18. ¿Estás segura de esto?

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Estoy sentada en medio de la gran sala del gimnasio de Poder Mental. Es sorprendente el silencio que se hace siempre aquí dentro, es incomprensible. La madera es cómoda y templada, me gusta sentarme aquí.

—Perdona la demora...

Oigo llegar al profesor justo detrás de mí.

—Me gusta ver que estás aquí, a pesar de todo. Gracias por estar en tiempo, siento no estar a la altura.

El chico se acerca a mí y viene a saludarme cordialmente. Cuando me rodea para ponerse de frente a mí veo un par de ojos intensos que no he visto en mi vida. Tiene una mirada masculina y femenina a la vez, sumado a una fuerza arrolladora... Muy sexy además. Me toca un hombro y se inclina para darme dos besos. En ese momento, siento la piel de su mejilla en la mía. Es tan suave como la piel de una chica, si no fuese por el poco de barba que le cubre la cara, sería exactamente igual que darle dos besos a otra mujer. En ese momento, me pongo nerviosa y mi corazón se acelera a un ritmo que me va a estallar. Más que darle un beso, muevo los labios sin ritmo en el momento de hacerlo.

El profesor se mueve alrededor de mí, sin dejar de andar suavemente por el piso. Parece que flota.

—Nexi, quiero saber tu respuesta.

—Sí. Quiero hacerlo —respondo tajante.

—De acuerdo —el profesor me sonríe muy amablemente. Con mucha dulzura, como si fuese alguien que me quiere mucho. Puedo apreciar que es una persona excelente, a otro nivel.

Se acerca a mí y se sienta justo delante, con las piernas cruzadas como un indio, la misma postura en la que yo estoy sentada.

—Por cierto, me llamo Onis. Antes de empezar con la sesión, tengo que darte unas pautas. Es una explicación larga, cualquier cosa que no entiendas deberás preguntarme ¿de acuerdo?

Asiento con la cabeza.

—Bien... Intentaré ser breve de todos modos. Los atletas zodiacales pueden cambiar de estado de cuerpo. Esto suena extraño, pero intentaré explicarlo de un modo comprensible. Imagínate que tu cuerpo vibra de un modo concreto, al ritmo que sea. Esto no es del todo cierto, pero como si lo fuese. Digamos que tu cuerpo y, al mismo tiempo tu cabeza, vibran de manera más o menos ordenada. Vale. Esta vibración la pueden cambiar a voluntad, una vez aprenden cómo. Por ejemplo, para ser más claros, imagínate que vibras como si fueses la nota musical Do y quieres cambiar a la nota musical Sol. Podrías hacerlo. Podrías hacer que tu cuerpo vibrase como un Sol. ¿Entiendes?

-Sí -vuelvo a asentir con la cabeza. Es extraño lo que me cuenta, pero puede entenderse.

-Vale. Día a día, vibras con una frecuencia que es la habitual, la frecuencia con la que vibran todas las personas de tu alrededor. Cuando cambias de frecuencia, puedes hacer cosas que en modo normal no podrías. Puedes ponerte en ese modo para recuperarte pronto de un cansancio extremo, activar más fuerza... No puedo decirte cuales son esas habilidades nuevas, porque sería como decirte qué es lo que debes dibujar en un lienzo en blanco. Una vez cambies de frecuencia, tú misma aprenderás a manejar tu energía y harás con ella lo que quieras.

El profesor pone las manos en sus rodillas y me mira desde detrás de un cabello que le pasa por delante de los ojos, el único cabello que se ha escapado de su recogido.

-Cambiar de frecuencia se volverá fácil con el tiempo, una vez lo hayas hecho. Para la primera vez te ayudaré yo. Aunque antes de hacerlo tengo que contarte un par de cosas más.

El profesor se retira el mechón de delante de su cara hacia detrás de una oreja, descubriendo más todavía sus intensos ojos.

-Pero una vez cambies de frecuencia, entrarás en contacto con otras formas de energía y vida. Podrás ver, sentir e interactuar con cosas que jamás habías visto. Una vez estés en ese estado, tendrás que buscar la manera de controlar tu energía y cambiar de frecuencia. Maneja tus energías hasta que puedas estar aquí de vuelta. Para eso, tienes que estar preparada. ¿Estás lista?

-Sí... -le digo algo asustada.

-Acuérdate. Una vez cambie tu frecuencia, estarás sola. ¿Preparada?

Esta decisión me asusta pero si lo ha hecho mi amiga... yo no puedo quedarme atrás. Seguiré en ello.

-¡Vamos! -le contesto rotundamente.

El profesor pone las manos encima de mi cabeza y de repente empiezo a sentir una sensación muy extraña. Mi cuerpo se siente como si estuviese ardiendo, vibrando... como si el aire pudiese pasar a través de él. Tengo frío y calor al mismo tiempo, unido a una sensación eléctrica muy extraña. Y de repente...

La oscuridad.

Las Olimpiadas del Zodiaco: La atletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora