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—No entiendo porque nos pusieron solo a nosotros dos a vender. —Mi amigo patea con fuerza el carrito de helados.

—Es que somos los nuevos. —Le digo mientras me siento en el carrito. —Ahora dale, que aún falta la mitad.

Mientras Chan empuja el carro conmigo encima yo voy gritando que vendemos paletas por los pasillos de la escuela. Las paletas se van acabando con rapidez y la verdad ya me lo esperaba, puesto que en el día deportivo siempre hace calor y al acabar las jugadas los deportistas siempre vienen corriendo por algo frío.

—¿Cuántas quedan? —Pregunta Chan.

—Siete. —Me enderezo y veo hacia todos lados.

Todos a nuestro alrededor llevan una paleta en su mano y la verdad por el momento no hay a quien venderle. Mis ojos se detienen en un pequeño grupo de siete personas, sentados en una banca y alejados de todos los demás. No portan ropa deportiva y están jugando cartas.

—Vamos. —Jalo la manga de mi amigo.

—¿Estás loca? —Empiezo a empujar el carrito al ver que Chan no tiene intenciones de hacerlo. —¡Nadie se acerca a ellos!

—Nos quedan siete paletas y ellos son siete.

—¿Qué te hace creer que te comprarán?, mejor dicho, ¿Qué te hablarán?

—Eres un exagerado. —De repente Chan se para en frente de mí, deteniéndome.

—Nara, llevo más tiempo aquí que tú. No vayas. —Ruega.

Ruedo los ojos y sigo con mi camino, a Chan no le queda más remedio que acompañarme y debo admitir que mientras más nos acercamos más nerviosa me pongo. Todos tienen una cara bonita pero la verdad es que se ven muy intimidantes. Al estar a cinco pases trago saliva y me paro en frente de ellos.

—¡Hola! Estamos vendiendo paletas heladas para el fondo del comité. —Les sonrío. —¿Les gustaría una?

¡Me ignoran! ¡Me están ignorando! Me hierve la sangre y sin pensarlo azoto mi mano en la mesa, pensé que sobresaltarían debido al impacto pero en lugar de eso siete pares de ojos me voltean a ver con aburrimiento. Les repetí la misma oración y ahí todos dan una risa burlona y siguen con su juego, ¡Se estaban burlando de mí! Otra vez no pienso mis acciones y acto seguido me pongo de pie en medio de la mesa. De nuevo, todas las miradas sobre mí, estaba a punto de hablar pero una voz a mis espaldas me calla.

—Niña, vete a jugar por ahí, no queremos tus estúpidas paletas.

Me volteo lentamente a ver al portador de aquella ronca voz. Al verlo mi mandíbula cae, ¡Es precioso! No sé cuánto tiempo me le he quedado viendo, ni siquiera sé si lo estaba viendo con la boca abierta o no. Mi amigo me hace señas detrás del chico y gracias a él logro despertar de mi trance. Me siento en el medio y estaba lista para bajarme de la mesa pero su voz vuelve a detenerme.

—Si quieres sácame una foto, durará más.

Primero niña, segundo insulta a mis paletas y tercero, ¡Se burla de mí! La verdad me gustaría pensar antes de actuar puesto que esta vez mis acciones me traerán muchos problemas. Mi puño impacta en su gran nariz haciéndolo caer de espalda al suelo. Acto seguido me tapo la boca con mis manos, impactada de lo que he hecho. Y es que estoy impactada porque no suelo ser una persona que recurra a la violencia.

Todos ven al chico en el suelo y luego a mí. Me bajo de la mesa con rapidez sin saber que decir, ¿Debería disculparme? ¿O debería decirle que se lo merece? El chico se para de un salto y después me toma del cuello de mi blusa, su cara está a centímetros de la mía y lo único que hago es cerrar los ojos con fuerza, por un momento tengo el extraño deseo de que me bese, pero es más probable que me devuelva el golpe, mucho más probable.

Siento como el puño en mi blusa se quita y como unas cuantas gotas caen en mi cara. Chan le ha tirado toda su botella de agua encima y acto seguido se da a la fuga, tampoco me quedo a saber que pasará después, puesto que salgo corriendo despavorida en la dirección opuesta de mi amigo.

Cuando estoy muy lejos y escondida en el baño de mujeres más alejado me tomo el pecho que sube y baja sin control. Me siento en el piso y espero treinta minutos antes de salir, cuando estoy a punto de hacerlo una llamada de Chan me detiene.

—¡Gracias! ¡Me salvaste!

—¡Me salve yo mismo estúpida! —Grita al otro lado de la línea. —Te dije que no fueras, ¡Te lo dije, te lo dije, te lo dije! —Sigue repitiéndolo que tengo que pararlo.

—Ya, ya. —Ruedo los ojos. —¿Dónde estás? Debemos volver por el carrito.

—Me fui de la escuela, ¿Crees que después de eso estaría hablándote si me hubiera quedado? Moriré joven por tu culpa. —Suspira frustrado. —En fin, voy camino a tu casa para contar el dinero y poner lo de las siete paletas que no vendimos y casi cobran nuestra vida.

—No estoy en la casa, sigo en la escuela.

—Nara, espero descanses en paz. —Frunzo el ceño. —¡Están buscándote tonta! En la salida hay dos y los otros cinco están buscándote por toda la escuela. —Hace un lloriqueo fingido. —Fue un gusto conocerte. ¿Qué quieres que ponga en tu lápida?

—Sí claro. —Ruedo los ojos. —Ya voy a la casa. —Digo mientras dejo el baño de mujeres.

Me callo de inmediato cuando veo a uno de los chicos a lo lejos, está viendo hacia todos los lados y al parecer está buscando algo. Me vuelvo a meter al baño de mujeres con el corazón en la boca. Chan tiene razón, están buscándome y es posible que no salga con vida esta vez. 

Hide & Seek → Jungkook (BTS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora