Capítulo 19: Es hora de volver

389 58 10
                                    

POV SAMUEL

Tres años atrás

Me despierto sintiéndome desorientado, ¿dónde estoy? ¿Por qué tengo la boca seca?
Miro a un lado y lo que veo me deja sin palabras. Andrea está profundamente dormida sin ropa, yo estoy desnudo, las sábanas están manchadas de sangre ¡Joder no! Perdimos la virginidad. Las imágenes empiezan a reproducirse en mi mente como una película.

-Hey –murmuro con la voz ronca cerca de su oído– ¿en qué piensas bonita?

-En ti –responde muy sincera. Andrea se nota desinhibida por el alcohol, me mira de una forma que me hipnotiza, pero si ella siempre me ha vuelto loco ¿qué tiene hoy de especial que me trae aún más idiota que de costumbre?

-¿En mí? ¿Y a qué le debo el honor? –vuelvo
a preguntar esta vez acortando la distancia entre su preciosa y angelical cara y la mía.

-A que te amo Samuel, te amo como nunca amé ni voy a amar a nadie y me está matando el que te vayas –confiesa y exhala un suspiro como si por fin se sintiera liberada del secreto. No puedo evitar mirarla boquiabierto, Dios, Andrea, mi Andrea me ama, soy un maldito afortunado y un puto cobarde también, ¿por qué no le dije antes de mis sentimientos? Tal vez hubiésemos aprovechado el tiempo.

-Yo también te amo Andy –digo y acto seguido la tomo del rostro y hago que me vea a los ojos perdiéndome en la intensidad de su mirada, la contemplo con tanto amor y adoración que me siento la persona más feliz del universo.

Mis labios directamente buscan los suyos y cuando por fin consiguen juntarse me siento en mi hogar. La boca de Andrea es cálida y sus besos son dulces y apasionados, nuestros alientos se mezclan, se nota un poco el sabor del alcohol, pero lo más importante es que saben a nuestro amor.

Nuestras lenguas se enredan y somos dos locos enamorados que quieren recuperar con estos besos todo el tiempo que perdimos. Andrea gime y se restriega contra mí haciendo evidente el bulto en mis pantalones. Joder, voy a explotar. Empiezo a acariciarla y me pego a ella para que sepa lo que hace en mí, lo que me ha hecho sentir desde que las malditas hormonas se hicieron presente en nuestras vidas. Y es que ella es una Diosa humana, tan perfecta que parece inalcanzable y tan... mía. Empezamos a caminar sin dirección alguna, chocándonos con las paredes a cada momento pero no nos importa. Andrea vuelve a pegarse a mí y ambos estamos jadeando.

Como puedo abro una puerta, le pongo seguro y enciendo la luz que tiene un color tenue dándole una apariencia romántica a la estancia. No me fijo en ningún otro detalle de la recámara, pues lo único que me importa es ella, Andrea, complacerla y hacerla feliz. Ese fue mi último pensamiento coherente antes de caer en el abismo negro de sus ojos para fundirnos en un solo cuerpo y alma.

-Soy un animal, ¿cómo pude haberle tomado la virginidad a Andrea de esta forma tan animal? –me siento sobre el colchón mientras tiro de mi cabello corto lo más que puedo– eres una bestia Samuel, ella se merecía algo mejor que esto. Yo quería darle el mundo, ayer quería declarármele y besarla como siempre había deseado y a la primera terminé llevándomela a la cama como si fuera una indecente –me levanto y empiezo a vestirme– ella debe estar odiándome, aunque no creo que más de lo que yo me odio en este momento. Andrea necesita un hombre que la ame y la valore y mierda, la amo más que a mi vida, pero en estos momentos siento que no valgo nada y no soportaría una mirada de desilusión y reproche. No, eso sí que me mataría –recojo mis cosas en silencio, la admiro profundamente dormida como un ángel en el paraíso, ajena a toda la perversión y la maldad del mundo, le saco una foto, beso su mejilla y mientras las lágrimas corren por mis mejillas me voy dejando mi corazón hecho pedazos.

Enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora