—Bueno Nexi, llevas un largo rato aquí sola pensando.
El profesor viene de vuelta al gimnasio. Camina muy despacio, apenas lo he oído llegar. No sé cuánto tiempo he estado aquí pensando pero creo que perfectamente han sido tres horas.
—No contestes todavía —me dice anticipándose a mi—. Espera un momento.
El buen profesor se sienta justo delante de mí de nuevo. Es sin duda el profesor más guapo de todo el campus. Es un chico con el pelo largo. Lo lleva recogido con una coleta que hace como si fuese una palmera. Es tan guapo que tiene rasgos femeninos. Se ve claramente que es un hombre pero es bastante andrógino. Menos mal que se ha ido para que pudiese pensar. Me ponía muy nerviosa.
—Ahora vete a descansar. La semana que viene vuelve a la misma hora.
—Pero... —le digo descolocada.
—Nexi —me interrumpe. De algún modo sabe lo que voy a decir -te he dejado aquí para que te quedases sola y asegurarme que no tenías nada que hacer. Si te dejase marchar te harías un lío preguntando a tus compañeras, o llamarías a alguien y te confundirías más todavía. Quería que las respuestas brotasen de tu interior antes de empezar a hablarlo con otra gente. Ahora si quieres puedes pedir consejo, llamar, chillar, correr... Lo que sea. Lo más importante ya lo has hecho.
Este chico es muy agradable desde el minuto cero. Me dan unas ganas enormes de darle un abrazo siempre que lo veo. Tiene una energía que es incomprensible para mí.
—Puedes irte.
Me levanto y el se levanta delante de mí. Justo en ese momento vuelvo a tener esa sensación... Casi le doy un abrazo. Hago un gesto extraño con los brazos y me quedo a medio camino de abrazarlo, eso me hace parecer una boba y me ruborizo.
—Acuerdate de que la semana que viene te espero aquí para que me des una respuesta. Afirmativa o negativa ¿de acuerdo?
—Vale. Adiós —me despido muerta de vergüenza.
-Hasta pronto.
Es hora de volver a la habitación. Ya es de noche. Salgo del gimnasio que parece un templo y atravieso el recinto del campus. Debe de ser tarde ya, no se ven alumnos en esta zona.
Por el camino me cruzo con profesores y vigilantes. Siempre hay gente vigilando para que no hagamos ninguna tonteria. Llego a mi edificio y subo las escaleras. Hay un silencio increíble. Es tarde seguro. Llego al final del pasillo medio en penumbra y abro la puerta.
Justo al abrir veo que han modificado la habitación para nuestra nueva compañera. Ahora hay dos camas y una litera doble. Veo a mis dos compañeras sentadas en una de las camas y en la otra, sentada de frente y a la puerta, la nueva compañera que justo cuando abro la puerta levanta la vista y mira en mi dirección. Está colocada como si me estuviese esperando y quisiese ver la puerta en todo momento.
—¡Bueno, bueno, bueno, bueno...! —digo a plena voz dirigiéndome a toda prisa hacia la chica nueva con los brazos abiertos. —¡Heres! ¿Qué estás haciendo tu aquí?
Tan pronto como he llegado a la habitación, Heres se había levantado a toda prisa y salió disparada hacia mí cuando todavía no la había reconocido. Ella viene riéndose y nos encontramos a medio camino para darnos un abrazo. Por encima de Heres veo a mis compis riéndose, con el torso girado para mirarnos.
—¿Eres atleta zodiacal? —le digo. —¡No puedo creérmelo!
Nos separamos levemente y ella me contesta.
—Sí. Después de aquel día me quedé pensando. No quería ir a las pruebas porque no creía que fuese para mí. Supongo que en el fondo pensaba que no era lo suficientemente buena. Hasta que me di cuenta de que no debería pensar así de mí misma. Me presenté y resulta que las pasé. Cuando me enteré de que las había pasado les pedí a los del campus si podría venir a tu habitación y lo arreglaron todo.
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Las Olimpiadas del Zodiaco: La atleta
AventuraLas olimpiadas zodiacales estuvieron prohibidas durante muchos años. Se celebraban cada 12 años, y era el evento más esperado en todo el planeta. En ellas se competía representando a un signo del Zodíaco, en vez de a un país. Dicen que en ellas, s...