Caminaba al par de mi papa, mi mama y mis hermanos. Al parecer todos vinieron.
—Falta media hora para que salga el vuelo. —avisó mi papa....
—Quiero ir al baño. —dije.
Mi papa soltó una risa algo rara.
—No soy tonto.
—En serio necesitó ir.
—¿Entonces no vas a poner objeción en que tu mama y dos guardaespaldas te acompañen?
Mierda. Así no iba poder escapar, pero, no tenia que ser sospechosa.
—Claro que no.
—Bien.
Le ordeno a los guardaespaldas que nos acompañaran al baño. A penas puse un paso adentro me encerré en un cubículo.
La desesperación me gano. ¿En serio ya no lo volvería a ver?
Las lágrimas no tardaron en salir. Realmente estaba asustada.
Después de pensar y pensar decidí pedir ayuda.
Salí del cubículo vacilante. Ahí estaba mama tan hermosa y elegante como siempre. Con sus mallas de seda, su vestido blanco que apenas sobresalía de su abrigo negro y esos tacones de 14 cm.
—Mama. —murmure con lágrimas en los ojos.
Mi mama corrió hasta mi y me abrazo.
—¿Que te pasa?
—Mama yo no quiero irme, yo quiero estar con Harry.
—Mi amor. —acarició mi cabello.
—Ayúdame.
—No puedo.
—Mama.
—¿Si?
—Lo amo.
Mi mama me miro impresionada.
—Amar es algo muy...
—Amar es algo muy fuerte, muy intenso y muy grande. Lo se. Se que es amar y te juro mama, te juro que lo amo, te lo juro por el.
Mi mama acarició mi cabeza.
—Esta bien, ¿pero como nos desasemos de los guaridas?
Explore el baño con la mirada, era pequeña pero podía salir por ella.
—Allá. —señale la ventana.
Me subi al lavamanos y en un salto suicida me colgué de la ventanita. Quite el seguro y la abrí.
Mi mama me ayudo empujandome para salir.
—Esto es tan típico en las novelas, salir por la mini ventana del baño del aeropuerto. —dijo mi mama.
Quería reír pero la adrenalina me gano.
Di un salto y caí al suelo. Suerte que el baño estuviera en el primer piso y con una salida a afuera.
Antes de cualquier cosa empecé a correr al starbucks lo mas rápido que pude. A penas vi el letrero verde sentí un gran alivio. Lo había logrado.
Entre al establecimiento y entre las mesas vi a un hombre, de hermosos rizos castaños con la vista a sus manos unidas sobre la mesa. Corrí hasta el y sin previo aviso lo besé.
Me separe apenas unos centímetros aun con mis manos en sus mejillas.
—Te amo, te amo, te amo muchísimo Harry.
El me miro con los ojos bien abiertos. Sus ojos se llenaron de lágrimas y una sonrisa apareció.
—Te amo princesa. —me beso.
—¿Que vamos a hacer? —pregunte.
—Estuve pensando, tengo un amigo, Carl Da'Silva.
—¿Es de confianza?
—Claro. —acarició mi mejilla.
Dos horas después Harry y yo esperábamos a Carl en el resividor. Un hombre alto, esbelto, canucio de nariz aguileña apareció. Con un autentico traje Armani.
—Harry. —se dieron un abrazo.
Al parecer si eran buenos amigos.
—Carl nececito tu ayuda.
—¿Para que soy bueno? —sonrió.
—Quieren meterme a la cárcel por enamorarme. —sonrió sin gracia. —Ella... —me señalo. —Ella es el amor de mi vida, pero tiene diecisiete años y no solo eso, también es hija de mi mejor amigo.
Carl me miro.
—¿Tu eres _____ Tomlinson?
Asentí tímidamente.
—No tengas miedo. —sonrió. —Soy de confianza.
—¿Entonces...?
—¿Ya te denunciaron?
Harry asintió.
—Y Louis ahora debe estar buscándola hasta en el fondo del mar.
—Mira, el lugar que les puedo ofrecer es en Italia, es una casa amplia, muy amplia, la compre para demolerla y construir una propiedad en ella, pero conseguí algo mejor y esa propiedad tiene años sin uso alguno. Puedo conseguirte trabajo en un bufete de un amigo mio ahí mismo y, ademas, como se que no podrán salir del país, les presto mi jet.
—Gracias amigo. —dijo Harry tomándome de la cintura.
—En verdad muchas gracias señor Da'Silva.
—Llámame Carl _____. —me sonrió.
El cielo Italiano me lleno por completo. Mire la hermosa Roma con admiración. Había estado aquí hacia menos de un mes pero en verdad jamas imagine que viviría aquí.
—¿Te gusta? —me pregunto Harry.
—Me encanta.
—Bien porque desde ahora sera nuestro hogar.