— ¿Dónde estoy? — se preguntaba la chica. Atada con cadenas, igual que sus compañeros, quienes se preguntaban lo mismo. Lázuli era el nombre de la chica, quien provenía del planeta Blúnaran; un planeta azul no muy lejano, poblado de criaturas preciosas con hermosas alas enormes por las cuales fluía sangre azul y brillante. Claro, si es que se le puede llamar sangre; era más bien una energía azul y brillante, que les daba poderes a las blunaranianas (nombre dado a las habitantes de Blúnaran). En este planeta solo viven criaturas de aspecto femenino, el género de dichas ninfas azules es complicado de entender, pero todas las habitantes parecen ser de género femenino.
Dejando a un lado el origen de Lázuli, la pobre chica se encontraba atada en una pocilga repugnante, y no tenía idea de nada; lo último que recordaba era... La voz de Félix gritando, ¿por qué gritaba? Bueno, Lázuli estaba consumida por la amnesia en ese momento. Pero había alguien allí... Casi dispuesto a resolver todas sus dudas.— Estás en mi castillo, Lázuli — se oyó una voz bastante familiar, pero no para la joven blunaraniana. Era la voz... De Lacriel, o más bien, de Leviatán.
— Tú... — dijo Lázuli — ¿Acaso eres... — pero no pudo terminar de hablar con su débil voz.
— Así es, ¡soy Leviatán! El más poderoso, el causante del Apocalipsis, el futuro dueño del universo
— y sin embargo no puedes tener lo que más quieres — Lázuli ya no soportaba el egocentrismo de su raptor, ella sabía qué quería y por qué no lo había conseguido aún; después de todo... Ella era parte de Phoenix. — eres tan... Patético — hubo un pequeño silencio — y enfermo — Leviatán se giró hacia ella, luego masculló algo;
— ¿Acaso quieres morir, Lázuli? — ahora sus dedos rodeaban el cuello de la ninfa azul, podía arrancarle el corazón sin siquiera ensuciarse las manos; y con la misma facilidad podía arrancarle la cabeza. Pero Lázuli... Jaja, Lázuli era lista, muy lista. Rozando la astucia, sobrepasando la inteligencia y dominando las áreas del pensamiento más remotas.
Sin dudar, y con el mismo tono confiado y manipulador de Leviatán, le dijo;
— pero a ti no te beneficia si muero — afirmó — si te beneficiara, me habrías matado hace tiempo, y no me tendrías aquí encerrada — Leviatán retrocedió. Lázuli continuó con una sonrisa más que confiada, mostrando su colmillo izquierdo mientras sus labios se ladeaban de forma elegante.
— Te... ¡Te equivocas! — Leviatán trataba de ocultar su debilidad, ahora descubierta por su prisionera; trató de recobrar el mismo tono confiado y tenía una conversación interna con Lacriel: "si quieres ser invencible, no dejes que nadie te vea sangrar" afirmó. "Tienes razón" respondió para sí mismo, ahora ambos eran uno. Siguió hablando — si te hubiera matado de inmediato... No sería igual de divertido — afirmó con una sonrisa sin duda atractiva, pero enfermiza, con un toque de sadismo.
— no... No — dijo Lázuli — Así no funcionan tus juegos, Leviatán — alzó la mirada con dignidad suprema — definitivamente, matar por diversión no es tu estilo
— no lo sabes, Lázuli, no sabes nada sobre mi — respondió el rey sombrío.
— Te equivocas Leviatán... Se más sobre ti que tú mismo — Lázuli nunca perdía un juego... Nunca. — y es más que sencillo saber que quieres algo de mi
— tienes razón — al fin lo admitía — necesito que me traigas a Verónica — Lázuli se reía a carcajadas ahogadas, sus pulmones se quedaban sin oxígeno, y respirar el aire pesado y repulsivo del ambiente no era lo más refrescante; era más bien... Sofocante. Y aún así Lázuli seguía riendo.
— sí que estás desesperado — afirmó casi ahogada — ¿qué te hace pensar que te voy a ayudar?
— lo harás, Lázuli — respondió Leviatán — contigo no se puede jugar sin una estrategia impecable — en eso... Tenía razón — y adivina qué — su tono desquiciado se oía infantil, pero luego se volvió críptico, escalofriante — ¡la tengo! — ahora sonreía.
— te escucho — dijo Lázuli escéptica
— si Verónica está en mis manos... No tengo razón para seguir destruyendo. Lo único que quiero es... Ella. Así que, tú me la entregas y yo acabo con el Apocalipsis.
— Pero... — exclamó Lázuli, no podía ser tan sencillo.
— Pero... Si no lo haces...
— si, si, me matarás — lo interrumpió la chica con un tono de obviedad. Leviatán rió y agarró la fina barbilla de Lázuli entre sus dedos, levantando su cabeza para mirarla más fijamente.
— te equivocas, Lázuli — dijo — tú verás cómo destruyo de las maneras más horribles que tu cerebro pueda imaginar, a todos los que amas, a todo lo que te rodea, sin que tú puedas hacer nada al respecto. — Lázuli tragó saliva, en su garganta se formaba un nudo. Él tenía una estrategia impecable, él le había ganado. — y en mi juego... No hay lugar para trampas — afirmó.
— lo haré — Lázuli se rindió. Sin embargo solo tenía un bloqueo mental... Ya pensaría en algo, después de todo, era Lázuli Glaslow.
— Ah, y le dije a tu equipo que había un traidor entre ellos... Adivina quién es — ciertamente infantil. Era obvio quién era. — y si se te ocurre escapar... Morirás de inmediato. Debes ir a buscar a Verónica, ¿comprendes?
— si, lo que digas — estaba harta, fastidiada de Leviatán y sus jueguitos. Pero aceptó.Lázuli y su equipo, los integrantes de Phoenix, partieron en búsqueda de Verónica, quien en ese momento estaba ocupada entrenando para combatir sombras, sin saber que Leviatán tenía planes diferentes.
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Lycriself
FantasyImagina que el universo no es como lo conoces; imagina que depende de un planeta en el centro de todo, y que ese planeta es gobernado por un rey sabio y justo. Ahora piensa que el heredero de aquel rey no es igual de sabio y justo, y el centro del u...