– ¡¿Tuvieron una cita?!
Sí, esa era la voz de mi amiga Wendy, con cara de tonta gritando que tuve una "cita". Así lo veía ella.
– Yo no lo llamaría "cita".
– ¿Entonces cómo lo llamarías?
– Compartir una pizza mientras llovía.
– ¿Qué importa si llovía?
¿Qué importa? Importa todo, es que así fue como lo conocí.
– Ya no tiene caso, ni sé su nombre.
– Pues, ve y pregúntaselo.
– No es así de fácil.
– ¿Por qué?
– Porque... No voy a llegar de la nada a preguntarle su nombre.
– No es llegar de la nada.
– Claro que sí.
- ¡Ay! Tú verás.
Tomó su celular y luego de desbloquearlo puso música.
– Quita eso.
Dije, al ver que el profesor entraba al aula de clases.
– ¡Bah!
Se puso sus audífonos y siguió escuchando música.
Así era ella, si las cosas no eran a su manera, las hacía a su manera, de cierta forma ella hacía parecer el mundo tan fácil, tomándolo de forma tan decidida o ¿relajada?
***
– Nos vemos.
Me dijo Wendy despidiéndose de mí a la salida del colegio.
– No olvides hacer tu tarea.
– Sí, ajá.
Respondió como siempre.
Eso significaba que no la haría y que finalmente yo tendría que pasársela.
Me encaminé hacia mi casa, pensando si debía pasar por la pizzería, la verdad quería saber su nombre, porque llamarlo "el chico de las pizzas" o "el vendedor de pizzas" ya me estaba aburriendo, sinceramente. Pero ¿Qué debía hacer? Si tan solo fuese tan decidida como Wendy, solo iría y simplemente preguntaría su nombre.
Finalmente estaba en frente de esa pizzería, veía entrar y salir personas, veía las personas sentadas en sus mesas comiendo y veía... A ese chico. Parecía ocupado. Suspiré. No quería molestar así que continué mi camino.
– ¡Hey!
No volteé. No tenían que estarme llamando a mí ¿Cierto?
– ¡Pelirroja!
Bien, si que me llamaban a mí.
Volteé dando vuelta primero a mi cabeza y conforme giraba también a mi cuerpo.
¿Era él?
Sí, era él.
Salió del lugar moviendo su mano izquierda y sonriendo.
– ¿Qué sucede?
Pregunté cuando ya lo tenía de frente.
No puedo mentir, mi corazón latía a mil.
– En mis tiempos se saludaba.
Dijo riendo.
Ah, pero que tonta soy, ni le saludé, ciertamente me ponía tan nerviosa que olvidaba mi cortesía.
– Eh... Si, lo siento... Hola.
– ¿Tienes prisa?
Preguntó.
– No, no, realmente no. Solo me pareció raro que me llamaras.
– Ah, bueno. Yo sí tengo algo de prisa, solo te llamé porque quería darte esto.
Extendió su mano donde sostenía unos audífonos blancos. Mis audífonos.
No tenía ni idea de donde los había dejado, pero luego recordé que los dejé sobre la mesa de la pizzería cuando llegué aquel día.
– Son tuyos ¿no?
Preguntó al ver que no hacía nada y él aún se mantenía con la mano extendida.
– Sí.
Me apresuré a tomarlos y bajé la mirada.
– Los estaba buscando.
Dije en voz baja.
– Los vi en la mesa, donde comimos. Supuse que eran tuyos y que los habías olvidado cuando te fuiste.
– Muchas gracias.
– No es nada. Tengo que irme.
Se despidió adentrándose al lugar.
Me quedé justo ahí de pie, con la mirada clavada en el piso. Sentía que había olvidado algo.
"Su nombre, pendeja."
Me dije a mí misma. Me sentía irritada ¿por qué no se lo pregunté enseguida? Es que me había puesto tan nerviosa cuando lo vi que ni fui capaz de pensar.
– ¡Ahh!
Bufé de camino a casa.
***– Hola, mamá.
– Hola, cariño. ¿Cómo te fue en la escuela?
Dijo sin mucho esfuerzo desde la cocina, ya que era una de esas "sala-cocina" que estaban dividas por una especie de "mesa-bar".
– Bien.
Dejé mi bolso en el sofá sentándome junto a este para quitarme los zapatos.
– Tu padre estuvo llamando.
– ¿A qué hora?
– Hace unos minutos. Deberías devolverle la llamada.
– Si, ya voy.
Tomé el teléfono que estaba sobre una mesa pequeña frente a mí y le marqué a mi padre.
Creo que es momento que se sepa un poco más de mí.
Mi madre cuando era joven se fue a Irlanda por cuestiones de estudios, poco tiempo después conoció a mi padre, se enamoraron, se casaron y vinieron a vivir acá, el país de donde es mi madre. Nací aquí y aquí me he criado. Mi madre me ha dicho que lo primero que le llamó la atención de mi padre fue su cabello rojizo, de él es que soy pelirroja ya que el cabello de mi madre es castaño.
Mi madre y mi padre estuvieron viviendo un tiempo después de mi nacimiento, pero luego nada salió bien y se divorciaron y mi padre se terminó devolviendo a Irlanda, dejándome a mi madre y a mí acá, aunque él nunca dejó de responder económicamente por mí.
Esa es más o menos la historia que mi madre siempre me ha contado y mi padre solo ha añadido que ellos no funcionaban juntos.
– Hello, dad. (Hola, papá.)
Olvidé mencionarlo, mi padre solo habla inglés, lo cual me causó muchos problemas al comienzo porque yo no sabía comunicarme con él. Cuando era pequeña solo lo veía por fotos, no tenía recuerdos de él hablándome o algo parecido, solo hasta hace unos años cuando empecé a saber más de él y esto ocurrió porque una vez descubrí que llamaba a mi madre y le pedí muchas veces a ella que me dejara hablar con él. Obvio la primera vez no le tendí nada, mi madre se encargaba de traducirnos, porque él tampoco me entendía mucho, él sabía un poco de español el tiempo que estuvo con mi madre, pero cuando volvió a Irlanda lo olvidó. Pero con el pasar del tiempo me pareció muy fastidioso que mi madre tuviera que traducirnos, así que a mis 10 años decidí aprender inglés, para así poder comunicarme con mi padre y con el tiempo la práctica funcionó y cada vez lo conocí mejor, me di cuenta que es muy comprensivo y da muy buenos consejos. Además, como no vive conmigo está dispuesto a escuchar cualquier cosa que le cuente.
– Hello, honey. (Hola, cariño)
– Oh, daddy... (Oh, papi...)
Dije en un suspiro.
– How are you? Are you okay? (¿Cómo estás? ¿Estás bien?)
– Yes... Maybe... (Sí... Tal vez...)
– ¿What up? (¿Qué pasa?)
¿Qué podía decirle? ¿Qué estaba desanimada por ser una tonta? No, tampoco quería entrar en detalles, no quería contarle que estaba así por... ¿Un chico?
Aunque papá fuese muy comprensivo, me avergonzaba pensar en contarle sobre un chico. ¿Cómo reaccionaría? No era algo que quisiese averiguar ahora.
– Nothing, just I'm tired. (Nada, solo estoy cansa.)
– Rest well, dear. (Descansa, querida.)
– Yes, I'll do it. (Si, lo haré.)
– I love you. (Te amo.)
– I love you too. (Yo también te amo)
Corté y dejé el teléfono en su lugar.
– Ya casi está la cena.
Escuché a mi madre y me puse de pie tomando mi bolso y zapatos.
Iré a ducharme, ya vuelvo por mi cena.
Me dirigí a mi habitación para dejar todo y tomar mi toalla.
Pensé un momento en mi padre, él solo me llamaba na vez en la semana, los fines de semana, a una hora que él sabía que podía hablar conmigo. ¿Por qué me había llamado ahora? Estaba tan cerrada en mí que ni le pregunté cómo estaba. Me sentí como una terrible hija de camino al baño.
¿Por qué lo estaba haciendo todo mal?
Dicen que las personas enamoradas se vuelven estúpidas, o tontas, pero yo ya era tonta de naturaleza ¿no?
Y lo peor es que culpándome de esta forma no es como que vaya a solucionar algo.
Entre en la ducha y al momento de encender la regadera y sentir como el agua recorría mi cuerpo, fue el momento en el que se aclararon mis ideas. Ya sabía qué tenía que hacer, con papá, con el chico, con todo, ya lo tenía claro.

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Mientras llueve.
RomanceEsta es la historia de una chica pelirroja que conoce a un chico arrogante que llama por completo su atención. A lo largo de la historia ambos empiezan amar y a odiar una parte del otro lo cual los lleva a tener una especie de relación de amor/odio...