Capítulo 4. Ira
Las sábanas eran suaves, tan suaves como la seda, pensándolo bien, tal vez fueran de seda y por eso eran tan suaves.
Sasuke suspiró, se estaba realmente bien allí, amodorrado boca abajo entre esas mullidas almohadas con la dorada luz del sol calentándole suavemente la espalda a través de las cortinas. Con los ojos todavía cerrados giró la cabeza para acomodarse mejor y al abrirlos tuvo que parpadear varias veces para creer lo que estaba viendo.
Sentada junto a él en la cama, tratando de cubrirse como podía con las sábanas de seda que al muchacho tan suaves le habían parecido, estaba Sakura con las mejillas sonrojadas de vergüenza mirándole con una mezcla de sorpresa y alarma.
-¿Sakura?, ¿qué... -preguntó el muchacho desorientado.
-Es tu sueño... -se excusó ella precipitadamente-, tú lo estas soñando...
El Uchiha alzó una ceja con escepticismo inclinándose un poco para acercarse a ella con curiosidad, a lo que Sakura respondió agitada poniéndose en pie precipitadamente para alejarse tratando de llevarse la sábana consigo. Con lo que la pelirrosa no contaba era con que dicha sábana estaba enredada entre las almohadas y en el propio Sasuke, de modo que al levantarse no pudo arrastrarla para continuar tapándose, quedando con un sugerente y escaso camisón casi transparente.
-Oh -dijo Sakura al verse a sí misma reflejada en el gran espejo que había en la pared-, nunca pensé que algún día llevaría algo así... ni que tuvieras una imaginación tan pervertida...
Sasuke bufó dándole la espalda para darle algo de intimidad.
-¿Qué te ha pasado?, ¿estás herido? -preguntó de pronto la pelirrosa al ver los pequeños raspazos que se había hecho en la espalda al rozarse contra la pared cuando se quedó dormido.
Al muchacho le costó saber de que estaba hablando, hasta que comprendió a lo que se refería y rodó los ojos.
-Sólo es un rasguño -dijo encogiéndose de hombros.
-Ino-cerda podría curarte... seguro que te daría uno de sus mejunjes de jazmín -musitó la chica con algo de tristeza en su tono-, todos sus potingues huelen a jazmin, es su solución universal.
Sakura suspiró y volvió frente al espejo mirando su reflejo con curiosidad, moviéndose y alisando el camisón pasando las manos por su cintura. Sasuke se sorprendió a sí mismo observándola fijamente, sin perderse detalle de sus sutiles movimientos como si fueran hipnóticos cantos de sirena.
Nunca había pensado en Sakura como una mujer, por supuesto que sabía que era una chica, no era tonto, pero no había reparado en ella con todo el significado de la palabra. Se descubrió pensando que era bonita, tal vez no una belleza despampanante como Ino pero había algo que atraía la mirada, el contraste de fuerza con delicadeza.
Lentamente, Sasuke se acercó a ella por detrás sosteniendo una sábana blanca que había recogido de la cama para que se cubriera.
La kunoichi alzó la vista para encontrarse con el reflejo de los ojos oscuros del Uchiha que parecían más oscuros que nunca, con un leve "gracias", Sakura aceptó la sábana colocándosela sobre los hombros. El muchacho se quedó tras ella muy cerca a pesar de que en ningún momento se habían rozado.
-¿Serías mi príncipe azul, Sasuke-kun? -preguntó la pelirrosa con voz queda, su tono parecía triste-, como en el cuento...
-...¿Qué cuento?... -dijo él con voz suave muy cerca de su oído.
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⭐No Digas Que Fue Un Sueño⭐
FanfictionLa historia es propiedad de: Elade-chan. Yo sólo la comparto con ustedes NO me pertenece