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Yo, por mi parte no dejaba de pensar en Santi y Olga. No era que estuviese celosa pero no acababa de verlo claro.
Quería que Olga fuese feliz, pero con Raúl y no con Santi.
Me pasé parte de la noche dando vueltas, pensando en si realmente me afectaba más de la cuenta. Comprendí que si.
No quería reconocerlo, pero me afectaba. Encendí la luz y cogí el móvil. 
Era consciente de la hora pero si seguía dándole vueltas, acabaría loca.
Primero llamé a Clara.
-Tengo un problema.
Tras asegurar a Sebastian cuando le arrebató el teléfono a Clara antes de que pudiese llamar a Luis, de que no habían entrado ladrones, que la casa estaba bien y de que yo estaba en mi cama a salvo, le devolvió el auricular a Clara para que esta dijese simplemente que tardaba diez minutos.
Luis fue igual de preciso. Les esperé en la entrada tras desconectar momentáneamente la alarma.
El coche de Sebastian derrapó frente a la verja diez minutos más tarde y tras él apareció Luis montado en su bicicleta.
Me sabía tan mal haberles llamado…
-¿Queréis que me quede?- preguntó Sebastian.
-No te preocupes. Yo la llevaré a casa después.
-Muy bien. Os quiero chicas.
-Aquí estoy- el pobre estaba sudando a pesar el frío. Les hice pasar a la cocina y preparé un poco de chocolate caliente para los tres.- ¿A que venía tanta urgencia?
Me pareció que ambos llevaban el pijama bajo la ropa. No pude evitar sonreír.
-Siento haber llamado a estas horas.
-No es la hora lo que nos preocupa. Dijiste que tenías un problema y por eso estamos aquí. ¿Qué ha pasado?- quiso saber Clara.
Les conté toda la historia. Desde mi encuentro con Santi hasta lo ocurrido aquella noche.
-¿Intentas decir que aun sientes algo por él?
Luis cogió su taza y la acercó lentamente a su boca para soplar y evitar quemarse.
-No lo sé- no me atrevía a mirarles. Estaba convencida de que pensaban que me había vuelto loca por sacarles de la cama por eso.- Cuando me ingresaron y Santi vino a verme, me prometí a mi misma que no dejaría que volviese a herirme. Le olvidé o lo intenté. Al besarle en el hotel, sentí que besaba al Santi que yo había amado entonces. Verle esta noche con Olga, irse juntos, aunque solo sea para darle celos a Raúl, me ha recordado algo que creía perdido.
-¿Y te parece justo?
-Sé que no lo es. No me gusta sentirme así. Detesto sentir celos de una de mis amigas y sobretodo, odio no entender porque me está ocurriendo todo esto.
-Creo que hasta ahora, has sido consciente por diversas razones que Santi era tuyo. Tú sabías que él te amaría siempre y él debía pensar lo mismo, pero el hecho de que haya ocurrido esto solo puede significar que ambos estáis preparados para seguir con vuestra vida.
-Clara tiene razón. Puede que lo que hayas sentido no sean celos, pero lo has interpretado de ese modo.
-¿Por qué entonces me siento mal?
-Se te pasará. No te preocupes. Es cuestión de tiempo.
Cuando salió el sol aun seguíamos allí. Cuatro tazas de chocolate y tres de café más tarde, cargamos la bici de Luis en el jeep y les acompañé a sus casas.

El teléfono sonó de nuevo. Había contado ya diez veces desde las ocho de la mañana.
Suponía que era ella. Tenía que evitarla. No quería verla y pensar en algo que ni siquiera podía recordar.
Prometió no volver a beber en su vida.
Les había dicho a los chicos al día siguiente de “la gran noche” que era la hija de un compañero de trabajo de su padre y que eran amigos. De este modo evitó más preguntas.
Por otro lado, tenía que hacer algo, así que a la duodécima vez que llamó, descolgó.
-Ya era hora.
-¿Nico?- ¿entonces no solo había sido Claudia la que le llamaba?
-¿Se puede saber que hacías?
-Estaba distraído… ¿Qué pasa?
-Mónica me ha llamado hace un rato. Estaba preocupada porque no le cogías el teléfono y no quería llamar a casa para no despertar a nadie.
¿Así que yo también le había llamado? ¿Y si de todas esas veces, Claudia no había llamado ninguna? Estaba tan convencido de que era ella que no se había molestado en mirarlo y ahora por culpa de eso yo estaba de los nervios.
Había acudido a Nico sin pensarlo.
Después de dejar a Luis y Clara tenía ganas de estar con él, sobretodo porque hacia casi dos días que no le veía y también porque no me sentía del todo bien conmigo misma por todo lo que me había pasado por la cabeza.
-No me di cuenta. Estaba distraído.
-¿Ha pasado algo entre vosotros dos?
-Han pasado muchas cosas, pero las hemos arreglado.
-¿Me lo quieres contar?
-Para empezar, su ex volvió y quedaron para hablar.
-¿Y?- aquello no le gustaba nada.
-Nada más.- lo pensó mejor y prefirió no decirle nada acerca de lo ocurrido con Claudia y Santi. A veces era mejor ocultar cierta parte de la verdad. Si se lo contaba, no dudaba que cogería el primer tren para darle una paliza. Prefería tener a Nico lejos, sobretodo en cuanto me contase la verdad.
Ya había decidido contármelo y arriesgarse a lo que fuese que estuviese destinado a ocurrir.
Tras colgar a su hermano, me llamó a mí.
-¿Cariño estás bien?
-Ahora sí- sonrió. Él momento se estaba acercando y él deseaba retrasarlo todo lo posible para no hacerme sufrir.
-Estaba preocupada. Llamé a Nico.
-Estoy bien. Me puse a hacer unas cosas y olvidé el teléfono en la habitación- mintió.
-Bueno, lo que pasa es que te echaba de menos y había pensado que podríamos quedar y pasar el día juntos. ¿Te apetece?
-Claro- ¿eran imaginaciones mías o le hacía la misma ilusión que tirarse en paracaídas desde un avión?- ¿Dónde quedamos?
-No tienes que acceder si no te apetece. Lo entiendo.
-Me apetece. De verdad.
-Entonces paso a buscarte. No tardo nada.- lo cierto es que no estaba muy lejos de su casa.
-Te espero entonces.- cuando colgamos, dejé lo que estaba haciendo y puse el coche en marcha. Acababa de reservar la habitación de hotel para el regalo de navidad de Javier. Por fin tenía su regalo.
Mientras esperaba, Javier reunió todo el valor del que era capaz para superar lo que se nos venía encima.
Les había dicho a sus padres que se marchaba conmigo pero que no creía que tardase en volver.
Me detuve frente a la entrada de su casa. Javier subió al coche y me besó dulcemente para mi sorpresa. Yo esperaba que después de aquellos dos días, se me tiraría encima. Decidí no darle importancia, quizá solo se lo guardaba para más tarde. 
-¿Dónde quieres ir primero?
-Me da igual. Elige tú.
-¿Te parece si vamos a tomar algo?
-Como quieras.
-¿Te pasa algo? Tengo la sensación de que esto no te apetece demasiado.
-No digas eso- esta vez me habló sin mirarme a los ojos.
-¿Y que quieres que piense? Hace dos días que no nos vemos y tú no pareces el mismo.
-Tú ya tenías tus planes- decidió que ya no lo soportaba más. Me lo iba a decir en ese momento aunque tuviese que comportarse como un capullo para hacerlo.
-¿Insinúas que es culpa mía?
-No- ahora miraba al suelo del coche.- Perdona. No quería decir eso.
-Si quisiste. Eso es lo triste.
-Tienes razón, y ¿sabes que más? Te mentí. Ha habido algo más entre Claudia y yo. Nos acostamos el otro día que salí con los chicos.- Ya está. Lo había dicho.
Detuve el coche para mirarle. No podía reaccionar.
Una a una, las lágrimas salían de mis ojos y resbalaban por mis mejillas. Ni siquiera hice ademán de secármelas. Me volví hacía él, que seguía sin mirarme. Estaba furiosa. Le odiaba.
-Baja del coche por favor.
-Mónica…- se volvió hacia mí. Lo que vi en sus ojos… jamás había visto un dolor tan grande como el que había en sus ojos.
-No quiero saber nada más de ti. ¿Quisiste vengarte, no? Enhorabuena. Lo has conseguido. Te quiero fuera de mi vida.
Aparté la mirada. Quería huir. Conducir hasta que me quedase sin gasolina. Quería sentirme protegida de nuevo.
Conduje hasta llegar a mi destino.
Aparqué en segunda fila y me abrí paso entre la gente.
-Un billete para Cádiz. Solo ida.
Tenía que volver a ver a Nico. Solo me sentía protegida cuando estaba a su lado.
El tren salía a las nueve de la noche. Tenía solamente unas horas para dejarlo todo listo y despedirme de las personas que eran importantes para mí.
Llamé a mis amigos citándoles en la cabaña. Despedirme de ellos era sin duda una de las cosas más duras que iba a hacer en mi vida.
Cuando les expliqué mis motivos, todos enmudecieron.
Ninguno estaba de acuerdo y más de uno deseaba encontrarse con Javier.
-¿Qué vas a decirles a tus padres?
-Que me voy a pasar unos días allí. Aun faltan dos semanas para el baile y para entonces estaré de vuelta. Después de eso, ya veré.
-No puedes huir toda la vida.
-Nadie puede- Raúl sabía que aquello también iba por él- y sin embargo, es lo único que sabemos hacer.
Cuando me iba a casa para hablar con mis padres, propusieron ir a despedirme. Me negué. Quería hacer aquello yo sola.
-Os avisaré cuando llegue. Lo prometo.

No hay dos...¡Sin tres! (Serie Love 04) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora