Derecho

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Gabriel escucho gritos en la entrada y fue a ver, entro en el momento justo para interponerse entre Dean y una mujer que creía haber visto antes. El mayor de los Winchester se veía fuera de sí, pero él no se sentía precisamente contento ahora que había escuchado lo que esa mujer le estaba reprochando a Dean. Él nunca estuvo muy de acuerdo con la relación, pero creía que el idiota ese quería a Cas y que con eso bastaba. Sentía ganas de partirle la cara pero resistía por respeto a la situación y a la señora Winchester. Pero cuando la noviecita de Sam entró gritando otra sarta de acusaciones se paralizó. ¿Que Castiel había hecho qué con Sam?

Sin darse cuenta soltó el agarre que tenía sobre Dean, y se quedó mirando a los recién llegados: la novia histérica y dramática, su hermano sonrojado y con la ropa torcida y Sam, agitado y con la camisa arrugada. Hacía unos minutos que había estado con él en la cocina y su aspecto era impecable y ahora... Evidentemente lo que la niña rubia gritaba no eran mentiras. Busco los ojos de Sam con los propios y al encontrarlos le sostuvo la mirada. No estaba muy seguro de que reflejaban sus ojos, pero le pareció ver algo parecido a una disculpa en los del Winchester. Quiso soltar una carcajada, ¿por qué tendría Sam que disculparse con él? ¿Por revolcarse con su hermano menor? ¡Ese drama no tenía nada que ver con él! En seguida Dean lo hizo a un lado y salió corriendo de ahí, con su madre gritando su nombre y Cas y Sam tras él. Sam le dirigió una mirada indescifrable antes de desaparecer llamando a Dean. Estuvo a punto de ir tras ellos, de decirle unas cuantas cosas al trío de estúpidos que habían mandado a la mierda todo por joder con gente que ni siquiera amaban, y dejar atrás ese lugar con gente susurrando de manera irrespetuosa y de esas dos estúpidas mujeres haciendo teatros demasiado ruidosos pero Mary lo detuvo.

— Gabriel —dijo en voz baja sujetando la manga de su saco negro. Él sólo la miro interrogante— Necesito tu teléfono, deje el mío en el hospital.

— Claro —respondió mientras le dejaba el aparato y hacía ademán de salir de nuevo, pero ella lo retuvo de nuevo, él se volvió dudando.

— Hay cosas que no necesitamos escuchar nosotros —fue lo único que obtuvo por respuesta, pero ella no le soltaba— ¿Serías tan amable de marcar los siguientes números por mí?

Mary le hizo llamar a quienes sabía que eran amigos cercanos de su hijo mayor, Gabriel no los conocía bien pero se había encargado previamente de informarles sobre la hora y lugar de las ceremonias planeadas, sin embargo aún no estaban presentes aunque le aseguraron por teléfono que estaban llegando. Apenas fueron unos minutos pero Gabe sentía que le retuvo una eternidad, podían escuchar algunos gritos pero no alcanzaba a distinguir de qué iba la discusión. Cuando por fin Mary le pidió que la acompañara a la calle a valorar la situación las chicas ya se habían calmado un poco con ayuda de algunos de los presentes. Al salir a la calle se encontraron con una escena peor de lo que ambos esperaban: Sam en el suelo, Dean forcejeando en brazos de unos tipos y Castiel de pie con una expresión que hacía pensar que estaba en estado de shock. Mary ahogo un grito y él apretó demasiado fuerte los puños en un intento por no hacer nada imprudente pero no paso mucho tiempo antes de que se acercará a Sam y verificará por su cuenta su estado mientras escuchaba a una mujer pedir una ambulancia. Algo creció en su estómago y se fue haciendo más grande e impetuoso, pero cuando levanto la mirada en busca de Dean Winchester no lo encontró y tampoco a Castiel.
Quiso irse. Detestaba las riñas familiares; cuando había huido de casa había sido por una estúpida discusión entre sus hermanos mayores con su padre involucrado, y él, en lugar de quedarse y ser parte de esa desagradable actuación en la que personas que se querían se lastimaban por idioteces, se había ido. Las peleas familiares eran como prender una fogata en la cocina cerca de las cortinas, no tenía razón de ser y sólo dejaban daños en el lugar y algunas cosas se perdían para siempre. Así que quiso irse de ahí, pero esta vez no pudo huir cuando no le prestaban atención. No pudo dejar a Sam así, y no pudo evitar seguir a la ambulancia en su auto con Mary sentada a su lado y la silla de ruedas doblada en la cajuela.

But please don't cry, you liar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora