Capitulo 2

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Volvía al rancho después de estar toda la tarde en casa de la señora Johnson. Había sido su cumpleaños y Abby le había prometido que iría a arreglarle el cabello para cuando fueran sus amigas a la hora del te. No le molestaba hacerlo, al contrario, adoraba a la pequeña anciana. Lo que le fastidiaba era tener que llevar vestido. La señora Johnson había cumplido los noventa y dos años ese día, y estaba muy chapada a la antigua, cada vez que la veía con sus vaqueros la regañaba, y le decía que las señoritas no debían usar pantalones. Por lo que había pedido prestado un vestido a Mia, la hija de la dueña de la tienda del pueblo. No quería gastar dinero en una prenda q iba a usar tan pocas veces. Mia tenia cinco años menos, pero al ser Abby tan menudita, sus vestidos le quedaban perfectos. Eso y que la adolescente estaba mas desarrollada que ella.
Al llegar vio una camioneta vieja aparcada en el frente de la casa. Se bajo de la camioneta de su abuelo maldiciendo los zapatos, también de Mia, que le habían dejado un dolor de pies insoportable, no veía la hora de poder ponerse sus cómodas botas.
Justo cuando comenzaba a subir la escalinata de la casa, la puerta principal se abrió dejando ver a su abuelo con un hombre grande y atractivo, muy atractivo.
Solo cuando su abuelo le hablo se dio cuenta de que se había quedado viendo fijamente al apuesto hombre de ojos grises.
-Querida! Ya volviste! Te presento al nuevo empleado, el señor William Mason.
William miro a la pequeña mujer con vestido celeste y tacones y pensó en lo poco que ese atuendo pegaba con el ambiente en el que vivía. El señor Cadbury le había hablado de su nieta, la había descripto como una niña que hacia lo que quería con el resto de sus empleados, y le había advertido que si no la trataba con rigidez, haría con el también lo que quisiera. Pensó que debía ser insoportable, una niñita mimada. Afortunadamente el siempre trabajaba lejos de la casa, y no creía que ella se arriesgara a arruinar su ropa y zapatos con lodo y estiércol, asique no la vería demasiado. Eso lo alivio, porque era una chica realmente atractiva.
Se quedo viendo la mano que ella le tendía, con la palma hacia abajo, la miro a la cara y vio que movía levemente las pestañas. “quiere que le bese la mano!”. Pensó en estrechársela duramente, pero pensó en su abuelo, tal vez no le guste su actitud hacia su joven nieta y decidiera no contratarlo, o quizá ella se quejara también por haber sido grosero. Decidió tomar su mano y besar sus nudillos. Le extraño que su mano no fuera tan suave como esperaba, y que sus uñas, a pesar de estar cuidadas, estuvieran cortas y sin color. Conocía a ese tipo de mujeres, vestidos finos, zapatos caros y una manicura de quien sabe cuanto.
-Un placer, señorita Cadbury.
-El placer es mío, señor Mason. Llámeme Abby. Todos me llaman Abby. Y vamos a vernos seguido si empieza a trabajar para mi abuelo. Dejemos las formalidades aparte.- dijo aleteando mas exageradamente la s pestañas. Le había hecho esa broma a los tres hombres que habían empezado a trabajar para su abuelo en los últimos seis años y todos se sorprendían de la misma manera cuando la veían trabajando, después de aparentar ser una mujer fina. Lo miro divertida.
-Si me disculpan, el olor a estiércol me esta descomponiendo- dijo poniendo cara de asco- y tanto sol va a terminar por arruinar mi cabello.
-Podría usar un sombrero- dijo William distraído y algo molesto. Esa clase de mujeres lo exasperaba. Enseguida se dio cuenta de su tono y trato de arreglarlo.- Así el sol no la molestaría.- esta vez uso un tono mas amable.
-Oh! Pero el olor seguiría estando y esa cosa dejaría marcas en mi cabello que el peluquero esta horas tratando de sacar! Gracias, pero no. Me voy adentro. Hasta luego señor Mason.
-William, si voy a llamarla Abby, llámeme William.
-Will me gusta mas. Adiós… Will.

Como toda una vaqueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora