Capítulo 4: ¿Te había dicho que te amo?

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Actualidad

La vida siguió su curso y con ese mi amor por Samuel incrementó, pero él se obsesionó tanto con el estudio que a veces hasta verlo es extremadamente complicado, se la pasa clavado como un ratón de biblioteca, afortunadamente no nos hemos separado, aunque sí hemos hecho más amigos, eso no ha sido detonante en nuestra amistad, solo el estudio y ya no sé qué más hacer para que él viva un rato y me quiera.

-¿Suspirando por él? –pregunta Valeria mi mejor amiga con tono de burla. Esta demente es igual de loca que yo, me apoya en todas mis maldades y siempre está conmigo, la conocí en mi primer día de universidad en nuestra facultad de administración de empresas y desde que nos juntamos no nos hemos separado, ella es la única que sabe de mi amor no correspondido por Samuel y la que me ayuda un poco a quitar la tristeza de pensar que nunca va a ser mío– tantos penes en el mundo y tú sufriendo por un nerd, que está como quiere, pero nerd, mereces alguien para el que seas su prioridad.

-No lo trates así, además, bien sabes que yo no quiero a nadie más, por mucho que lo he intentado, no puedo dejar de quererlo –exhalo un suspiro seguido del abrazo de Valeria.

Ella es una de esas personas que a primera vista te cae excelente, es sumamente risueña y tiene una asquerosa mente pervertida como la mía, por eso más que todo nos llevamos tan bien, además, me ha demostrado ser una amiga de verdad y la adoro, es fan número uno de Samuel y yo, hasta nos puso un nombre "SamDrea".

-Yo que tú ya hace mucho le hubiera dicho a Samuel y estaría disfrutando de los placeres que puede brindarte con su amigo que sube y baja, que por cierto, se ve que tiene un buen paquete, aparte de ese trasero de infarto y...

-Valeria –la reprendo y finge una sonrisa apenada– deja de morbosear a mi hombre, ¿por qué siempre andas mirando penes? A caso no puedes fijarte en los sentimientos.

-Entonces ¿qué quieres que mire? ¿Vaginas? No gracias cariño, además, los sentimientos no me dan orgasmos, los penes sí –añade y me tapo la cara con las manos por su forma tan descarada de decir las cosas.

-Pervertida –le digo negando con la cabeza de manera divertida.

-La que no es puta, no disfruta –responde y nos empezamos a carcajear.

-Hola señoritas, ¿qué cuentan? –pregunta Samuel muy animado lo que significa que se sacó diez en algún examen y además nos mira a los ojos. Se inclina a saludar a Valeria y acto seguido lo hace conmigo para luego sentarse a mi lado.

-Estábamos hablando del buen culo que tienes y de lo...

-¡Valeria! –Le grito haciendo que se carcajee mientras que Samuel se pone completamente colorado e intenta ocultar una pequeña sonrisa.

-Por cierto, ¿cómo van con sus calificaciones? –nos observa y ambas rodamos los ojos.

-Samu, estamos es break, no queremos hablar de estudio, ya tenemos suficiente con todo lo que tenemos que hacer y estudiar –le respondo y me regala una sonrisa de disculpa que me acelera los latidos y alza las manos en señal de derrota, ya que nunca se le hace ponernos a platicar de eso, bueno, aunque a veces por chat prefiero seguirle la plática para por lo menos tener una conversación, hablamos acerca del clima, de los debates que hay en el mundo ya sea de política, homosexualidad, salud, educación, estudio, en fin, todo menos algún tema más personal, es como si él se hubiera cerrado a todo y no hubiese manera de sacarle las palabras.

-Andy, mamá trajo donas, dijo que cuando quisieras podías ir a la casa y comerte las que gustes ah y que no te pierdas tanto –me mira y siento como si el mundo hubiera dejado de girar y solo existiéramos él y yo. Nuestros ojos se conectan por unos minutos y todo lo que conforma el tiempo y el espacio se vuelve inexistente, un lugar donde solo estamos él y yo, Samuel y Andrea, lo que me permite imaginar que en algún momento él pueda llegar a amarme así sea la mitad de lo que yo lo amo.

-No voy casi a tu casa por ti, que me cambias por andar estudiando y cuidado con comerte mis donas de arequipe/dulce de leche porque te lo corto –contesto por fin rompiendo el contacto, desvío la vista hacia Valeria quien se ha quedado en segundo plano y me sonríe discretamente de manera cómplice, segundos después se abanica con la mano.

-¿Una y una? –pregunta como niño chiquito y no puedo evitar asentir, es tan lindo que no creo poder decirle que no a nada.

Suspiro. Mi niño bonito. Mío y de nadie más.

-¿El fin de semana películas, donas y palomitas en tu casa? Cuidado y me dices que no Samuel Gallardo.

-Está bien, como tú digas mi Aurora moderna –sonrío con cariño al recordar que así me ha dicho desde que le conté por qué no me gustaba Blanca Nieves, él puede que a veces sea desapegado, pero siempre recuerda lo importante y está para mí en todo momento– nos vemos a la salida que ya entro a clase.

-Vale, a las once en el estacionamiento como siempre –asiente, sonríe, se levanta, me da un beso en la mejilla, se despide de Valeria con la mano y se va sin percatarse de la forma en que lo miro brotando corazoncitos de los ojos y sonrojada a más no poder.

-Wow, qué intenso, todo ha sido tan –continua echándose fresco ahora con una carpeta– los shippeo, aguante SamDrea –exclama y sonrío.

-Ya vámonos a clase amiga que el amor no me va a dar el diez que necesito –me levanto y le ayudo aunque esta se pone de pie a regañadientes.

-Tu también eres otra nerd, pero te sabes divertir –hace una pausa de repente y me detengo para preguntarle si todo va bien– ¿sabes qué he pensado? –niego con la cabeza– que si así son hablando, cuando follen van a quemar todo a su alrededor –bromea y le doy un golpe en el brazo– ay perra, cuando lo hagas te va a quedar gustando.

Finalizó la jornada académica por hoy, recogí mis útiles, me despedí de Valeria y salí disparada al estacionamiento donde ya se encontraba Samuel recostado sobre el auto con la mochila sobre su espalda y leyendo sus apuntes del cuaderno. Cuando me encuentro ante él y sigue sin percatarse de mi presencia, carraspeo un poco y enseguida levanta la mirada, me sonríe, le sonrío, guarda la libreta y camina para abrirme la puerta del auto, una vez me acomodo la cierra, le da la vuelta para dirigirse a su asiento, nos colocamos los cinturones y arranca el vehículo.

-Entonces Andy, ¿cómo les fue? -cuestiona sin quitar la vista de la carretera, su rostro está serio y sus sentidos alerta, se ve tan sexy que me provoca abalanzarme sobre él y besarlo hasta que ambos nos quedemos sin aliento.

-Muy bien y ¿a ti? –le devuelvo la pregunta.

-Excelente –responde y se acaba la conversación.

Para el resto del trayecto cada uno estaba sumido en sus pensamientos, tanto así que ni siquiera me percaté del momento en que llegamos a mi casa.

-Gracias Samu –me acerco a darle un beso en la mejilla, él rueda un poco la cara y termino dándoselo en la comisura del labio. Nos separamos uno más avergonzado que el otro y sonrojados hasta más no poder, aunque la verdad es que por dentro estoy que quiero bailar de la felicidad, Samuel se ve tenso y Valeria siempre dice que eso es buena señal.

-No es nada Andy –se pasa la mano repetidas veces por el cabello– mira, tengo algo para ti –sonríe de medio lado con algo de timidez y estira el brazo para alcanzar su mochila. Rebusca unos segundos hasta que toca un paquete que procede a sacar– ayer estaba acompañando a mamá a hacer las compras, lo vi y como sé que lo amas, te lo compré, además era el último –confiesa, se encoge de hombros y me enseña la bolsita que hace que mis ojos se iluminen y pegue un chillido ensordecedor.

-¡Oh Dios!  –exclamo emocionada y me abalanzo sobre él para abrazarlo, se ríe y ese hermoso sonido inunda el carro, es la mejor melodía que existe– ¿te había dicho que te amo? –niega con la cabeza sin borrar la sonrisa de su cara– pues te amo, te amo más de lo que puedas imaginar –le digo con toda la sinceridad del mundo, sobre todo, porque él no va a entender que en realidad lo amo incluso más que a mi propia vida. Me bajo del auto, él espera a que entre y una vez cierro la puerta escucho el motor encendido que indica que ya se marchó por lo que sin borrar mi inmensa sonrisa abrazo el paquete contra mi pecho sintiéndolo como el mejor regalo que me han dado en mi vida, libero un gritito y entre saltos de conejo llego a mi habitación.

Enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora