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Nico por su parte no quería ni pensar siquiera en lo que implicaría ir con Chloe a hacer ese viaje.
Tampoco quería enfrentarse a lo que se encontraría cuando llegasen.
El recuerdo del sueño seguía muy presente en su cabeza.
Él había ayudado a su hermano para que este pudiese arreglar su situación conmigo y una parte de él se alegraba de que Javier hubiese encontrado la felicidad, pero ¿por que no había luchado más por su propia felicidad?
Estaba claro. No hubiese echo otra cosa que alargar lo inevitable y ya estaba cansado.
Intentó por un momento olvidarse de todo, pero nada más tumbarse en la cama al llegar a casa tras un largo paseo después de que Chloe se marchase, ella fue lo primero que vio al cerrar los ojos. No podía quitarse de la cabeza su sonrisa, cuando fruncía el ceño o el modo tan gracioso con el que movía las manos cuando hablaba.
Sacó la servilleta del bolsillo del pantalón y miró de nuevo el número escrito.
¿Y ahora que?

Tenía la sensación de que el avión no despegaba. ¿Acaso no iban a ponerse en marcha nunca?
Se miró nervioso las manos.
Tenía que llegar cuanto antes y arreglar ese desastre. No podía permitir que Olga siguiese ignorando cuales eran sus sentimientos. Quizá ella ya no sentía nada por él, pero por lo menos había tenido el valor de decirle que le amaba en su momento, sin embargo él lo único que había echo era complicarlo aun más en lugar de decirle que cada vez que la miraba sabía que ella era la mujer de su vida, que la amaba como no había amado nunca en su vida y que estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de estar con ella.
Por fin despegó el avión.
Durante las cinco horas de viaje, pensó detenidamente lo que le diría en cuanto la tuviese delante.
Parecía más fácil de lo que en realidad era. 
Echó la cabeza hacia atrás y suspiró.
Que complicado que era el amor.

Olga se hallaba en su habitación mirando a través de la ventana. Hacia apenas una hora que había empezado a llover y ella se sentía completamente sola.
Irse con Santi había sido una buena idea al principio pero ahora mismo no deseaba estar allí.
Mientras esperaba a que este fuese a buscarla para ir de nuevo al centro a dar una vuelta, pensó en Raúl.
¿Acaso se sentiría así si fuese él quien fuese a buscarla? ¿Se sentiría como si fuese una prisionera en aquella casa? Suspiró. Seguro que no.
Raúl era un idiota, un cabezota y terco, pero era el chico del que seguía enamorada como una quinceañera. Otro suspiro.
Ahora ya era tarde para echarse atrás. Había decidido dar el paso y darle la oportunidad a Santi. Quizá con el tiempo las cosas serían distintas y no se sentiría tan mal.
Recordó la noche en la que Raúl y ella se encontraron en la cabaña tras haber salido por separado y posiblemente haber consumido alcohol suficiente como para no volver a probarlo en la vida.
No había sido su imaginación. En cuanto le dijo que había aceptado ser la novia de Santi, algo cambió en Raúl y ella era la culpable de eso.
Aun así, ella debía mirar también por su felicidad, ¿o no?
Menuda felicidad...

Chloe acababa de salir de la ducha cuando llamaron a la puerta,
No estaba esperando a nadie. De echo, no hacía mucho que había decidido que ni siquiera comería en el hotel de modo que no podía ser el servicio de habitaciones.
¿Donde estaba el albornoz?
Al cogerlo para ponérselo le vino el recuerdo de Nico con él.
Estaba segura de que si se lo acercaba a la nariz olería a él.
Llamaron de nuevo haciéndola volver al mundo real.
Tras un suspiro se acercó a la puerta.

Pensó en llamar una vez más pero quizá no estaba.
Le había costado mucho dar el paso de ir hasta allí y al final quizá no tendría la oportunidad de verla ni de hablar con ella.
¿Que pretendía yendo hasta allí? Aun no había decidido nada sobre el viaje y no sabía que hacia allí plantado.
Sin embargo cuando se abrió la puerta se quedó sin aire.
Vestida únicamente con el albornoz que unos días antes le había cubierto a él y el pelo suelto y mojado sobre los hombros... Nada podría haberle atontado tanto como aquella visión.

Dios mío, estaba guapísimo...
¿Por que demonios se le había detenido el corazón? Todo por él.
-¿Que haces aquí?- consiguió decir intentando no tartamudear.
-No lo sé.
-Quizá debiste pensarlo antes de venir.
-No lo pensé. No creí que necesitase un motivo para verte.
¿Por que? ¿Por que tenía que decir eso? ¿Que quería de ella? Volverla loca, seguro.
-¿Quieres pasar?- se apartó a un lado para permitirle la entrada.
-Gracias. Espero no estropearte ningún plan.
-Lo cierto es que tenía pensado ir a comer por ahí. Eres libre de acompañarme si no tienes nada que hacer.
-¿No te importa?
Chloe se cruzó de brazos y le miró enarcando una ceja.
-De ser así no te lo hubiese comentado. Sé que al parecerme a mi prima no soy la mejor compañía para ti pero...
-Tal vez yo debería decir eso pero no es el caso. Es cierto que os parecéis pero siento que podría distinguiros con los ojos cerrados. Tú misma me demostraste lo distintas que sois en realidad el otro día.
Aquello si que le sorprendió.
Nico sonrió.
-Alegrate. Eso significa que mi patético espectáculo del otro día en el bar no volverá a repetirse.
-No digas eso de ti Nico.
-¿Por que? ¿Acaso no lo pensaste niña? Tú estabas allí. Me viste borracho, completamente solo con mi dolor y mi desesperación.
-Sé que tienes el corazón roto, pero aunque yo reconociese lo que dices no cambiará eso. Solo tú puedes cambiarlo. Date una oportunidad de empezar de cero Nico.
-¿Contigo?
-No creo que yo pudiese hacerte feliz. Aunque puedas distinguirnos sin problemas, tenerme a tu lado solo hará las cosas más difíciles.
-Supongo que eso significa un adiós, ¿me equivoco?
-Solo quiero que sepas que mantengo lo del viaje. Me marcho en dos días. Piénsatelo bien antes de decir que no.
-No me has respondido. ¿Es un adiós?
-¿Es lo que quieres?
Se acercó a ella acorralándola contra la pared.
Apretó fuerte los puños antes de golpear con ellos a ambos lados de la cabeza de ella.
-¡Maldita sea! No sé que es lo que quiero. Solo sé que estoy aquí contigo y nada más.
Hundió la cabeza en el cuello de ella aspirando el olor a jabón. Olía tan bien...
Chloe cerró los ojos y empezó a temblar.
-Por favor, no me tengas miedo. No me dejes solo.
Solo entonces, Chloe le abrazó.

Por fin estaba allí. Ahora ya no podía dar marcha atrás. Tenía que encontrar a Olga y decirle la verdad. 
¿Por donde empezar? Le temblaba todo. ¿Como reaccionaría ella cuando le viese? ¿Querría verle?
<<Por favor, que no sea demasiado tarde.>>
Buscó un taxi y le dio la dirección de la casa de Santi.
El trayecto le pareció aun más largo que el viaje en avión pero merecía la pena. Las cosas no podían terminar así entre ellos, ¿o si?

-Traigo novedades.
-Me das miedo cuando sonríes así.
-No sabía que conocieras el miedo.
-Deja de burlarte de mí nena. ¿Cual es el plan?
Miranda sonrío.
-Matarla, por supuesto.
-¿Y como tienes intención de hacerlo?
Miranda soltó una sonora carcajada.
-Yo no voy a hacer nada. Tú la matarás por mí. Al fin y al cabo, no te falta experiéncia.
-Me parece que olvidas algo importante.-levantó las manos para que ella viese las esposas.-Estoy preso nena.
-Por poco tiempo. Tengo toda la intención de sacarte de aquí.
Julio la miró confuso. ¿Como demonios iba a hacer eso? Estaba condenado. Después de todos sus asesinatos no tenía opciones. Ni siquiera se replantearían soltarlo por buena conducta, ¿verdad que no?
Sin embargo, mientras miraba a Miranda otro escalofrío le recorrió el cuerpo. 
¿Como demonios iba a sacarlo de allí?
¿Tenía pensado volar la cárcel? Porque sinceramente, no creía que hubiese otro modo.

-Nico mirame.
Este levantó la cabeza para mirarla directamente a los ojos. Esos ojos que le habían quitado el sueño durante las últimas noches.
-Perdona.
-No me pidas perdón. Tengo la sensación de que consigo sacarte de tus casillas.
-Supongo que algo de eso hay- sonrió- Haré ese viaje contigo.
Chloe se mordió el labio.
Una parte de ella deseaba saltar de alegría. La otra pensaba que ese viaje, lo cambiaría todo. Aunque pensándolo bien, la aparición de Nico en su vida, ya lo había cambiado.
-¿Por que?
-¿Has cambiado de opinión?
Negó con la cabeza.
-No creo que pudiera.
Él sonrió. Dios mio. Menuda sonrisa. Le temblaban las piernas.
-No quiero dejar pasar esta oportunidad. Solo por si acaso se te ocurriese no volver.
-Lo cierto es que esa era la intención.- pero él cambió eso también en sus planes. Ya no quería ir a ninguna parte sin que él la acompañase. Nunca creyó que quisiera quedarse en un lugar para siempre. Cualquier lugar en el que estuviese con él. No importaba si era bajo un puente mientras Nico se encontrara con ella.
-¿Así que tu intención era dejarme después de todo?
-Nunca me plantee quedarme en un sitio. Me encanta viajar. Ahora...
Nico se apartó de ella.
¿Por que se alejaba? De pronto sintió frío. Había olvidado por completo que solo llevaba el albornoz hasta que él se alejó. 
-Quizá ha sido un error que haya venido.
<<No digas eso. No lo digas.>>
-Nico yo...
-Buen viaje Chloe. Dale recuerdos a tu prima de mi parte cuando la veas.
Ella avanzó un paso y se detuvo al ver que se dirigía hacia la puerta.
-Espera.
Pero no lo hizo. Cruzó la puerta y desapareció de su vida.

-Yo abro- dijo dirigiéndose hacia la puerta. Total, le venía de camino.
En cuanto lo hizo su mano fue directamente a colocarse sobre su corazón.
-Hola Olga.
-¿Que haces aquí?- ¿Había ido a buscarla? No podía ser. ¿De verdad sus suplicas habían sido escuchadas?
Raúl sonrió dejándola allí muda. 
¿Donde estaba ese discurso que había preparado durante el vuelo?
Se le había escapado de la mente. Sin duda una señal inequívoca de que...
-Estoy enamorado de ti. Y sin esperanzas, creo.
Ella le miró sorprendida.
-Si me dejaras intentar demostrarte cuanto siento todo lo que te dije, que te amo... que te amo tanto que... que me duele...
<<Dios mío. ¿Que me dijo? Me dijo que me quiere. No puede ser. ¿Me quiere?>>
Olga se mordió el labio. Él la quería. 
Justo cuando consiguió reunir valor para decirle que ella aun le amaba, Santi apareció tras ella, rompiendo así el momento.

No hay dos...¡Sin tres! (Serie Love 04) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora