Capítulo 1: ¿Quieres ser mi amigo?

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Siete años...

Para Andrea Del Junco la vida fuera de la escuela es color de rosa, tiene una familia que la ama, es una excelente estudiante y de paso es la adoración de su papá. Es una pequeña feliz con un corazón muy noble, el problema es... Que no tiene ningún amigo en la escuela y eso es lo único que a veces interfiere en su plenitud de niña, nunca ha podido festejar un cumpleaños con algún chiquillo de su edad, siempre se ha visto rodeada de adultos, aunque eso no es impedimento para que de una forma u otra pueda encontrar la manera de divertirse.

-Hey tú niñita, levántate, deja de ser llorona –le grita el pelirrojo llamado Jackson mientras Samuel, un niño delgado y castaño se contorsiona en el suelo tratando de protegerse, su pequeño cuerpo está lleno de moretones y su ropa está rasgada y sucia– vamos, arriba –insiste el desesperante chiquillo seguido de sus secuaces. Para ser unos niños de siete años son unos verdaderos demonios.

-Déjenlo ya –exclamo furiosa– no está bien que le peguen a los otros niños –cruzo mis brazos mientras los observo con el ceño fruncido, Jackson sonríe con malicia y se acerca a mí con paso firme.

-¿Quién me lo va a impedir? –se burla con aire de arrogancia.

-Yo –afirmo y acto seguido lo agarro del brazo para hacerle una llave que lo deja tendido sobre el suelo mientras me suplica que lo suelte– ¿ahora quién es la niñita? Suéltenlo –les ordeno a los otros tarados que de inmediato me obedecen– como me vuelva a enterar de que molestan a otro niño tendrán que atenerse a las consecuencias, ahora, fuera de mi vista –les digo en tono amenanzante y todos salen huyendo despavoridos... Cobardes– ¿estás bien? –le pregunto a Samuel que me mira con terror– no te voy a hacer nada –lo tranquilizo y este me regala una sonrisa, tiendo mi mano hacia él para ayudarlo a levantarse y debido a su cuerpo magullado no puede hacerlo así que procedo a brindarle mi apoyo para llevarlo hasta enfermería.

-Gracias Andrea.

-No es nada –respondo con naturalidad y me encojo de hombros.

-¿Dónde aprendiste a hacer eso? –me mira a los ojos con una mezcla entre emoción y curiosidad.

-Mi papá es militar, él me enseña todo lo que sé, si quieres puedo decirle que te enseñe.

-¿De verdad? –pregunta entusiasmado y asiento.

-Samuel, ¿quieres ser mi amigo? –lo cuestiono al mismo tiempo que desvío la vista, no quiero que me vuelvan a decir que no, en verdad quiero tener un amigo.

-Claro que sí Andy, seremos los mejores amigos –exclama y me emociono tanto que lo abrazo con fuerza– auch –se queja, de inmediato lo suelto y un leve rubor se extiende por mis mejillas.

-Lo siento, estoy muy feliz porque eres mi primer amigo –le pido disculpas y me sonríe para restarle importancia.

-Tú también eres mi primera amiga –murmura y sonrío complacida– ¿por qué no habíamos hablado antes? –me interroga dejándome pensativa.

-Buena pregunta, pero no sé el por qué.

Llegamos a la enfermería y de inmediato nos atienden, empiezan a hacerle curaciones a Samuel el cual frunce levemente el ceño marcando unas pequeñas arrugas en la frente, está tratando de ser fuerte.

-Cariño, otra vez te golpearon, ¿hasta cuando vas a soportar esto? –le pregunta la enfermera Mary con dulzura y tristeza al tiempo. Termina las curaciones y acomoda todo en su lugar, Samuel la observa y le regala un abrazo acto seguido que ella le deja un beso en su cabello, él inspira su aroma para luego mirarla a los ojos.

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