CAPÍTULO 33: Momenti Finali

27 2 1
                                    

Francesco había ido por Ariana a casa, y se sorprendió al no encontrarla sola, sino acompañada de nada más ni nada menos que Anthony. Frunció el ceño cuando observó todo lo que él le había traído y le enojó aún más el saber que él se le había adelantado y que ya había hecho las paces con ella. Sabía que, por más que lo intentara, siempre terminaría estando con Anthony. No era idiota, había notado desde el principio la manera en que ella lo observaba, la forma en que el mismo Anthony la observaba, era algo que ambos sentían el uno por el otro, algo que era obvio hasta para el más idiota o el más novato en cuestiones de amores. Anthony amaba a Ariana, Ariana amaba a Anthony... no había más, no había espacio para un Francesco en medio de eso... Meter un Francesco en aquello era equivalente a meter una Tania. Ahora comprendía el afán de la otra muchacha, (si es que ella en realidad estaba enamorada de Anthony o solo era un caprichito más)en cierta forma, aunque seguramente no tendrían las mismas razones para o motivaciones.  Aquello se convertía gradualmente en una necesidad, estar cerca de Ariana se convertía en una necesidad, verla, abrazarla, besarla... todo aquello estaba torturando a Francesco de formas que jamás había podido imaginar... jamás pidió enamorarse de alguien, ella sólo llegó y lo hizo pedazos. No era una chica fuerte, no físicamente, pero su forma de ser había sido como un huracán en él, y había arrasado con todo... ya no quedaba nada del antiguo Francesco, era un nuevo hombre, alguien que había aprendido el valor de un buen amor... era un hombre enamorado.

—Ari, creí que tú y yo... amm, ¿saldríamos más tarde?— Preguntó a la muchacha, en cuanto Anthony le abrió la puerta de la casa.

  — Y lo haremos, Tony sólo vino a arreglar las cosas, ya sabes... No es bueno quedar en malos términos con alguien —Contestó la aludida con una sonrisa tierna en los labios—Vino a decirme feliz cumpleaños. Fue muy lindo de su parte.

  — Así que... ¿Arreglar las cosas? Creí que las fotos... 

  — Esas fotos no significan nada. Tania Vólkov me drogó para poder tomarlas manipulando al barman. Él mismo me lo confesó hace unos días, tuve que viajar a Francia sólo para buscarlo y obligarlo a hablar. Dijo que ella le había dado una jugosa cantidad de dinero para que lo hiciese—Interrumpió Anthony, con tono serio, observando a Francesco.

  — ¿Y dónde está el dichoso testimonio del que hablas eh?— Francesco se acercó a Ariana y pasó su brazo alrededor de su cintura, besándole la frente.

— Aquí—   Ariana le pasó el sobre con una sonrisa—Está todo dentro del sobre, Anthony me lo mostró hace unos momentos. Le creo, Francesco. Él no tiene porque mentir, yo le creo.

Francesco besó la frente de Ariana de nuevo y la abrazó más fuerte. No quería perderla en manos de su primo, sabía que esa sería una posibilidad muy factible.

—¿Le crees? —Fue la única pregunta que acudió a sus labios, después de un momento de silencio perpetuo en el que el joven meditó el triste destino que le esperaba con esa declaración: una vida solitaria. Una vida en la que él perdía al amor de su vida mientras ella era feliz con otro, pero ¿No había sido al final eso el meollo de todo aquello? Él la había consolado, él la había oído llorar lágrimas y sollozos desesperados por aquel hombre que tanto amaba, él la había hecho sonreír, la había hecho sanar... Pero eso era todo. Sería el sanador, el cuidador, el amante... Pero jamás sería el joven predilecto para ella, ella siempre preferiría Anthony por encima de él, y aunque dolía, dolía como mil demonios, al final cedería a la felicidad de ella por encima de la suya propia. No podía seguir luchando en una guerra que él ya había perdido y en la que ya estaba muerto, pero si había algo que él podía hacer, mantenerla viva, mantener viva a Ariana y mantenerla feliz, ¿Cuánto más pudo ella haberlo cambiado?

Tania Vólkov caminaba por la casa de sus padres, algo ausente. Anthony la había mandado lejos con unas palabras bastante ofensivas, argumentando que era una ilusa al pensar siquiera que él podía llegar a amar a alguien tan superficial. No comprendía cual era el significado real de aquellas palabras, sólo sabía que habían dolido demasiado. Caminaba de un lado para otro, evitando comenzar a llorar. No le dolía el hecho de que él amara a otro, porque esa nunca fue su motivación. Le dolía el hecho de que por primera vez ella había perdido, había sido derrotada y le habían arrebatado su premio, dejándola con las manos completamente vacías. No era tristeza lo que sentía, era rabia, era odio, era... Deseo de venganza. Eso era, quería venganza, quería que Anthony y Ariana pagaran por haberla hecho perder, y de seguro a ellos les iría peor ya que la muchacha ya tenía un plan.

Et lux in tenebrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora