Capítulo 2

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La mañana siguiente me pareció casi un milagro no despertar enferma. Estaba bien, como si nunca me hubiese mojado bajo la lluvia. No había ni la más mínima señal de resfriado. Mi madre también se sorprendió. Ella dijo entre risas que no me había salvado de ir a la escuela. Aunque está vez yo sí quería ir. Académicamente soy una estudiante con un buen promedio, aunque como todos (creo yo) hay veces en que prefiero quedarme en mi cama, pero esta no era la ocasión. En clases estuve procesando un plan para tener contacto con el chico, lo que me llevó a la conclusión de que debía ir a la pizzería y comprar una pizza, no sin antes consultar mis ahorros monetarios, claro está. Posteriormente al estar segura de tener dinero suficiente me dirigí a la pizzería al final de las clases, deseando que el chico estuviera ahí.
Estudio en la tarde, por lo cual salgo casi de noche, a las 7:00 p.m. eso me llevó a pensar que si lo había encontrado allí el día anterior a esa hora, era probable que volviese a encontrarlo. Mientras más me acercaba al lugar más pensaba en si estaba haciendo lo correcto. ¿No sería inoportuno de mi parte aparecerme ahí?

"Bueno, qué más da, yo soy un cliente y lo que quiero es comprar."  

Y con ese pensamiento entré a la pizzería. Repartí la vista mientras tomaba asiento dejando mi bolso a un lado de la silla. Observé al chico atendiendo, al parecer era un mesero. Tomé un poco de aire, me senté erguida y saqué un libro de mi bolso, como para hacerme la "interesante" ¿Qué graciosa soy, no? -Sarcasmo- 
En cuestión de minutos él se acercó a mí a tomar mi pedido.

– Buenas noches. – Dijo.
– Buenas noches. – Respondí sin levantar mi vista del libro.
– ¿Quiere el menú o ya tiene una opción en mente? –
– Eh... – Titubeé un momento. No había pensado que tipo de pizza quería comprar. – Quiero el menú. – Concluí.

El joven en un instante me trajo el menú y al ponerlo en mis manos me vi obligada a dejar el libro en la mesa. Pero aún no levanté la vista del todo, no quería verle fijamente. Mientras revisaba mis opciones en el menú me pregunté si él me habría reconocido. Aunque era bastante obvio ¿cierto? Tengo el cabello rojo y rizado, las personas normalmente suelen recordarme por eso y no creo que esta fuese la excepción. Para ser sincera su tono de voz fue amable, el que usaría con cualquier cliente, supongo. Tal vez se comportaba así porque era su trabajo o porque realmente no se acordaba de mí. Digo, tampoco fue muy importante nuestra interacción la noche anterior para que él me recordara.

– Joven. – Dije.

Él se acercó a mi mesa.

– ¿Ya se decidió por algo? – Sacó una pequeña libreta y un bolígrafo de su delantal para anotar.
– Sí. Quiero una pizza de pepperoni y un jugo de manzana.

Creo que es una combinación un poco... ¿Rara? Pero es que realmente amo el jugo de manzana, podría tomarlo casi con cualquier cosa.
Él apuntó en su pequeña libreta y luego de retirar el menú de mis manos se fue aparentemente a la cocina.
Pensé en lo tonta que debía verme con mi uniforme. Era una camisa blanca con una falda de cuadros rojo vinotinto y blancos y con una corbata del mismo color. Me parecía un poco gracioso mi uniforme porque hacia juego con mi cabello el cual a pesar de que me esforcé por mantenerlo peinado toda la tarde, al final del día se veía bastante despeinado para mi gusto. Solté un suspiro e intenté mantenerme erguida mientras fingía leer. Eso no duró mucho ya que me distraje cuando una pareja de chicos entraron y se sentaron en una mesa que estaba junto a la mía. Se veían muy tiernos tomados de las manos, haciéndose cariñitos en uno al otro y susurrándose cosas que seguramente solo ellos entendían. Sonreían mientras se observaban y de un momento a otro cerraron sus ojos y ladearon sus cabezas ligeramente mientras se acercaba.

