre el cuerpo de su somnolienta madre, abrazando el peluche de Nala torpemente con la respiración agitada y una gran sonrisa traviesa.

Estaba por preguntar qué ocurría, hasta que Lauren apareció en el umbral de la puerta, con la misma expresión que Emily, sólo que ésta llevaba el unicornio de la más pequeña. Vestía su camiseta de The 1975 gastada, y unos shorts de pijama. Camila sonrió, se veían adorables.

¡Mi unicornio! –exclamó Emily apenas ver el peluche que llevaba su madre entre manos–. Maaami. Dile que me lo devuelva.

No era la primera vez que esto sucedía.

Entonces devuélveme a Nala, enana –contraatacó Lauren.

¡Lau! –reprendió Camila contra la almohada, en desacuerdo por el apodo–. No le digas así.

Está bien, mi amor. Lo siento.

¡Sí! Ya oíste a mami Camz. ¡No me digas así!

¡Mily! No le hables así a tu madre.

Perdón, mami.

Suspiró, sentándose en la cama y apoyando su espalda contra el cabecero. Quería fingir molestia, cruzó los brazos contra su pecho en señal de enojo y apartó la mirada: pero la verdad es que no encontraba mejor manera de despertar que con ese par haciendo de cada día diferente. Y temía, le aterraba la idea que Alejandro le quitara eso. Lauren fue la primera en acercarse a ella, sentándose en su regazo y recostando su cabeza entre sus brazos con un adorable puchero. Emily intentó imitarla, pero Lauren la apartó con una mano con sutileza. Las comisuras de los labios de Camila comenzaron a elevarse.

Es mía.

¡No! ¡Es mía!

Camila sucumbió a la risa, y terminó abrazándolas a ambas. Besó la coronilla de cada una, y se levantó de la cama.

Soy de las dos, mis amores. Las quiero a las dos –espetó Camila, y se dirigió al baño–. Ahora arréglense. Ally quiere que vayamos a desayunar todos juntos a Waffle House.

¿Irá Kevin? –preguntó Emily con emoción.

Es lo más probable.

La pequeña sonrió ampliamente, por lo menos tendría a alguien con quien jugar y no escuchar las aburridas platicas de adultos. Le regresó el peluche de Nala de vuelta a su madre, tomó su unicornio.

Entonces me voy a poner mi vestido.

Creí que no te gustaba ponerte vestidos –alegó Lauren extrañada, frunció el ceño confundida; para Camila fue tentador no besar todo su rostro ante lo tierna que lucía su esposa así, abrazando a Nala contra su pecho–. ¿Te lo vas a poner por Kevin?

¿Te gusta Kevin? –secundó Camila, en un tono menos severo.

¿Qué? ¡No! Ewww –dijo con asco exagerado, ofendida por la pregunta–. Es mi mejor amigo.

Qué alivio –murmuró Lauren, con un suspiro–. A Ally le hubiera dado el patatús.

*

El Matrimonio Perfecto -CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora