(Habrá un cambio importante en la línea de tiempo, sin embargo los flashbacks ayudarán a comprender un poco mejor la personalidad y pasado de Anthony)
Tres años después
Anthony se sentía cansado, le aburrían aquellas clases tan absurdas que diariamente se veía obligado a cursar. Siempre era la misma rutina: llegar, sentarse, escuchar cosas que ya sabía, levantarse, moverse a otra aula... de siete de la mañana a dos de la tarde, cinco días a la semana, cuatro semanas al mes, nueve meses al año... rutina insoportable que aunque no quisiera debía cumplir; no podía permitir que lo descubrieran. Debía aparentar ser un adolescente común y corriente, como todos los demás, no podía permitir que su pequeño secreto fuera descubierto.Agarró la mochila del escritorio, mientras tomaba un jugo de naranja y una aspirina. La cabeza le daba vueltas, había tenido mucho trabajo por hacer anoche y tras cumplir con su cometido, había celebrado tal y como siempre lo hacía: bebiendo hasta no recordar ni siquiera donde se encontraba. No sabía como había llegado a casa, pero estaba seguro de que su primo Francesco estaba implicado en ello. Atravesó la sala a grandes zancadas mientras buscaba sus llaves que se encontraban extraviadas; al pasar frente al espejo, se detuvo un momento para observarse. Se veía terrible y sus ojos estaban completamente inyectados en sangre. No satisfecho con aquella mirada que su otro yo le daba desde el espejo, decidió usar un par de lentes oscuros hasta que las cosas mejoraran. Encontró las llaves junto al flamante par de lentes oscuros y salió de la casa de camino al claustro de su aburrimiento.
No se sentía muy bien para conducir, así que tomaría el autobús como todos los demás, era más seguro hacerlo que estrellarse con algo o alguien más adelante y tener que lidiar con la policía y por ende con su madre. De por sí no la soportaba mucho desde que comenzó a formar parte del clan de los Auditore, ya que se había vuelto insufrible y sólo se interesaba en él durante sus misiones; el resto del tiempo se la pasaba encerrada en il palazzo sull'abisso, la base de la familia y donde generalmente todos entrenaban y se preparaban para convertirse en asesinos mortíferos.
-No tengas miedo, el miedo es para las presas. Tú eres un cazador. Los cazadores dominan, por eso no temen.
- No le temo a ellos, le temo a morir. Así quiera aparentar ser fuerte, no lo soy. Soy débil. No puedo seguir con esto más, me pierdo a mí mismo cada vez que sigo haciendo algo como esto.
- No tienes alternativa, esto es lo que es tu familia... esto es lo que eres tú, eso no va a cambiar... ni siquiera si así tú lo quieres.
El autobús llegó pronto, más de lo que Anthohy había supuesto. Abordó en silencio y se sentó en lo asientos de atrás solo, esperando que nadie se le uniera. Seguía siendo solitario, a excepción de aquellos que se esforzaban por hablarle, aquellos amigos de antaño que aunque el había cambiado su forma de ser, ellos no habían cambiado su forma de tratarlo. Ellos siempre estaban para él y Anthony lo agradecía; a veces le parecía agradable tener con quien reír y con quien hablar.
-Hola Tony, ¿Cómo estás?- Ariana, una chica de mediana estatura, complexión media, ojos chocolate, cabello violeta desordenado, piel pálida y lentes y Sarah, todo lo contrario a la otra, una chica escultural, alta, de cabello rubio rizado, ojos azul celeste y piel broncínea, que pertenecían a sus escasos amigos, se sentaron a lado y lado de él, la una a la derecha y la otra a la izquierda. Anthony les sonrió en respuesta; sin embargo notó la interesante mirada que Sarah le dedicaba. Esa mirada que constantemente había observado en muchas chicas que se cruzaban en su camino. También notó como la muchacha se sentaba lo más cerca posible de él y como jugueteaba con sus cabellos de forma pícara. Esa actitud le parecía un poco divertida y no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. La chica se ruborizó al darse cuenta que su actitud solo había sido tomada como un chiste por el joven, pero no dejó de hacerlo. Estaba segura que tal vez, y solo tal vez, de aquella forma podría llamar su atención; ella sabía que eso le había funcionado bien con otros con los que había salido en el pasado.
Ariana, por su parte, apreciaba al joven por la maravillosa persona que siempre había sido. Un poco más sombrío y serio últimamente, pero igual de cariñoso y atento.
Anthony sólo veía a aquellas chicas como algo que en cualquier momento podría romperse y que él debía cuidar como pago por la amistad que tenían.
-Estoy bien, sólo cansado, pero bien. ¿Y ustedes chicas?- Anthony pasó su brazo por encima de los hombros de las dos y las abrazó con fuerza, mientras ambas se reían. Ellas sabían que en un instante cualquiera, él se pondría su coraza y comenzaría a actuar como un adulto, así que debían aprovechar mientras tenían a su antiguo "él".
- Yo estoy muy bien, emocionada por el concurso de canto y baile de la próxima semana ¿Tú acaso no lo estás? ¡Es la primera vez que los demás te escucharan tocar el piano y me escucharan cantar! ¡Vamos a hacer que el cielo llore con nuestra presentación!- Contestó Ariana, haciendo que todos los demás regresaran a ver a los tres amigos.
- No toco tan bien como lo dices, Ari. Sólo lo básico...
- Yo... yo también estoy bien. Algo preocupada por... por las materias. No me ha estado yendo muy bien y sé que mis padres van a matarme si llego a perder algo. No sería una sorpresa, pero creo que ya tengo suficientes castigos encima.- Anthony regresó a mirarla y ella le sonrió de forma coqueta en respuesta. ¿Qué demonios quería? Si buscaba su atención de una forma romántica, jamás la obtendría. Él no era de los hombres que se fijara en las chicas por el físico, además ¿Para qué salir con alguien que podría tan fácilmente llamar la atención de otros? Para él era más sencillo ser discreto, no le convenía ser un payaso de rodeo que sólo busca la aprobación de los demás. No la necesitaba. No de todos los pubertos hormonales que habían en su escuela.
- Tienes que esforzarte más, Sarah. Sabes bien que tus padres no van a consentirte que vayas a hacer nada en la escuela. Si vas a ello, mejor quédate en tu casa. - Le contestó Anthony, de forma despreocupada y con una sonrisa sarcástica en la cara.
- Idiota.- Sarah se levantó y fue a sentarse con otro chico más adelante, completamente furiosa.
- Es más sencillo si le sigues la corriente, Tony. No se le da bien el estudio.- Ariana estaba seria, pero sabía que su amigo tenía razón. La chica nunca iba a estudiar. Su prioridad durante los últimos años había sido adquirir vida social, popularidad, fama. Cosas secundarias que después no le servirían para nada.
- Como digas Ari...
- ¿Te encuentras bien?
- Te dije que sí.
- No te creo.
- ¿Por qué eso no me sorprende?
- Deja de actuar como un imbécil por un momento. Sé que no te sientes bien. Te conozco desde que somos niños... Dime que ocurre, tal vez pueda ayudarte.
- No puedes.
- Si no me lo dices obviamente no sabré como. Confía en mí.
- Ari, basta. Siempre es igual todos los días. Estoy bien.
- ¡No es así!¡Cambiaste! Desde ese accidente ya nada ha sido igual... te encerraste sobre tí mismo y nos alejaste... traté de aguantar lo que más pude, ¡pero ya no más! ¡Quiero a mi amigo de vuelta!
Anthony guardó silencio. Ariana no era tonta, siempre lo había notado y era la única que realmente se había preocupado por el cambio drástico del joven. Ella sólo quería lo mejor para él, y él era consciente de ello. Sin embargo no podía exponerla a ser lastimada. Ni a ninguno de ellos.
Peter, un tipo alto de cabello negro corto y rizado, ojos color miel, piel trigueña y complexión delgada, interrumpió el incómodo silencio:
- Hola Tony, hola Ariana, ¿Cómo están?
- Bien Pete, gracias ¿Qué tal tú?-respondió Anthony sonriendo y tendiéndole la mano extendida para saludarlo con un choque.
Fue en ese preciso instante que toda la pesadilla del joven Auditore comenzó: una chica que él jamás había visto abordó el autobús. Eso era todo lo que debía pasar para que el infierno comenzara.
(Meyer escribió que el amor siempre era la mejor parte de todas las historias... puede ser, aún no he decidido si eso tiene que ser la mejor parte de la mía. PD: Sí, aquí comienza el infierno. Todos los problemas comienzan con una mirada. ¿Extraño no? PD2: Ignoren mis comentarios random XD)
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Et lux in tenebris
General FictionAnthony odiaba su existencia, un chico común, sin amigos, acomplejado y siempre atormentado por sus propios pensamientos sobre sí mismo. Pero todo cambió tras un crimen accidental que lo llevará a conocer oscuros secretos, secretos que nunca pudo si...