El tiempo paso. Exactamente siete mese pasaron, el vientre de Abby estaba a punto de explotar. Ella estaba que brillaba de felicidad, frente a las personas. Cuando estaba sola era otra historia, pensaba en Will y en como le habría gustado que el pasara a su lado todo el embarazo, las ecografías, la ropita, la cuna. Todo lo había hecho sola. Pero era fuerte por su bebe.
Por otro lado, Will había pasado los siete meses maldiciéndose por haber sido tan idiota. Volvió a llamarla mentirosa. Después de que se hubo ido aquella tarde, fue a buscarla, pero no lo quiso recibir. Había escuchado que iba a irse del pueblo, pero luego se entero que era para ocultarle a él el embarazo, y como ya lo sabia y como un idiota había negado a su hijo, decidió quedarse, total ya no había nada que esconder.
Se había llevado a la perra y los cachorros al rancho esa misma tarde, y le hizo llegar una nota informándoselo a Abby porque sabia que le gustaría enterarse que la familia ya tenia un hogar.
No dejaba de pensar en su hijo, como le gustaría haber estado agarrándole la mano durante las ecografías, o cuando se entero del sexo del bebe. La había visto un día, hacia como dos meses, tenia la barriga grande y estaba mas hermosa que nunca. Deseaba como nunca correr a abrazarla, besarla. Pero en cuanto lo vio dio la vuelta y se fue por donde vino.
Había sobornado a gente en el hospital y había conseguido las grabaciones de las ecografías y pudo escuchar el corazoncito de su bebe.
Esa tarde estaba con sus hombres trabajando con los caballos cuando Congo comenzó a ladrar descontroladamente, a su ladrido se sumo Milly, como le había puesto a la perra, y sus cachorros, que ya no eran tan pequeños. Tanto ladrido asusto a un caballo que estaba cerca de John, su nuevo capataz, dándole a este una patada que hizo que cayera golpeándose la cabeza contra el piso fuertemente. Con ayuda de sus hombres lo subió a la camioneta y salió a toda velocidad hasta el hospital.
Abby se encontraba mas cansada de lo normal, la espalda le dolía, tenia los pies hinchados y los dolores que habían aparecido hacia pocos días en el vientre no cesaban, por el contrario, eran mas frecuentes. Pero las cosas empeoraron cuando quiso ir a acostarse. Cuando iba a la mitad de la escalera, un fuerte dolor le atravesó el vientre, haciéndola temblar y finalmente caer por las escaleras. Le dolía horrores y sentía toda la ropa mojada. Pensó que había roto bolsa, pero cuando levanto las manos lo que vio no fue el liquido transparente blanquecino que debería haber. No, lo que ella vio fue sangre. No pudo siquiera gritar, porque ya se había desmayado.
Así la encontró su abuelo, que inmediatamente llamo a una ambulancia y llevo a su nieta al hospital.
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Como toda una vaquera
Short StoryAlguien está robando su ganado. Sus vecinos son sospechosos. Sobre todo la bella joven que desaparece por las noches.