Capítulo XIII: Aquella hermosa tarde de Otoño.

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Capítulo XIII: Aquella hermosa tarde de Otoño.

Las ventanas se cubrían de un impotente color oscuro, dando entrada al mundo de aquellas sobras de la noche.
Ambos hermanos habían tomado la decisión de calmarse y estaban sentados antagónicamente.

- ¿Cómo es que sucedió?- inquirió el moreno.
- Creo que comprendes bien como suceden estas cosas, hermanito- contestó la pelirroja.
- No lo puedo creer... Es que tú... ¿Sabes que existe algo llamado condón y se coloca en la punta del pene en la búsqueda de que se eviten estas situaciones?- reprendió eufórico el mas joven.
- Eben, sabes bien que con una buena cena y un buen vino no ves como comer el pepino.
A pesar de lo tenso de la situación ambos rieron ante el comentario poco apropiado.
- Y... Y ¿El padre?
- Sabes bien que es el hijo del rector de mi universidad; además es un poco mayor y tiene un trabajo estable y es el sucesor de su padre...
- ¿No es eso nepotismo? - Interrumpió inquisitivo Eben.
Su hermana le dirigió una mirada de pocos amigos y continuo hablando, ignorando totalmente el impertinente comentario de su hermano.
-... Yo hablé con él y decidió apoyarme en todo lo que necesite, además de que acepta que este engendro - señaló su estómago- proviene de sus genes.
De pronto, el aura se puso tensa y la sonrisa que la hermosa pelirroja traía colgada hasta el momento en sus suaves labios se perdió en un recuerdo.
- Sólo que... ¿Qué crees que piensen papá y mamá?
Eben la observó a los ojos, pues era de de saber que sus padres nunca les habían hablado sobre la vida sexual y esas cosas, lo cual solo sembraba incertidumbre en las mentes de los jóvenes.
- No lo sé...Esto era lo último que me faltaba- suspiró- no puedo creerlo....
- ¿Pasa algo? - preguntó empaticamente su hermana.
- Pasan muchas cosas... Tú sabes bien que me preocupo por las cosas por mas pequeñas que sean.
«¿Por qué se preocupa por otros problemas? Yo debería ser el único problema por él que debería preocuparse?» pensó egoistamente su hermana para después reprimirse y avergonzarse por su quiera pensar eso. Su hermano la estaba apoyando, ella debía actuar de igual manera.
- ¿Qué es lo que te preocupa?
- Bueno... En tres días cumpliré un mes con Collin y no tengo idea de que obsequiarle.
La chica lo miró a los ojos, luego dirigió su mirada a la entrepierna del moreno y volvió a clavarla en sus oscuros ojos. Cuando Eben comprendió el mensaje, el color de su piel se perdió en una fantasmal palidez para regresar en una tonalidad roja en todo su rostro, lo cual causó que su hermana soltara una poco armoniosa carcajada. Eben le dirigió una mirada reprobatoria pero con aquél color cereza en su rostro era imposible tomarme en serio.
Su hermana, aún riendo, se levantó de su asiento y caminó fuera de la habitación, llegando a la puerta se calmó un poco.
- Algo se te ocurrirá, eres tú - dijo con la cara roja de tanto reír, le depósito un beso en la mejilla a su hermano menor y salió del cuarto con una sonrisa.

A un distancia considerable, una fantasmal camioneta, tan oscura como la noche que devoraba todo a su paso, aparcada, escondida tras los desfigurados y escabrosos árboles que le proyectaban la seguridad faltante, esperaba silenciosa.
La silenciosa carroza del siglo XXI no esperó demasiado puesto que un joven alto, robusto y de cuerpo atlético salió de entre los arbustos, examinó con la mirada aquél desolado lugar antes de avanzar en dirección al fantasmal medio de transporte. Abrió la puerta y subió con una notable sencillez que le imculpaba de haberlo hecho en anteriores veces.
Dentro, el vehículo no sé veía más iluminado de lo que se lograba observar desde fuera del mismo. Solo se notaban más claramente las siluetas, dos hombres gigantescos y corpulentos y un joven de su edad entre ambos. No pasó demasiado tiempo para qué el joven incógnito de la falta de luz tomara la palabra.
- Él plan era perfecto. Te dí toda la información, les facilite, a ti y a tu hermana, todo lo que necesitaban y, a pesar de eso, hiciste todo mal.
- ¡Yo no tengo la culpa de los fallos en tus estúpidos planes!- gritó el corpulento lo cual causó que los simios de traje se removieran como advertencia.
- Te invito a que modules el trato y tono de tu voz- volvió a retomar la palabra el joven-. Solo sigo sin comprender como pudieron fallar un plan tan metódicamente estructurado.
- Creo que ya no es de interés. Estoy más que seguro que ya tienes en proceso otro plan en él que pones todas tus esperanzas.
- Johan, sabes tanto y me conoces tan bien. ¿Sabe tu hermana tanto de esto como tú?
Johan se removió incómodo en su sillón.
- Ella no sabe nada más de lo que le contaste el día que la contrataste - Johan intentaba mirar a los ojos de su interogador pero la escasez de luz le prohibía su acción-. Aunque debo agradecerte el hecho de que cumpliste tu palabra, es decir, me sacaste de prisión.
- Lo hice. Y, por el momento, no tenemos mas que discutir- digo el joven señalando la puerta con su semi alumbrada palma.
Johan se comenzaba a dar la vuelta cuando decidió jugar su última carta.
- ¿Por qué no lo matas tú? Sé que estás en posobilades de hacerlo - dirige su mirada a los simios de etiqueta-. Es decir, si tu jugada es Eben, bien puedes deshacerte de aquél que solo interfiere.
- Lamentablemente para tu escaso conocimiento, hacer ese trabajo me es imposible. Ahora, adiós.
Johan bajó con un pequeño temblor de adrenalina recorriendo su cuerpo, trataba de no correr mientras se alejaba del fantasmal vehículo pues el miedo le carcomía. Su respiración comenzaba a regularizarse cuando el casi imperceptible sonido de un chasquido partió el silencio. El pesado sonido del aire se hizo fino cuando.él cuerpo de Johan se estrelló contra el suelo, dando su alma al abismo, derramando sangre de información que ahora callaría.
Los pasos se acercaron con toda parsimonia y sin prisa.
- Y yo que quería invitarte a mí fiesta de Hallowen- dijo el joven incógnito, dirigió su mirada a los orangutanes de traje- Que nadie lo encuentre.
Entonces, la luna alumbró aquellos rizos dorados cual seda de oro y aquellos hermosos ojos de colores finos. El chico sonrió para sus adentros.

Cuando la vida te lleva la contaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora