Capitulo 3.

168 46 12
                                    


Me parecía maravilloso poder observarla ante mí y no a la distancia. Como su cuerpo bailaba entre la multitud y la cantidad de humo que había a su alrededor. Parecía un espejismo casi incierto que la pequeña chica estuviera conmigo, pero no podía jurar que la verdadera Beezus Greer Lowell se hallaba ante mí moviendo su pequeña figura al compás de la música.

Sus caderas eran agitadas suavemente desde la derecha a la izquierda. Sus labios eran mordidos por sus dientes. Y sus ojos me observaban enfundados en un pequeño mar de fascinación. Las leves carcajadas que brotaban de sus finos labios llenaban mis sentidos auditivos de pura voluptuosidad –Sin remarcar-. Como en mi inmaculada mente desvestía a la jovencita sin problema alguno.

Mediecillas que llegaban hasta sus rodillas, shorts ceñudos, una fina camiseta que dejaba a la vista la marca de sus rezongados pezones, labios rosas con una fina capa de un color rojizo y la gran corazonada que sentía al saber que esa chica era digna de pintar y escribir en cualquier poema erótico.

Quería desvestir aquellos labios con mi lengua y quería que su boca se dejara desvestir por esta sin oponerse a ello. No me bastaba con desvestirla únicamente con la mirada, quería tocar y sentirla como nunca lo he hecho, quería sentir por primera vez que era tocar su piel.

— ¡Ay cariño, te quedaste dormido!—abrí los ojos desesperadamente al escuchar a la mujer a mi lado—. La alarma lleva sonando más de una hora. ¡Harry no te paraste por andar soñando!—rechisto la mujer sacándome de la cama.

—No estaba soñando—negué a todo lo que decía—. Estaba despierto..., solo tenía los ojos cerrados—suspire mientras sentía como la mujer estaba dirigiéndome al baño.

—Vamos cariño, no es tiempo de discutir, lo haremos en el auto, ahora tengo que bajar a preparar todo—rechisto desesperada.

Vi todo a mi alrededor con pereza –como lo hacía casi siempre-, me encamine hasta la bañera y me senté en el borde de esta cerrando los ojos nuevamente para recordar una vez más con la jovencita que había soñado. Sonreí como un tonto y sin pensar más de lo normal, hice todo lo que tenía que hacer para llegar a la segunda clase a tiempo. Mi madre conducía a lo loco por las calles sin importarle que la ley fuera detrás de ella, sin mencionar. Que me hallaba desayunando en el interior del auto junto con la mujer a medio vestir para una entrevista de trabajo.

Daba gracias a dios que no hubiera transito, mas sin embargo, no agradecía mucho ya que los dos llegaríamos tarde el día de hoy.

—Harry podrías pasarme los tacones que están en la parte trasera—pidió al momento en que pintaba sus finos labios. Deje el tazón en donde comía sobre sus piernas para coger la caja de zapatos que me pedía, para después entregársela—. Gracias cariño—agradeció. Luego de 15 minutos, la mujer había estacionado la camioneta en el estacionamiento del lugar en donde estudiaba—. Bueno, aquí estamos—sonrió ampliamente indicándome que saliera. Salí del auto con el tazón entre manos sin decir una palabra—, nos vemos más tarde Harry—le sonreí. Suspire con fuerza sin apartar la vista de la gran camioneta color azabache que desaprecia a lo lejos.

Estaba preocupado por mi madre el día de hoy, ya que técnicamente era mi culpa que llegara tarde a la entrevista por andar soñando con una jovencita que no me conviene.

—Así que no soy el único que llega tarde el día de hoy—escuche a Gibb canturrear. Al momento en que paso su brazo por encima de mis hombros.

— ¿Qué cuentas Gibb?—salude en modo de pregunta al castaño notando a la coqueta jovencita que venía con él, un vestido floreado que llegaba por encima de sus rodillas, un leve escote y unos tacones un poco bajos—. Alissa—baje la cabeza en modo de saludo para la chica.

¡Hey Poppy! Fucked, fucked Poppy |H•S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora