Tras todo lo que había pasado con la Luna de Sangre, dormí todo el día siguiente. Cuando desperté, tenía tanta energía que al final me quedé sin cosas para hacer. Y en eso, recordé lo que me había dicho Nathan.
Así que, tras media hora de búsqueda, recuperé el diario de Euphie de entre mis cosas y me dispuse a leer ese penúltimo capítulo que me diría qué había pasado con Lord Mountrasir.
"Bueno, llevo un tiempo sin contarte nada. Pero bueno, resumiendo, los Aliados estamos planeando una invasión para recuperar Europa de manos de los nazis. Será entre primavera y principios de verano, con un poco de suerte.
Si te soy sincera, espero que esta guerra acabe pronto. Ya hemos tenido muchas bajas, y los subterráneos parecen incontrolables cuando más muertes hay en el campo de batalla. Además, me gustaría volver a ver gente en el Instituto.
Tristemente, la Clave me ha dicho que tengo que volver a Londres, así que no sé si podré ver ese plan de invasión. Por suerte, sé que estarán conmigo Cat y Andrew."
Euphie apoyó durante unos segundos el diario en su regazo, agudizando el oído. Efectivamente, la estaban llamando. Con un suspiro de cansancio, cerró el pequeño libro y bajó las escaleras hasta el salón.
-Debéis poneros en marcha.-Rugió el Director del Instituto nada más ella atraviesa el umbral de la puerta.-Y tiene que ser ya. Vuestro destino está en un valle a unos kilómetros de la capital. Aquí tenéis el mapa y las instrucciones.
-¿Hay un tiempo límite para completar la misión?-Preguntó Catherin, siempre tan seria.
- Hoy antes de media noche tendréis que haber vuelto.-Terminó el hombre, y totalmente rígido salió de la habitación.-El líder será Andrew.
Por unos instantes, la estancia quedó en silencio.
-¿Ambas tenéis armas a mano?-Preguntó Andrew, un muchacho de apenas diecisiete años con barba incipiente.
Ambas mujeres asintieron. Sin mediar más palabra, los tres se levantaron y se dirigieron a las Cushman 53 aparcadas junto a la valla. No tardaron en partir.
Euphie trataba de no mirar los esqueletos de los edificios bombardeados dos años atrás, rodeando la catedral de San Pablo. A veces se le helaba la sangre solo de recordar lo mucho que todo había cambiado en tan poco tiempo. Se preguntaba cómo sería vivir en un mundo sin guerra, ya que cuando esta empezó ella apenas tenía un año.
-Es aquí.-Informó Catherin.
Aparcaron las motos en la cuneta del camino de tierra y se dirigieron al lugar indicado en el mapa. Era una especie de cueva artificial, con tierra y rocas sin limpiar a su alrededor.
-Según las instrucciones, estamos aquí para capturar a un hada fugitiva.-Leyó el chico en voz alta.
-¿Y para qué quiere la Clave a ese hada?-Bufa Catherin, ajustando el inapropiado escote a sus ya de por si voluptuosas curvas.
-Recuerda que debemos un favor a la corte Seelie tras las batallas aéreas de hace unos años.-Explicó Euphie con paciencia.-Si no llegan a sabotear los aviones alemanes, no creo que hubiéramos podido salir al paso.
La otra compuso una expresión de asco, y haciendo presencia de su ego se adelantó al interior del agujero. Los otros la iban a seguir, hasta que Andrew tomó del brazo a Euphie.
-¿Ocurre algo?-Preguntó esta con expresión serena.
-No. Es solo...-Él estaba mono, con la mejillas algo sonrojadas.-Verás, ya llevamos tiempo conociéndonos, y es extraño que alguien a tu edad aun no este prometida, así qué había pensado...
-Gracias por la oferta, pero me temo que tengo que rechazarla.-A Euphie casi se le rompe el corazón al ver su cara de desaliento, pero sabía que hacía lo correcto y que él merecía alguien que lo quisiera de esa forma.-Andrew, te he visto nacer y dar tus primeros pasos. Solo tengo veinte años. Eres como un hermano para mí, y creo que mereces a alguien mejor.
Dándole un tierno apretón en la mano, entró a la cueva siguiendo a su compañera. Usando su piedra de luz como guía, avanzó hasta llegar a una amplia sala natural. La escena que presenció la dejó helada.
Una jóven hada, acompañada de su hijo medio demonio, estaban tratando de huir de un pequeño grupo de humanos. El hada estaba herida de muerte, y el niño estaba... ¿comiendo un cadáver?
-¡Alto!-Gritaba Cat, acercándose sin miedo a ellos.
Los hombres se giraron hacia ella, asombrados de que hubiera alguien más en aquel lugar, y sobre todo de que fuera una mujer.
-Vengo en nombre del Gobierno.-Anunció Cat, entregándoles un sobre a los soldados.-Se os ordena que os retiréis de inmediato y nos dejéis el asunto a nosotros.
Receloso, el que parecía ser el líder leyó cuidadosamente el contenido del sobre. Al terminar asintió. Hizo una seña a sus hombre, y se dirigieron a hueco por el que en ese momento entraba Andrew.
Euphie en seguida se dispuso a ir a salvar al hada herida, pero si no llega a ser por uno de los soldados habría muerto. El niño se había interpuesto entre su madre y ella, y apuntaba a la jóven con una granada de mano y una estaca envenenada como las que usaba el décimo batallón de Idris.
-¿Estás bien?-Preguntó el soldado, mirando con preocupación a la bella jóven que sostenía en sus brazos.
Ella asintió. Tampoco había pasado desapercibida la hermosa sonrisa del jóven y la sensación que sus manos la habían dejado al sujetarla. Pero aquél no era el momento para preocuparse de esas cosas.
-Déjame ayudar a tu madre.-Pidió Euphie, tratando de llegar al corazón del niño.
-Vosotros sois quienes le habéis hecho esto.-Siseo el niño, su bello rostro ensombrecido por el odio.-Vosotros, las hadas y esos sucios mundanos... ¡Vosotros habéis dejado morir a mi madre! ¡Jamás os lo perdonaré!
-¡Tu madre aun está viva! Si me dejas, puedo salvarla.
-¡Jamás descansaré hasta ver cómo todos vosotros caéis!
En medio de su locura, comenzó a desprender un vapor negruzco envenenado.
-Tenemos que salir de aquí.-Instó el soldado.
Al ver que Euphie aun tenía ganas de intentar salvar al hada, tiró de ella y la guió a la salida. Andrew y Cat se encargaron de sellar de sellar la entrada. Aquel gas no les llegaría a afectar nunca.
Euphie, aun con todo su entrenamiento, no podía evitar derramar cuantiosas lágrimas. EL hecho de no haber podido hacer nada por aquel niño la carcomía por dentro. Se abrazó a sí misma, y en seguida notó algo cálido rodeándola. El soldado, aun sin entender muy bien lo que acababa de suceder, quería consolarla.
Y aquel abrazo era justo lo que ella necesitaba. Se sentía cálida y... Protegida. Más que en toda su vida.
-Gracias.-Dijo una vez se separaron. Compuso una tímida sonrisa.-Me temo que debo irme, me esperan para reportar el informe.
Se giró hacia las motos, donde ya la esperaban sus compañeros. Pero antes de siquiera dar un paso, el soldado le tomó el brazo.
-Espera.-Pidió.-Yo... Lo cierto es que no entiendo qué ha pasado, pero... Me gustaría poder verte de nuevo.
Euphie no pudo evitar que se encendieran sus mejillas.
-De acuerdo.-Las palabras salieron sin pensar.
-¿Qué tal te parece frente al parlamento dentro de dos días, a esta misma hora?
-Perfecto.
Una sonrisa se dibujó en su cara. No sabía muy bien qué era aquello que estaba sintiendo, pero sabía que no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Y así, emprendió el camino hacia sus amigos y hacia su actual hogar.
-¡Me llamo James Aldrich!-Gritó él antes de que ella se alejara demasiado como para no oírle.
-¡Euphie!-Gritó ella, poniendo en marcha el motor.-¡Euphie Lovelace!
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Voz metálica- (Cazadores de sombras) (LCM #2)
Fiksi PenggemarUna batalla está a punto de comenzar. Ángeles y demonios luchando unidos y en distintos bandos. El destino de toda una raza en juego. Y, en medio de este caos, Sophie debe hallar la forma de vencer a su enemigo sin poner más en riesgo la vida d...