Cap 1

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Capítulo 1. El sueño

La bruma del bosque por el que caminaba se fue disipando lentamente y ante él, bañada por el Sol que siempre brillaba en ese lugar, estaba la gran entrada de la aldea oculta de la Hoja. El mismo arco con el emblema de Konoha grabado en la parte superior y las mismas puertas de madera verde, tal y como las recordaba, que esperaban abiertas para él a pesar del tiempo que había transcurrido desde que las atravesó por última vez... para marcharse.

Siguió avanzando por el camino de tierra que entraba en la villa pasando bajo el arco con paso tranquilo. Todo estaba desierto y en silencio, pero no era uno de esos silencios tenebrosos y tensos que pone los pelos de punta y hace que hasta el sonido de tus propios pasos te asuste. Este era un silencio tranquilo que transmitía paz y que combinaba perfectamente con la dorada y cálida luz del Sol que lo envolvía todo.

Una sensación de paz envolvía al muchacho mientras se internaba en la villa recorriendo con sus ojos oscuros cada centímetro de la aldea de su niñez, sintiéndose de nuevo en casa después de tantas cosas, olvidando todo el rencor y el odio que le habían poseído. Ahora esos pensamientos se habían quedado atrás, en otra vida, ni siquiera recordaba porqué les había dado tanta importancia.

A unos metros de distancia, sus ojos captaron algo que le hizo detenerse.

Sobre una de las bancas de piedra que había a los lados del camino, una chica joven de estrambótico pelo rosa descansaba tranquilamente mirando al suelo y suspirando de vez en cuando como si estuviera esperando algo.

Los ojos oscuros del muchacho brillaron enfocándola. Sabía qué era lo que ella esperaba, estaba esperándole a él. Le aguardaba en el mismo lugar en el que la dejó.

Reanudó su marcha hasta detenerse a unos pasos de ella.

-Tadaima -susurró el chico con voz grave con la típica expresión que se usaba al llegar a casa.

La pelirrosa alzó la cabeza revelando unos destellantes ojos verde jade y sonrió cálidamente, con esa sonrisa que él hace tiempo había querido olvidar.

-Sasuke-kun -ella pronunció su nombre con el sufijo que tanto detestó en el pasado pero que ahora le sonaba a nostalgia y a hogar.

-Sakura -contestó el pelinegro con su habitual seriedad-, he vuelto... a casa.

La muchacha se levantó de la banca con delicadeza mirándole con algo que podía identificarse como tristeza en sus ojos jade, le sonrió de nuevo y luego negó con la cabeza.

-Este no es tu sitio, Sasuke-kun -dijo con voz suave-, aun no.

Esas palabras sonaron en la cabeza del pelinegro como si alguien resquebrajara una plancha de hielo. Sus ojos se posaron en los de la pelirrosa tratando de descifrar el por qué de sus palabras. Sin embargo, se distrajo al mirarse a sí mismo y descubrir con sorpresa sus manos cubiertas de sangre, su ropa rasgada y sucia, y algunas heridas que sangraban como si acabara de salir de una dura batalla que no podía recordar.

Levantó la vista hacia Sakura con incomprensión en su mirada.

-Debes regresar -explicó ella con ternura dando un paso hacia él.

-No -fue todo lo que pudo contestar. No volvería a donde fuera que hubiera venido, lo único que recordaba de ese sitio era la sensación de vacío, el dolor, la angustia y la confusión. No quería regresar, quería quedarse allí, en ese lugar en el que su corazón se sentía por fin en paz, en Konoha.

-Te quedan cosas por hacer allí -siguió Sakura riendo levemente.

Una punzada de dolor atravesó el cerebro de Sasuke obligándole a crispar levemente su expresión.

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