—Y eso es todo por hoy. Lo siento chicos, se me ha hecho un poco tarde dando la clase, tenéis que daros prisa para llegar a tiempo a vuestro entrenamiento. El próximo día seguiremos.
Tiene razón. Hoy se nos ha hecho un poco tarde, pero la clase ha sido genial. Con esta profesora casi siempre aprendemos cosas que nos dejan boquiabiertos. Salimos de clase mis tres amigas y yo, con nuestras carpetas en la mano y nuestras mochilas para ir a cambiarnos al campo de entrenamiento.
— ¿Qué tenéis hoy? — pregunta Dara.
— Yo tengo fuerza — contesto.
— Yo tengo Energía —dice Dara.
— ¡Yo también tengo fuerza!, ¡Qué bien! Vamos juntas — se dirige a mí Martina. Siempre nos preguntamos entre nosotras a ver qué clases o entrenamientos para ver si nos toca ir juntas o no.
Nos despedimos de Dara y nos vamos juntas Martina y yo. Caminamos a toda prisa hacia el gimnasio. Llevamos un paso acelerado, medio corriendo. Por los pasillos se ve a gente moverse en todas las direcciones. Al contrario de la Universidad, aquí apenas se pierde el tiempo. No hay gente de charla por los pasillos, ni sentada... Siempre que uno se cruza con alguien, es porque va a dirigirse a alguna clase o evento. Es un sitio mucho más disciplinado que la Universidad, pero merece la pena.
— No me gusta nada la fuerza. Se me da fatal -me dice mi amiga.
— Es normal. Eres de agua. La fuerza le suele gustar más a los Tierra o Fuego.
— Cierto. A tí tampoco te gustará mucho ¿No? Tu eres de Aire.
— ¡Géminis! — grito levantando los dos brazos a la vez, con los puños cerrados mientras me río.
A veces me gusta hacer estas bobadas, cualquiera que me conozca un poco como ella, ya está acostumbrada. Pero creo que aún le queda. Normal... a veces soy muy payasa y por eso se está riendo. Yo me río con ella.
Llegamos al vestuario. Hay más chicas en él. Algunas ya se han cambiado y están saliendo, otras todavía están en ello. Se nos nota a todas apuradas, apenas ponemos empeño en saludarnos o decirnos algo. Martina y yo sí que nos esperamos mutuamente.
— ¿Estás? — me dice mi amiga de pie, delante de mí.
— Espera, espera... — todavía estoy calzándome las deportivas. Siempre lo hago fatal cuando tengo prisa. — ¡Vamos! — suelto tan pronto consigo ponerme y atarme la segunda deportiva.
Salimos a toda mecha hacia el gimnasio. El profesor ya está allí y algunos están ya haciendo sus cosas. Tan pronto nos ve llegar a las dos, nos hace un gesto con las manos indicando que quiere que nos acerquemos a él.
—Chicas. Hoy vamos a hacer un test de fuerza ¿Vale?
El entrenador tiene a su lado a otra atleta y tiene su mano sobre su hombro, en gesto de mantenerla unida a nuesta conversación. Una chica altísima, muy delgada está a su lado. Aquí muchas chicas son muy altas. Yo que soy de talla media se me ve pequeñita muy a menudo. Ella está con cara de desubicada, como apocada. Parece que no conoce a nadie de esta sala. Sus compañeros de habitación no deben de estar en esta clase ahora mismo. Con el ritmo que llevamos aquí, lo normal es tener buen trato con tus compañeros de habitación y muy poco con los demás.
— Tenéis que hacer lo siguiente — comienza a explicar el profesor—, tenéis que hacer el test por grupos musculares. Con lo cual, iréis a cada máquina y hacer el ejercicio ¿vale? Para empezar, calentaréis un poco. Cogéis un peso muy ligero y hacéis unas poquitas repeticiones. Cuatro, cinco o seis. Una vez ahí, empezáis a cargar peso. Poco a poco, no os vayáis a romper. No peguéis grandes saltos en el peso, no os confiéis. Si levantáis cinco con facilidad no paséis a doscientos ¿vale? Pasad a diez, aunque os parezca fácil. No os lo toméis a broma u os lesionaréis.
— Vale — decimos todas a la vez asintiendo con la cabeza.
— Para cada peso, haced dos repeticiones. Con eso es suficiente. Si conseguís moverlo, adelante. Continuad hasta que encontréis un peso con el que no podáis. Cuando eso ocurra, venís y me decís el anterior, el que sí que podéis mover — cambia el tono de voz remarcando cada palabra, para que quede claro — y en qué máquina lo habéis hecho. Así yo tomo nota de ello.
El profesor empuja levemente a la chica, indicando que se venga con nosotras.
— Venga, ahora id juntas vosotras tres e id haciendo los ejercicios de todas las máquinas de esta sala.
Nos dirigimos las tres juntas con cierta timidez. Nos conocemos muy poco entre nosotras. Ella parece la más tímida del grupo, porque nota que Martina y yo ya nos conocemos de antes.
— ¿Cómo te llamas? — le pregunto.
— Alhana. Soy Virgo. — Contesta adelantándose a mi siguiente pregunta. Aquí en el campus, la frase "¿Qué signo eres?" es la más oída. Al igual que en mi Universidad la más oída era "¿Qué carrera estudias?"
— Martina Escorpio.
— Nexi Géminis.
Ella sonríe con un gesto de que le gusta nuesta presentación. En ese momento llegamos a una máquina de levantar una pesa enorme mientras estás tumbada sobre un banco. Viendo la indisposición de las chicas, me dispongo yo a ello mientras se colocan a los lados para ayudarme a poner los pesos.
Después de un breve calentamiento, como dijo el profesor, empiezo a pedirle a mis compañeras que me ayuden a poner peso en la barra. Bajo la barra y la levanto. Pesa muchísimo, creo que voy a tener poco margen. Hago las dos repeticiones.
— Ponedle un poquito más.
Mis amigas colocan algo más de peso en la barra. Cogen dos discos más y los colocan en ambos lados. El profesor está en un lateral de la sala apuntando los pesos que le van diciendo los atletas. Mientras tiene a un atleta a su lado, esperando para decirle el peso, levanta la vista y nos empieza a decir a viva voz, para que le oigamos.
-Pensad que esto acaba de empezar. De aquí en poco tiempo, empezaréis a ver grandes cambios en vuestro entrenamiento. Cuando de aquí a unas pocas semanas veáis el increíble cambio que estáis obteniendo, iréis cogiendo confiaza. Por eso, ahora mismo no os preocupéis mucho, ni me mintáis con los pesos. No tengáis vergüenza, las cosas irán viniendo. Además, saber vuestros pesos nos sirve para configurar vuestro entrenamiento y que podáis hacer bien las cosas. La premisa principal de un atleta del Zodíaco es no ir nunca contra sí mismo. Aprender a respetaros. Levantar más peso del que deberíais sólo por quedar bien, es la peor manera que tenéis de faltaros al respeto... y quizás de dejaros a vosotros mismos fuera de la competición por una lesión.
El tema de las lesiones siempre es muy serio para todos los profesores. Aunque tienen razón, ya que estamos aquí entrenando y aprendiendo, sería un problema no poder participar en los Juegos. Nunca había estado en un entorno tan deportivo. Aquí está todo controladísimo, nada es al azar. Hasta la comida está controlada, cosa que yo jamás en mi vida había mirado con mucho detenimiento.
Cargo el peso que me han puesto mis amigas y vuelvo a hacerlo. Repetimos el ciclo tres veces más, hasta que llego a un punto que bajo la barra y se me queda contra el pecho. No me la puedo despegar. En ese momento, mis amigas cogen la barra y me ayudan a subirla a su apoyo. No ha sido gran cosa, me río de lo poco que he sido capaz de mover.
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Las Olimpiadas del Zodiaco: La atleta
AventuraLas olimpiadas zodiacales estuvieron prohibidas durante muchos años. Se celebraban cada 12 años, y era el evento más esperado en todo el planeta. En ellas se competía representando a un signo del Zodíaco, en vez de a un país. Dicen que en ellas, s...