Ya se cierne la noche para ocultar mis lamentos
jamás sabrás el dolor que me carcome el alma
ni siquiera la amargura que se ha apoderado de mis ojos
que hoy no dejan de derramar sus lágrimas
en pos del amor que perdimos.
El invierno de mi corazón nunca termina
el frío se ha apoderado de cada uno de mis lamentos
sin misericordia ni contemplación alguna
he levantado una barrera de cristal desde la cual puedo observar
los años que pasan por mi cuerpo y acaban con la misma esperanza.
Hoy ya no tengo aspiración alguna
de volver a encontrarme contigo
ni de regresar a aquellos segundos maravillosos
que mil sonrisas me hicieron sentir
sin saber el hastío en el que hoy me sumiría.
Tiene que haber alguna razón que le devuelva a la vida
la capacidad de mirar de nuevo el amanecer
más no la puedo encontrar como antaño lo hiciera
no puedo volver a mirar al cielo en busca de estrellas
porque estás se han esfumado junto a ti.
Que castigo tan cruel es el de saberse desdichado
y no poder escapar de la aborrecible melancolía
si supieras cuanta desgracia es la que ha invadido cada una de mis horas
observo a mi alrededor y solo halló oscuridad
ni un atisbo de luz o de color al cual poder aferrarme.
Mis lágrimas continuarán cayendo por ti
y mi voz se quebrará en un débil lamento
sé que no vale la pena porque no conseguiré tu retorno
pero no soy más el dueño de mis emociones
solo me queda esperar el inminente anochecer.