"¿Se van a besar?"

"¡¡Se van a besar!!" 

 Yo estaba realmente emocionada observando la escena, quería ver ese beso, seguro sería un beso que desprendería pura ternura y pasión.
Pero para mi mala suerte llegó el chico con mi pizza y la dejó en mi mesa lo cual me hizo voltear a verle y me perdí el tan esperado beso.

– Su pizza, disfrute. – Sonrió ligeramente.
– Ah... Gracias. – Lo observé fijamente, no sé si por el fastidio de que haya llegado en ese preciso momento o porque tenía ganas de observarlo así desde hace rato. – Hola. – Solté de la nada. ¿Hola?... ¿Por qué dije algo como eso? No lo conozco, no tengo el derecho a saludarle y aun así lo hice.
– Hola chica de la nariz tapada.

"¡¿Chica de la nariz tapada?!" ¿Qué le pasaba a este?

– Para mi suerte solo tapo mi nariz cuando alguien anda fumando.
– Oh, claro. Pero aquí nadie va a fumar, este no es espacio público. – Caminó hasta la otra mesa y tomó el pedido de los chicos.

Espera a ver si acabo de entender. ¿Dice que afuera no debió incomodarme porque él estaba en espacio público? ¡Ah! Al carajo.
Fruncí el ceño ligeramente y empecé a comer. Esto no llegaría a ningún lado si las cosas seguían así. Yo realmente tenía algo de interés en él. ¿Pero que digo algo? Bastante interés y la sencilla razón por la que tengo interés en él es porque no entiendo qué me interesa de él. Suena extraño pero es así de simple.

Mientras comía lo observé todo el tiempo. Pude detallar mejor su físico; Un chico alto como de 1.80, cabello negro largo hasta los hombros con algunas ondas, ni muy delgado ni muy gordo; de hecho parecía que se ejercitaba. Sus ojos color café claro, sus labios delgados y un poco rozados que quedaban a la perfección con su tez de piel clara. Él se veía realmente bien con esa camisa verde, esos jeans un poco rotos y ese delantal blanco atado a su cintura. También me agradó su forma de trabajar, se veía muy dedicado en lo que hacía, sonreía a los clientes y tenía los pedidos a tiempo, casi ni le veía sentarse, estaba de un lado a otro atendiendo.
Quería que él me mirara pero ni una vez lo hizo. Seguro le molestó mi estúpido comentario... Pero creo deberíamos admitir que su comentario también fue estúpido ¿no?


Al terminar le hice un ademán de que se acercara a la mesa y continué observándolo esperando a que llegara. Fruncí el ceño cuando le vi hablar con su compañera la cual se acercó a entregarme la cuenta.

– Aquí tiene. – Me entregó un pequeño recibo sonriendo.

Ella se veía bastante joven, incluso creo que podría tener la misma edad del chico, la cual no debía superar los 20 y algo de años. Llevaba unos lentes que a mi parecer lucían bastante anticuados. Eso es lo único que noté de ella en medio de mi "enojo".

– Eh... Quiero que me cobre el chico que me estuvo atendiendo.
– Me temo que eso no se podrá, él ahora está ocupado. – Su tono de voz había cambiado al igual que la expresión de su rostro. Al principio pareció querer sonar dulce pero ahora se lo notaba que quería ser fría y hasta rayar en lo grosera.

Me dejó el recibo en la mano y se llevó los platos que estaban sobre mi mesa diciendo un "Ahora regreso por el dinero" con el mismo tono de voz frío de antes.
Me puse de pie algo molesta y saque el dinero de mi bolsillo. Cuando ella llegó se lo entregué sin decir nada. Tomé mi bolso y mi libro que estaba en la mesa y me apresuré a salir del lugar. Me encaminé a casa mientras pensaba en lo fallido que había sido aquello.



 

"¿Qué debo hacer?" Pensé al encontrarme en la soledad de mi habitación, acomodada en mi cama con mi rostro hundido en la almohada. Y finalmente llegué a una conclusión; Yo no debía hacer nada.

Mientras llueve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora