Mientras llueve.

Capítulo 7

Martes de algún día de mayo; el gran día. Sí, hoy sería el gran día. La noche anterior llamé a papá, me disculpé con él y le dije que estaba confundida con cosas que luego le contaría. En verdad pienso contarle, pero cuando esté segura de todo esto, cuando haya respondido las dudas en mi cabeza. Le pregunté el por qué me había llamado y me confesó que se va a casar con Irina, ella es una mujer con la que él ha estado saliendo desde hace dos años. Yo sabía que él tarde o temprano terminaría casándose con ella y ahora me ha confirmado mi presentimiento. Me pidió que fuera a Irlanda y asistiera a su boda, lo que me creó un nuevo problema. Yo estaría encantada de ir a la boda de mi padre y poder conocer a Irina, pero desde que tengo contacto con mi papá, cada vez que intento ir a visitarlo, mi madre se vuelve histérica y no exagero. Ella dice cosas como que no quiere perder a su hija y que no hay necesidad de que me vaya del país cuando mi padre puede venir a visitarme. Aunque no creo que el problema en sí sea ese sino el hecho de que ella cree que me agradará más Irlanda y me quedaré con papá, teme quedarse sola pero yo no la dejaría sola, yo la adoro. El punto en todo esto es que tuve que pensar en una forma de convencer a mi mamá para que me deje ir a la boda. Pero esto realmente no es una gran preocupación para mí, sé que ahora puedo convencerla con mejores argumentos que los que solía usar antes.

Llegué muy animada a la escuela y saludé a Wendy.

¡Qué milagro, ella había llegado temprano hoy!

– Hola, Wendy. ¿No tenías nada que hacer en tu casa hoy?

Pregunté con muchas ganas de reírme.

– Vi mal la hora y me vine súper temprano.

Suspiró.

Me reír con todas mi ganas.

¿No dije que tenía ganas de reírme?

– Como que deberías ver mal la hora más de seguido.

Dije con una sonrisa burlona.

– ¿Tú crees?

Me miró entrecerrando los ojos.

– Sí, querida.

Saqué mi lengua en forma de burla.

– Alguien vino animada hoy.

– ¿Quién?

– Estúpida, tú.

Dijo rápidamente y ambas reímos.

– Cuéntame ¿Por qué tan feliz?

– Mi padre se va a casar.

– ¡Felicitaciones! Dile que me mande de todo lo que repartan en la fiesta.

– Le diré.

– Y bien... ¿Ahora sí me dirás que te tiene tan animada?

– Sí, sí, vamos a comer pizza hoy, yo invito.

– ¡Ah! No me digas... ¿Ayer hablaste con él?

– Algo así.

– ¿Algo así? Si no te explicas no te entiendo.

Me empujó suavemente el hombro.

– Vaaa... Te explico luego, ahora prestemos atención a la profesora.

Las clases pasaron con la monotonía de siempre y el anhelado final (por lo menos por mi parte) llegó.

Wendy y yo nos encaminamos a la pizzería, en el transcurso de las clases le fui contando mi plan y fue justo ahora cuando se empezaba a quejar de este.

– Que conste que solo voy porque hay pizza y tú pagas.

– Ya sé.

– Es que no entiendo como simplemente no puedes llegar, decirle que te agrada y preguntarle su nombre.

– Si te vas a seguir quejando no te invito nada.

– Bueno, ya, ya, solo hagamos esto rápido que debo ir a casa.

– ¿Por qué? ¿Acaso harás tarea?

– No. Es que en casa tengo wifi.

– Típico de ti.

Dije en un suspiro.

Llegamos, nos acomodamos en una mesa y la mesera de lentes anticuados nos atendió. Al chico no lo veía por ningún lado y no sabía si debía preguntar por él.

– Qué maravilla.

Solté irritada.

Wendy que ya tenía más de media pizza en su boca y se disponía a tomar jugo, arqué una ceja mientras me miraba como preguntándome qué sucedía.

– ¿Es que no te das cuenta? Él no está aquí.

Dije desanimada y en un tono apenas audible.

Ella puso su mano en mi hombro en señal de apoyo.

– Tranquila, podemos preguntarle a su compañera qué días estará el chico aquí y volvemos.

– ¡No! A ella no... Digamos que no me agrada.

– ¡Bah! Entonces disfrutemos de la pizza.

Continuó comiendo alegremente y yo traté de fingir que también estaba bien, aunque mi gran plan se había ido a la basura. Aún me quedaba ver como salían las cosas con mamá.
¿Será que por una sola vez las cosas pueden mejorar?