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Dos semanas más tarde, ya de nuevo en el instituto, volviendo a la vida de siempre, mientras cogía mis cosas para irme a casa, mi teléfono sonó provocándome un susto de muerte. Estaba casi segura de que lo había puesto en silencio.
-¿Diga?
-Hola niñata.
<<Miranda>>
Me alejé de los demás e intenté calmarme. Como si fuese tan sencillo.
-¿Que quieres?
Se rió.
-¿Acaso no es evidente? ¿De verdad pensabas que te habías desecho de mí?
-Nunca pensé eso.
-Tengo que proponerte una cosa. Supongo que estarás interesada. Tu y yo. A solas. Creo que ya va siendo hora.
Ciertamente si.
-¿Donde?
-Ahora. En la cala principal.- antes de despedirse, añadió.- Y niñata, no se te ocurra decírselo a nadie. Tomaría represalias. Supongo que eso lo sabes.
-No se lo diré a nadie.
Y no pensaba hacerlo. Quería demasiado a los míos como para ponerles en peligro.
Cuando volví a clase para despedirme de ellos, Javier me miró fijamente.
-¿Pasa algo? Estás un poco pálida.
Me apresuré a negar con la cabeza.
-No, que va. Para nada.
-¿Seguro?
-Si, por supuesto. Tengo que irme ya. ¿Nos vemos por la noche, vale?
-Claro.
Me sentía mal por mentirle pero no quería que supiese a donde me dirigía. Eso solo le preocuparía y además, insistiría en acompañarme.
En ningún momento pensé que se había quedado preocupado por mí y que le pediría el jeep a Dani para poder seguirme de lejos.
-¿Quieres que te acompañemos tío?
-No, tranquilos. Quizá son solo imaginaciones mías.
-Hasta mañana entonces.
-Hasta mañana.

Cuando llegué al lugar citado por Miranda, me temblaba todo.
Aquella situación me superaba. Apenas podía respirar pero era algo que debía hacer. No podía retrasarlo más.
Casi podía verla sonreír desde lejos. Me estremecí. Aquella sonrisa siempre me había puesto los pelos de punta.
Sin embargo, esta vez Miranda no dirigía esa sonrisa hacía mí.
-¡Mónica cuidado!
Me volví de repente al escuchar la voz de Javier a mi espalda y me encontré cara a cara con un hombre que me provocó la misma horrible sensación que Miranda justo antes de que este me golpease.
Antes de perder el conocimiento, vi a Javier correr hacia donde yo estaba, tropezando con sus propios pies al no poder llegar antes. Después, todo se volvió oscuro.

No sé cuanto tiempo pasó hasta que recobré el conocimiento. Solo sé que estaba oscuro, el aire estaba cargado y había mucha humedad.
Parpadeé un par de veces hasta que los ojos se ajustaron al lugar.
En medio de aquella oscuridad, me pareció ver un reflejo. ¿Tal vez un espejo?
-Por fin te tengo niñata. Ahora estás en mis manos.
Miranda se acercó por uno de los lados con un gran cuchillo en la mano.
Tragué saliva. Nunca había sentido tanto miedo.
-¿Donde está Javier?
-Él estará bien. No le pasará nada. Deberías saber que es mío. Me pertenece.
-Eso no es verdad. Javier jamás estará contigo de nuevo. No volverá contigo.
Ella se pasó la punta del cuchillo de un lado al otro del labio.
-Yo no estaría tan segura. Supongo que antes pensaba que mentía pero ahora estás aquí. Te tengo y puedo hacer lo que quiera contigo. Te prometo que no lo pasarás bien en absoluto. Voy a destrozarte niñata.
-¿Por que?
-¿Como te atreves a preguntarme eso? ¡Me quitaste a Santi!
-Yo no te quité nada Miranda. Santi se fue contigo. Me dejó por ti.
-Y a mi por ti. Si no fueses tan débil ahora quizá no estaríamos aquí, pero lo cierto es que en parte me alegro. Siempre te has creído superior a mí. Me has quitado lo que más me importaba. ¡Javier me dejó por tu culpa estúpida! 
-Te dejó porque no te quiere. Es a mi a quien quiere. No puedes obligarle a que esté contigo si eso no le hace feliz.
-¡Cállate!- esa fue la primera bofetada. La primera de muchas.

-¿Quien eres?
-No creo que eso te importe. 
-¿Por que haces esto? ¿Que te ha echo Mónica?
-Le ha echo la vida imposible a mi chica. Miranda es lo suficientemente importante para mí como para hacer cualquier cosa por ella. Incluso esto. De todos modos, no es mi primera vez en esto.
-Tu eres Julio- él no pareció sorprenderse de que le reconociese. Javier lo sabía a través de Claudia. Ella le había contado que Miranda había mantenido una relación con un asesino que por aquel entonces estaba en la cárcel.

-¿Que cambiarás con esto Miranda? Si me haces daño, Javier jamás te lo perdonará. Seguirá sin querer estar contigo. ¿Por que no nos dejas en paz?
-Jamás. Nunca debiste interponerte. Debiste quedarte con el imbécil de Nico, pero preferiste a Javier. Eres una egoísta.
-La única egoísta eres tú Miranda. Desde Santi que tu única finalidad es hundirme.
-Te lo mereces. Tu siempre tan perfecta, tan buena, tan gran persona. Te odio. Acabaré contigo niñata.
Deslizó la hoja del cuchillo por mi mejilla y apretó.
El sonido de mi voz fue lo último que salió de mi garganta antes de perder el conocimiento de nuevo.

Javier intentó ponerse de pie al oír un grito ensordecedor.
-Déjame ir. ¿Que le estáis haciendo?
-Tranquilo. Miranda solo está jugando con ella. Después me tocará a mi y yo voy a disfrutar de lo lindo. Me gusta tu chica. Tienes buen gusto. Intentaré ser amable con ella.
-No te atrevas a tocarla hijo de puta. Te mataré si la tocas.
-Escuchame bien niñato. Si estás vivo es únicamente por Miranda pero te aseguro que estoy deseando matarte con mis propias manos. No hagas que me enfade.
-Mátame si quieres, pero deja que ella se marche. Ella no te ha echo nada. Tu rabia es conmigo.
-Voy a serte sincero chaval. Si estoy fuera de la cárcel es precisamente para matar a esa niña. Es lo que Miranda quiere.
-¿Tu te estás oyendo? ¿Vas a obedecer a una cría caprichosa en algo así? Miranda está enferma de la cabeza.
Julio sonrío.
-En ese caso, hacemos buena pareja.
-Estás tan loco como ella.
-No te confundas. Yo estoy peor.

Miranda me echó un cubo de agua fría por encima para que me despertase.
-No quiero que te pierdas nada de esto niñata. Voy a disfrutar mucho acabando contigo.
-Esto no cambiará nada. Por favor Miranda, deja que nos vayamos.
-Nunca. Ve haciéndote a la idea. No vas a salir de aquí con vida.
-¿Y que pasa con Javier?
-Él se irá conmigo. Quizá esté triste unos días pero lograré que te olvide pronto.
-Estás equivocada.
-Me parece que no.- me cogió la barbilla con una mano y examinó la herida.- Esto te dejará cicatriz, aunque bien pensado, no importará si estás muerta, ¿verdad?
-Te has vuelto completamente loca. Has perdido el juicio.
-Ya te advertí que no te convenía cabrearme. No aprendes. Claudia tampoco.
-¿Que le has echo?
-Nada. Aun.
-¿Que le pasará a ella?
-Lo cierto es que aun no lo decidí. Tengo tiempo para pensarlo. 
-No le hagas nada. Dejala. Creo que es bastante ya que la persona que ama no sienta lo mismo que ella y que además, se niegue a dirigirle la palabra.
-Tu siempre tan buena.
-No es bondad Miranda. Es mi modo de ser. 
-Ese es precisamente tu problema.
-Por favor Miranda.
-Puedes suplicar todo lo que quieras, pero no te marcharás de aquí.
-¡Entonces mátame de una vez!
-Todo a su tiempo.
Volvió a deslizar el cuchillo por mi cara y siguió deslizándolo hasta llegar a mi brazo derecho. Allí volvió a apretar haciéndome otra herida.
Esta vez no grité, ni me desmayé. Dejé que las lágrimas se amontonasen en mis ojos, obligándome a no derramarlas. No lo conseguí.

No hay dos...¡Sin tres! (Serie Love 04) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora