VII

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—Están cerca— afirmaba Lázuli. Podía sentir la presencia de sus dos víctimas, sin embargo sus planes eran diferentes a los que Leviatán ya le había asignado. Solo el tiempo y las circunstancias dictarían la sentencia o salvación tanto de Félix como de Verónica. Algo que, más adelante, podría salírsele de las manos a la hermosa chica de cabello azul.
—Nuevamente Lázuli, no tengo idea de lo que planeas— Jayden la seguía de cerca, pero no se atrevía a enfrentarla. Claramente la chica era mucho más fuerte que él, aún teniendo en cuenta que su cabeza estaba evaluada en un precio muy elevado.
Los demás integrantes del grupo la seguían, porque era una criatura astuta y estratégica. Además de ser la segunda al mando, por obvias razones.

Lázuli te va a traicionar, y lo sabes Lacriel— le decía Leviatán al joven heredero. Ciego de amor, esclavo de lo prohibido; se limitaba a escuchar sin tener sentido común alguno.
—Tú fuiste quien le asignó esa ridícula misión. Sabes que esa princesa-rebelde blunaraniana es astuta— Lacriel estaba al corriente de lo que sucedía con Lázuli, pero ya no tenía el mando... Ahora él era la voz en el cuerpo de alguien más. Su propio cuerpo ya no le pertenecía, a duras penas llegaban a su mente recuerdos de lo que solía sentirse caminar, mover sus dedos, hacer su voluntad. Pero Leviatán solía ser la oscuridad misma, habitando el universo desde tiempos remotos mucho antes que la luz... Tomando cuerpos, identidades y almas a quien se lo permitiera; por lo tanto no iba a perder contra la astucia de Lázuli.
Me adelanté a los hechos Lacriel. Ella sabe la ubicación de tu hermanita, y gracias a un pequeño implante... Nosotros también lo sabremos— Una sonrisa se formó en un rostro sombrío, tal vez de Lacriel, o de Leviatán, o de ambos. El rostro solo sonreía. —Pero no nos conviene que estén juntos. ¿Qué te parece una sombra especial para separarlos? Será divertido ver una criatura titánica aplastarlos como si fueran hormigas— a tal proposición Lacriel accedió. Y ninguno del grupo Phoenix tenía idea de lo que le esperaba.

De la tierra emergió una sombra de dos cabezas piramidales y enormes fauces. Sin ojos ni otro sentido, pero con cuatro brazos y una coraza empedrada cubriendo a todo el ser como si de su piel se tratara. Dos espadas y humo sombrío tóxico como aliento. Con su proporción titánica daba pasos saliendo de la montaña.
Y Lázuli se dio cuenta de que una batalla estaba por comenzar.
Cristalizó una enorme espada y un escudo, y empezó a buscar un punto débil sin éxito alguno. El monstruo rugía como mil demonios, con sus cuatro brazos causando destrucción. Con una voz infernal le gritaba a Lázuli las órdenes que debía seguir si quería evitar que se derramara sangre esa noche.
LEVIATÁN TE QUIERE SOLO A TI, LÁZULI. HAZ LO QUE SE TE HA PEDIDO LO MÁS PRONTO POSIBLE. Y SI TÚ NO TE DESHACES DE TU ESTÚPIDO EJÉRCITO ¡YO LO HARÉ CON MIS PROPIAS MANOS INDESTRUCTIBLES!— Lázuli sintió el suelo temblar mientras la bestia hablaba. Inmediatamente les ordenó a todos huir lejos mientras la bestia rugía impasible. Observaba todo su séquito desvanecerse de nuevo mientras maldecía la ley de "divide y conquistarás". Solo uno se quedó a su lado, sin armas y con ojos rojos de furia pura.

—También debes irte, amiguito— le dijo Lázuli al joven a su lado.
—Nunca— le afirmó.
¡LÁRGATE O SERÁS DESTRUÍDO!— Gritaba el titán.
—Seré tu secuaz— le dijo a Lázuli tomando su mano. Si la estrategia de Leviatán era dividir, entonces ellos debían permanecer unidos.
EL GRAN SEÑOR LEVIATÁN ACEPTA— Dicho esto, la criatura se enterró a sí misma en la montaña.

—¿dónde están, Lázuli?
—En el refugio. Atravesando la selva

Ambos siguieron el camino, mientras tenían una fuerte carga moral. Solo dos peones, en el juego de ajedrez más retorcido del universo.

LycriselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora