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No sabía si estar feliz o odiar el hecho de que el año estuviera pasando tan rápido.

Faltaban menos de tres meses para que el año terminaba.

Faltaban menos de dos meses para la boda de Harry y Rachele, menos de dos meses para que probablemente le contara la verdad sobre Rebecca.

Por suerte no había vuelto a tener contacto con él desde el lunes ni con Nataly. Rachele no había ido esta semana a mi oficina lo cual es realmente extraño ya que ella suele ir prácticamente de lunes a viernes.

Era sábado y con Becca y Lizbeth decidimos ir al cine.

Mi hija quería ir a ver cigüeñas que se había estrenado hace poco y debo admitir que también me causaba interés verla.

Por otro lado, Lizbeth sólo iba por acompañarnos.

—¿Les molesta si Niall va con nosotras? Le conté que iríamos al cine y él quiere acompañarnos—nos dijo Liz mientras íbamos en el auto.

—A mi no ¿a tí Becca?—dije.

Ella frunció el ceño.

—No lo sé, aún estoy molesta con él.

Liz tecleó algo en su teléfono y segundos después volteó a ver a Becca para leer el mensaje.

—Dice que quiere invitarte un helado de disculpas.

—Dile que puede ir—dijo rápidamente Becca y yo reí.

Cuando llegamos al centro comercial, caminamos un rato esperando a que Niall llegará, quien hizo acto de presencia quince minutos después que nosotras.

—¿Qué película veremos?—preguntó.

—Cigüeñas—le respondió Becca.

—¿Cigüeñas? ¿esa en la que muestra cómo los bebés llegan al mundo o algo así—preguntó.

—Sí, como llegan a través de las cigüeñas—le dije y él asintió y miró a Becca.

—¿Sabías que tú llegaste a través de una cigüeña?

—Si, y tu también.

—A mi me trajeron dos cigüeñas porque yo era un bebé gordo—Becca rió.

—¿Cuántas cigüeñas me trajeron a mi, mamá?—me preguntó.

—Sólo una porque era una cigüeña muy fuerte—ella asintió.

—Sasha y yo iremos a comprar la comida y las entradas, ustedes vayan por ese helado—dijo Liz.

—Esta bien pero yo invito todo—dijo Niall sacando su billetera.

—No te preocupes...—dije.

—Insisto, yo las invito—nos entregó 200 dólares y él se fué tomando la mano de Becca.

—Que lindo es—suspiró Lizbeth mientras comenzamos a caminar.

—Harían linda pareja y si se casaran sus hijos serían rubios—dije y ella sonrió—Y si algún día se perdieran, todos nos haríamos la pregunta ¿dónde están las rabias?—ambas reímos por las cosas sin sentido que estaba diciendo pero no lo sé, hoy me sentía feliz.

—¿Qué te trae de tan buen humor?—me preguntó.

—No lo sé, me llegó el período el miércoles y hoy terminó, creo que es eso—dije.

—Seguro—habló irónicamente.

—¿Qué quieres decir?

—Puede que ayer haya sonado tu teléfono y haya visto un mensaje de un tal Dylan—abrí la boca indignada.

Wedding Planner {hs}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora