Capítulo 4

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Se sienta junto a mi, sin permiso, claro. Se acomoda a sólo centímetros de distancia.

Tiene una sonrisa en su rostro y apesar de que me resultara irritable, debo admitir que es apuesto.

—¿Piensas decirme tu nombre? —pregunta, esta vez mirando el frente.

Le podría contestar, pero aunque no quiero, hay otro pequeño detalle, mi voz.

He perdido la voz ayer por la tarde, ya que tenía dolor de garganta, este dolor no tiene nada que ver con el virus de mi cuerpo, por suerte.

Dirijo mi vista al frente, tratando de volver a mis pensamientos, aunque se que podría ser imposible.

—Esperaré lo necesario —dice en un tono divertido—, o podría presionarte.

Siento su mirada en mi, hago lo mismo, haciendo que nuestras miradas choquen.

Sus ojos son muy atrapantes, algo así como esas cosas que no puedes dejar de ver.

Nos quedamos viendo, y me boy dando cuenta de que resultaba extraña esta situación; dos chicos que no se conocen y se miran a los ojos como dos enamorados.

Eso es extraño, pero realmente no me importa. Si me voy al cielo, realmente lo haré apreciando los ojos más hermosos que Dios haya creado.

Vuelve su mirada al frente, haciendo que yo copie su acción. Nos mantenemos en silencio, hasta que decidí romperlo.

—Me llamo Frank —mi voz sale algo rasposa, pero bien, hago una pausa, sintiendo cómo una sonrisa nace de los labios de Billie—. Frank Edwin Wright III. —Suelta una risa—. Pero prefiero que me llamen Tré Cool.

Volteo a verlo, tiene una sonrisa en su rostro, haciendo que viera sus dientes perfectamente chuecos.

—Bien, Tré Cool. —Estira su mano hacía mi, dudoso la tomo y estrecho—. Un gusto, soy Billie Joe Armstrong. —Nos soltamos y volvemos nuestra vista al frente.

—¿Qué edad tienes? - pregunta, dudo en si contestarle, ya que no quiero tener una conversación.

Cualquier comunicación forma lazos y eso es lo que menos necesito en mi estado. Pero respondo.

—18 años. —Da igual, porque se que con Billie tal vez nunca formaré un lazo.

—Genial, yo tengo 19 —dice divertido, se acomoda en la banca, quedando frente a mi costado—. Y dime, ¿porqué estás aquí?

Me volteo a verlo, para luego volver mi vista al suelo.

—Mi primo está en internación —digo.

Bien, podría contarle acerca de mi salud pero las cosas serian diferentes, él me trataría diferente y yo no quiero eso.

—Qué mal —responde apenado—. Mi madre está aquí también.

Sí, lo recuerdo, él ya me lo había dicho.

—Sólo espero que se recupere pronto, no me gusta estar aquí —dice, y hace una mueca de disgusto.

A nadie le gusta estar aquí.

Al final, terminamos hablando de cosas tontas, él preguntaba y yo respondía, así durante minutos.

Siento un fuerte dolor en mi pecho, llevo mi mano allí y presiono. Billie me mira asustado, sin saber que me pasa. Jadeo de dolor, ya que duele demasiado.

—¿Oye, estás bien? —pregunta preocupado.

Me limitl a asentir repetidas veces.

Me mantengo así durante unos minutos más, inhalando y exhalando aire, y con las insistencia de Billie para ir dentro del Hospital a pedir ayuda.

—Estoy bien —le digo una vez que el dolor ha pasado un poco—. Debo irme —me levanto despacio.

Miro a Billie y hago una seña de despedida.

—Adiós —le oí decir mientras me voy alejando

Me adentro, llegando a mi habitación. Mi tía Cameron se encuentra allí, cuidando al pequeño Stuart.

Me saco las zapatillas y me acuesto en la cama, cubriéndome con las sábanas. Para ocaciones donde el dolor vuelve sólo hay pastillas que no hacen del todo el efecto.

Comienzo a sentir un fuerte dolor en mi el costado de mi pansa, una fuerte punzada que hace que algunas lágrimas salgan de mis ojos.

Oigo la voz de mi tía, pero solo la ignoro, siento que alguien me destapa de las sabanas, levanto un poco mi vista, encontrándome con Inés.

Me da una pastilla, que sin dudarlo la tomo.

El dolor disminuye al pasar unos minutos pero aún se mantiene firme, haciendo que me retorciera del sufrimiento.

Estoy sufriendo, pero se debe cruzar el infierno para llegar al paraíso ¿no? Luego de esto estaré en un lugar mejor, tal vez tenga una recompensa por mis buenos actos.

Me mantengo allí bajo las sábanas, saboreando el amargo sabor del dolor. Me duele todo, no sólo el cuerpo, si no también el alma. Me duele saber lo que me esta pasando.

Sufriría de dolor hasta morir, o podría decirle adiós a la agonía partiendo por mi cuenta. Aunque no podría, prefiero morir sufriendo a que morir por no querer sufrir.

Cierro fuertemente mis ojos, dejándome llevar por el dolor y las lágrimas.

Broken Pieces. [Trillie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora