CAPÍTULO 20: All'interno del Palazzo

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El coche de Anthony se estacionó junto al enorme jardín trasero de la mansión, llenándose con un poco de lodo y ramas al pasar entre la maleza.

Isabella saltó del coche y corrió hacia la puerta del invernadero  para asegurarse de que nadie los observaría al entrar en la mansión. La niña no miró a nadie, así que se asomó por una de las ventanas del invernadero e hizo señas a Anthony para que ingresara sin problemas.

El joven regresó la mirada hacia su novia, para encontrarse con una chica llena de temor.

—No tenemos que hacer esto si no quieres, Ari... Podemos volver a casa y hacer algo más...

—No. Quiero hacerlo—La muchacha tiró de la manija del de la puerta y saltó fuera del coche, aún con indecisión. No se iba a echar para atrás, pero estaba segura de que algo iba a ocurrir. Tenía un presentimiento extraño sobre aquello.

Anthony bajó del coche, cerró la puerta tras él y comenzó a caminar hacia la puerta del invernadero. Ariana le siguió en silencio hasta que llegaron al sitio, donde Isabella ya estaba abriéndoles la puerta, con una sonrisa.

—No hay nadie, pero no estará así por mucho—Les dijo y echó a correr hacia el pasillo, para asegurarse de que aún seguía vacío. No había ni un alma.

—Ven, vamos a la sala de historia.—Anthony tomó la mano de Ariana y comenzó a caminar—Bella, tú te aseguras de que no haya nadie en el camino.

—Oky Doky—Contestó la chiquilla, adelantándose mientras buscaba señales de otras personas en los pasillos.

Caminaron rápido y en silencio a través de la mansión, deteniéndose cada vez que Isabella silbaba dos veces y prosiguiendo cuando silbaba una o no decía nada por un largo rato. No se toparon con ninguna persona hasta que, ya estando cerca del sitio, escucharon pasos que venían tras ellos. Había una pequeña puerta a la derecha que daba a un cuarto de aseo, la cual Anthony abrió y sin pensar dos veces empujó a Ariana dentro, tapándole la boca con una mano y cerrando la puerta con la otra con cuidado; en cuanto estuvieron encerrados, apoyó su espalda contra ella para evitar que fuera abierta con facilidad. Los pasos se detuvieron junto a la puerta de golpe, haciendo que el corazón de Anthony latiera desbocado y su cuerpo se empujara con mayor fuerza contra ella.

Escuchó pasos más cortos y rápidos y después a una voz gruesa  y fuerte decir:

—¡Ah! Sólo eres tú, piccola Bella. Pensé que alguien desconocido estaba vagando por estos pasillos ¿Qué haces aquí tú sola?

—Hola, Donatello. Estoy esperando que Francesco venga a recogerme para pasar el fin de semana con él, tú sabes, ya que mi hermana tuvo que viajar a Francia con mi tía Anastasia para cumplir negocios y esas cosas.—Contestó la niña con tono inocente y tranquilo. Sabía que si se ponía nerviosa, delataría a todos y el plan se arruinaría.
Donatello observaba  con sus ojos azules como el océano a la niña en silencio, evaluando cada una de sus facciones, sin detectar señales de nerviosismo o engaño. Sonrió y le revolvió los cabellos rizados con la mano, relajándose.

—¿Te han asignado misiones últimamente?—Le preguntó, cruzando los brazos sobre el pecho, con despreocupación.

—Sí, hace unos días tuve que acabar con un tipo enorme mientras dormía ¡Por que era la única que cabía por la puerta del perro de su casa! Me sentí nerviosa al principio porque pensé que en cualquier momento se despertaría, pero ni siquiera se percató de que le corté el cuello de lado a lado... Se ahogó en su propia sangre ¡Y yo pude presenciarlo todo! Estaba muy contenta cuando salí y Aldo se encargó del cuerpo y la evidencia sin problemas.— Le contó la pequeña, completamente emocionada. Su primo le aplaudió, mientras le dirigía una enorme sonrisa. El teléfono de Donatello comenzó a sonar entonces y el joven se retiró del sitio, diciendo:

Et lux in tenebrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora