Capítulo 9: Fiesta sorpresa

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Para mi pesar el sábado llegó más rápido de lo que hubiera querido. Me encuentro en mi habitación alistándome con ayuda de unos estilistas que contrataron Valeria y mi mamá para que me arreglaran el cabello y obviamente el maquillaje, hoy debo verme más linda que nunca, pues este día podría ser el inicio de mi historia de amor con Samuel.

-Val –llamo la atención de mi amiga que posa sus grandes ojos azules en mí con curiosidad– estoy muy nerviosa, ¿crees que todo salga bien?

-Va a salir todo perfecto, tú no te preocupes por eso que tengo todo bajo control, solo relájate y deja que te pongan más hermosa de lo que eres, que me dejo de llamar Valeria Cabrales si ese hombre no queda en tu cama suplicándote amor por el resto de la vida –asegura con la mano sobre el pecho y me río mientras niego con la cabeza por las ocurrencias con las que sale.

-No sé qué haría sin ti, te amo mejor amiga –me levanto para abrazarla y de inmediato me corresponde.

-Yo también te amo bebé, eres la mejor amiga del mundo y mereces ser feliz, aunque sea con la tortuga de Samuel –Responde mientras pone los ojos en blanco.

-¿Se puede? –pregunta papá mirándonos desde el marco de la puerta con una sonrisa cariñosa. Asentimos y entra – ¿cómo están mis princesas?

-Bien papito, gracias, ya estamos casi listas, Val se va con el conductor y Samu viene por mí –le comento mientras asiente con una sonrisa cómplice.

-Está bien mi vida, como tú mandes, tú sabes que mamá y tú son las reinas de esta casa y yo estoy a sus órdenes, ven acá cielo, acércate –extiendo los brazos y sin perder un segundo me dejo envolver por su abrazo– ¿en qué momento te me creciste tanto que no me di cuenta? –pregunta con la voz temblorosa– te amo princesa, te amo con mi vida hija.

-Me vas a hacer llorar papi, te amo, eres mi rey, siempre serás mi primer amor –beso su mejilla y luego se da la vuelta y sale.

Los estilistas regresan a terminar con su trabajo y al cabo de media hora estamos listas hasta con los vestidos puestos.

Suena mi celular.

-Val, shh, es Samu –le pido y esta asiente con una sonrisa perversa– Hola Samu.

-Andy, en veinte minutos paso por ti, ¿está bien?

-Sí, perfecto, ya casi estoy lista.

-Vale, nos vemos ahorita, un beso.

-Mírate no más si así te pone con una llamada –Valeria se acerca a mí imitándome y me río– un beso, ay si, ay si.

-Déjame tonta –le lanzo un golpe fallido mientras entre risas me saca la lengua.

-Ten –me entrega un frasco pequeño que deduzco que es perfume– guárdalo en tu bolsa y te lo vas a aplicar solo cuando estés en el carro de Samuel, con él adentro, no antes, no después, ¿entendido?

-¿Qué es esto? –la miro con desconfianza y rueda los ojos.

-Es un perfume, si quieres que todo salga bien, asegúrate de echártelo como te dije, te juro que va a volver loco a Samuel –se da la vuelta, saca un objeto que no logro reconocer de su billetera y sin permiso toma mi bolso y lo guarda ahí– lo que acabo de guardar ahí solo lo vas a sacar en el momento de la acción, cuidado se te olvida, se te pierde o se te pincha con algo.

-¿Es un...?

-Sí, es un condón –contesta con naturalidad, seguidamente me observa de pies a cabeza– estás perfecta, no sé quién está más emocionada por hoy, si tú o yo.

-Las dos –reímos para luego sacarnos una selfie.

Minutos después, bajamos a la sesión de fotos que nos armaron mis papás, creo que debieron ser fotógrafos porque hasta si estornudo me toman fotos.

Valeria se retira en el auto con el chofer mientras yo me siento a esperar a Samuel acompañada de mis papás.

-Señorita, ya llegaron por usted –anuncia Clarita, la empleada con una gran sonrisa.

-Clara, por favor hazlo pasar –pide mi mamá e inmediatamente esta obedece y va a buscar a Samuel.

Miro atentamente a la puerta esperando el momento en el que entre, siento como si mi cuerpo fuese de gelatina y tengo ganas de morderme las uñas pero las evito porque me puedo dañar el manicure.

-Buenas noches –saluda Samuel amablemente al entrar en la sala. Está guapísimo con un saco negro abierto, una camisa blanca manga larga, pantalón color coral y mocasines a juego.

-Samuelito –mamá se levanta efusivamente a saludarlo– te ves bellísimo mi niño, necesito una foto de ustedes dos juntos.

-Samuel –ahora es papá el que se pone de pie y le estrecha la mano– me la cuidas por favor.

-Claro que sí señor, como siempre –sus ojos se posan en mí y su boca se abre ligeramente. Llevo un vestido azul rey corto, ceñido al cuerpo y con unos ligeros encajes negros en el borde, maquillaje natural, el cabello en ondas suelto y los labios muy suaves– Andy –murmura aún sin aliento.

-Samu –le respondo sonriéndole hipnotizada.

-Vengan chicos, júntense para retratar este momento –apremia mamá y le obedecemos. Samuel y yo nos juntamos, él pasa su mano por mi cintura pegándome lo que más pueda a él y yo por mi lado trato también de abrazarlo. Primero nos miramos a los ojos y nos sonreímos mutuamente cuando sentimos el primer clic y ya después miramos a la cámara– salieron perfectos –comenta emocionada, casi apunto de llorar– bueno, ya váyanse que se les va a hacer tarde. Se me portan bien y se cuidan –besa la mejilla de ambos y después tomo el brazo de Samuel para caminar hacia su auto.

Una vez afuera cuando ya la puerta de mi casa estaba cerrada a nuestras espaldas Samuel frena para mirarme detenidamente.

-Andy, te ves, wow, espectacular –admite con algo de timidez.

-Gracias Samu, tú no te quedas atrás, estás más que guapo –respondo con una sonrisa bobalicona.

-Vámonos entonces –devuelve la sonrisa y me abre la puerta del copiloto. Después da la vuelta y se acomoda en su puesto.

-Ten –le tiendo un papelito con la dirección– para acá es para donde vamos.

-Listo, tú me vas indicando –asiento y sonrío para mis adentros, amo tanto a Valeria por haber prestado su otra casa para la fiesta.

Una vez enciende y pone en marcha el vehículo abro mi bolso para rebuscar mi celular pero termino topándome con el frasquito de perfume que me entregó Valeria que había olvidado por completo. Lo saco con cuidado y empiezo a echármelo en el cuello, detrás de las orejas, detrás de las muñecas y en el pecho. Samuel frena de golpe y me mira.

-¿Qué... Qué es eso? –pregunta con nerviosismo.

-Un perfume ¿qué no ves? –le respondo como si no fuera obvio– ¿está feo?

-No, al contrario –contesta con la voz algo ronca.

¿Qué tendrá este perfume de especial?

Al rededor de diez minutos después el auto de Samuel estaciona frente a la lujosa residencia. Se baja del auto primero para luego ayudarme a bajar. Sus ojos están un poco más oscuros que de costumbre y me observan con una profundidad que no recuerdo haberle visto antes.

-Vamos mi preciosa Andy –entrelazamos nuestros brazos y caminamos hasta la puerta, donde toco y se escucha un silencio sepulcral. Segundos después la puerta se abre y seguimos– creo que llegamos muy temprano –murmura por lo bajo.

-¡Sorpresa! –gritan todos al unísono saliendo de sus escondites ante la mirada de un atónito Samuel que primero me observa y luego sonríe.

Entramos saludando y agradeciendo a todos los presentes, una vez terminamos y lo veo sin nadie a su lado me acerco a él.

-Sorpresa –susurro en su oído mientras lo abrazo mientras que al mismo tiempo siento todos los músculos de su cuerpo tensionarse por mi cercanía.

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