Capítulo XIV: Truco o Trato.

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- Un botón rojo... O azul... O ambos.... - Se preocupaba Eben mientras intentaba decidirse por el color de un botón que agregaría a su disfraz de hallowen.
- No te comprendo - objetó Cintia, la chica gordita que en esos momentos engullía un racimo de uvas- Me mostraste ya varios "prototipos" y todos son magníficos. El color de ese botón es hasta anodino en tu disfraz.
El silencio no sé presentó en su totalidad gracias al zumbido de aquella moderna maquina de coser pero si convirtió el recinto en un denso pasadizo.
- Comprendo bien lo que ocurre, Eben, no estás presionado en lo absoluto por la fiesta de la noche de hallowen... Estás nervioso porque crees que Collin te ha insinuado querer llegar a última base contigo.
El silencio decidió por fin salir de su apogeo para congelar el tiempo, nadie continuo respirando, Santo Cristo contuvo el aliento tras tal revelación.
- Mira, Eben...., si tú no estás dispuesto a eso solo tienes que decirselo, no puedes seguir el juego en partidos demasiado disparejos.
Eben mantuvo su cuerpo rígido y sin calor, soltó un suspiro y retiró levemente las manos del aparato.
- No es que no quiera, Cintia.... Solo estoy nervioso por el momento en él que dicho suceso se presente...se bien que no me puedo embarazar pero si enfermar.... Y no digo que Collin tenga alguna ETS, solo que .... Ahg, no lo sé... A pesar de lo que todo mundo cree - dijo Eben un poco serio en las últimas palabras-, sigo siendo virgen y, aunque sea cursi, quisiera que mi primera vez fuera algo especial y significativo.
Le regordeta chica se levantó de su asiento y abrazó a Eben, le tomó el rostro entre sus manos y le miró directo a los ojos.
- Eben, te comprendo, pero ten esto presente: "No debe ser el primero para ser especial".
- Cintia, esa frase en lugar de darme ánimos me hace sentir como un cualquiera.
- He ahí el problema, Eby- dijo con repentina alegría la chica- no puedes ser un cualquiera, tú debes ser la cualquiera.

- Tan solo faltan 30 minutos - repetía para sus adentros Collin, vestía ya un disfraz de zombie moderno con raspaduras en puntos clave que lograrían sacar suspiros hasta las mujeres que pasaban de los 80.... Éstas últimas tal vez sufrirían un paro cardíaco, además el disfraz no hacia mas que resaltar los grandes y notables músculos de Collin, y le daba un toque profundamente varonil.
Decidió salir por fin de su casa para dirigirse a la mansión, dulce mansión, en la que ahora descansaba Eben.

Esa sería la primera fiesta de disfraces a la que Collin asistiría por lo que se había esforzado en la creación de su disfraz, estaba casi seguro de que Eben le dijo que vestiría de un vampiro de aquellos viejos tiempos pues era mas que bueno confeccionando vestuarios.
Llegó a la mansión media hora después de abandonar su casa peri se había dado el tiempo para pensar en todo lo que había llegado a suceder, si bien era cierto que Collin deseaba poder tener en su totalidad al atractivo moreno, no quería presionarle a intentar algo tan nuevo y radical como eso. «Él es un príncipe que no camina por moteles» pensó Collin mientras se sentaba en el escalón del pórtico delantero de la mansión pensando, alborotando su cabello «¿Realmente quiero a Eben... O solo quiero escucharlo gemir mi nombre?».

Eben continuaba observando su figura en él espejo, daba vueltas con sobre sus pies, analizando cada parte de su disfraz en busca de cualquier imperfección notable. El sonido de la puerta alarmó a Eben y giró de nuevo hacia la gruesa tabla de madera.
- Joven Eben, el joven Collin le espera en la sala- habló un anciano vestido de smokin.
- Gracias.

- Es un grandioso disfraz, Eben.
- Gracias, me alegra que te gustara.
«¿Le alegra? ¿Acaso pensó en mi satisfacción y gusto al confeccionarlo?» pensó Collin.
- Tu disfraz también es increíble - comentó Eben tras un minuto de silencio.
- Gracias, aunque espero que al anfitrión le guste tanto como para permitirme el acceso.
- Te lo permitirá, vienes conmigo- alardeó Eben tomando la mano de su novio.

- Buuuuuuenvenidos Eben y Collin- saludó graciosamente Tom mientras les tendía a ambos vasos con refresco y hielos que expulsaban alegres luces desde su centro-. Bueno, están en su fiesta, las habitaciones de arriba les quedan prohibidas, disfruten.
Y, tan rápido como el hombre lobo Tom apareció, se esfumó con la luna de guía.
Las dos bebidas que la hermosa pareja ingirió tenían un delicioso sabor que incitaba al paladar a seguir probando y, con los amigables meseros de cómplices, aquel dulce sabor pasó repetidas veces por el paladar de ambos jovenes, o al menos las suficientes para qué ambos obtuvieran el valor necesario para subir jugando las escaleras y entraran al único cuarto que a esa hora no estaba ya ocupado.
Los estruendosos sonidos de la música fueron levemente callados por la pared y la puerta, mas dejaban la perfecta nivelación de romance y buena música que cualquier acto pasional necesita para llegar a su apogeo.
- Eben - decía Collin en suaves y seductores suspiros sobre los labios del moreno- se que no es muy decente pedirlo...
El moreno agudizó el oído.
- Creo que no debería pedirlo siquiera, solo debería hacerte mio - esto ultimo causó un sonrojo en el moreno- pero quiero que me des el sí, quiero que me des permiso para hacerte mio.
Eben levanto la mirada que hasta el momento había tenido puesta en él pecho del mayor, enredó su mirada con la de su otra mitad, escuchando los corazones que danzaban juntos al ritmo de la música.
- Tienes razón - intente hablar Eben sin esquivar la mirada de su alto enamorado- no deberías pedirlo si quiera. Y, con movimientos suaves y lentos, unieron sus labios en un beso, dejándose llevar por él derroche de pasión, uniendo cada vez más, se querían, ambos se necesitaban mas que nunca, querían ser uno, querían pertenecer al otro.
Eben fue guiado con cuidado a la suave cama que se encontraba el centro de la habitación mientras su pecho definido y achocolatado se despegada de su protectora playera.
La temperatura comenzaba a aumentar al ritmo que la danza de corazones, sus pasos creaban fuego, sus manos rozaban con delicadeza el cuerpo del otro, tan frágil, tan delicado, tan ardientemente. Su tacto creaba marcar inolvidables, sus dedos danzaban explorando aquellos suaves lugares, resbalaban, corrían, jugueteban, sentían que sus cuerpo llegarían al éxtasis puro que...
- ¡¿Qué carajos pasa aquí, Eben? - grito un chico rubio ojiazul desde la puerta- Les dije que ustedes no podían usar las habitaciones.
Eben, enfurecido por aquella intromisión se levantó y ,dando grandes zancadas, llegó a donde su amigo.
- Que quede claro algo, Tom, lo que yo quiera y decida hacer con Collin no es de tú incumbencia, así qué adiós- dijo Eben y, empujando con gran fuerza al rubio, lanzó la puerta, haciendo razonar los goznes.
- Eben - habló por primera vez Collin- creo que es hora de qué te lleve a tu casa....
El moreno entreabrió los labios, tal vez intentando decir algo, pero termino decidiendose por cambiar la oración.
- Si... Creo que es lo mejor.
No hubo besos, ni un adiós si quería, solo Eben bajó del vehículo y entró a su casa, no miró atrás, no decidió regresar, solo, se fue.

Pasaban ya de las dos de la madrugada, la desierta calle parecía incitar a lo sombrío, las luces intentaban sin exito detener el avance de las sombras. El escalón rechinó en él momento en el que un somnoliento Collin colocase su pie en él. Los demás escalones siguieron el coro de extraño dolor hasta que el asesino de pantuflas cafés entró en la cocina. Tomó entonces una caja de leche, vacío un poco en una taza y comenzó a caminar como autómata al laboratorio de donde se escabulló.
Los escalones se prepararon para reanudar su coro cuando el sonido del timbre se escuchó, el ojiazul, que tenia elevado su pie sobre el escalón sin pisarlo, dirigió una mirada asustada a la fantasmal puerta, era un hecho que allí había alguien. Giró su cuerpo y despacio, como si el ritmo de su caminata afectará al sujeto que le esperaba pacientemente fuera de la casa.
Abrió la puerta vislumbrando dos cabisbajas sombras, agudizó su mirada. Ambas siluetas levantaron unos apenados y lastímeros ojos que tal vez se iluminaron al verle a él, la voz de aquella pareja casi se quiera cuando pronunciaron unas palabras, pero solo se quebró la taza, aquella porcelana moldeada que resbaló de la mano de Collin, una mano temblorosa que en algún momento intento tapar sus oídos a aquella palabra. Aquellas siluetas eran ahora un significado o lo fueron cuando de sus labios salió aquella palabra que rompió mas que una taza....
- Hijo...

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2016 ⏰

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