CAPÍTULO 3: Fratellanza

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Soñaba que se hundía, que se hundía y se ahogaba. Sentía un gran peso sobre su pecho frágil y como la oscuridad se tornaba cada vez más profunda a su alrededor. Trataba de respirar, pero sus pulmones no se llenaban de aire. Una bocanada, dos bocanadas... nada. Aire salía pero no volvía a entrar y al poco tiempo ya se sentía invadido por la desesperación. De pronto sintió que algo duro chocaba contra su rostro y en ese instante, recuperó la conciencia. Se encontraba en el suelo, completamente tendido, su mejilla derecha dolía al igual que el resto del lado derecho de su cuerpo. Acababa de caerse de un viejo catre en el cuál lo habían recostado. No sabía donde se encontraba ni cómo había llegado ahí, lo último que recordaba era haberse quedado dormido en...

-¡La camioneta! ¡Mamá! ¡Eros!- Dijo en voz alta, incorporándose de golpe. Observó a su alrededor bajo la escasa luz que emitía una lámpara de nafta que había colgada de la pared. Se encontraba en una estancia pequeña en la que sólo había el viejo catre negro y destrozado y una mesilla de noche vacía.

-Pensé que tendría que despertarte a bofetadas, pero al parecer ya estás listo- Eros irrumpió de golpe en la estancia, usando de una larga capa de color vinotinto que le cubría de pies a cabeza. Su expresión se veía seria y más sombría de lo normal y Anthony no pudo hacer más que observarle lleno de horror.- Vamos, es hora de comenzar tu iniciación niño. Sígueme y no te quedes atrás. Si no obedeces y te pierdes, nadie irá a buscarte y en cuanto alguno de los demás te encuentre, lo más seguro es que te castiguen y no creo que quieras eso ¿a qué no sobrino?- La sonrisa del hombre lo tomó por sorpresa; nunca le había visto sonreír durante sus trece años conviviendo con él. Anthony negó con la cabeza y se acercó a él, dispuesto a seguirlo. Eros ensanchó su sonrisa y comenzó a caminar con zancadas largas a través de los pasillos iluminados por lámparas del mismo tipo de la que había en la habitación anterior. Su tío aceleraba el paso cada vez más y no le dejaba a Anthony más opción que comenzar a trotar tras él para no quedarse atrás. No quería ser castigado. Los pasillos eran largos y estaban llenos de pinturas antiguas, parecía que se encontraban en un antiguo castillo o algo parecido. Eros se detuvo de golpe haciendo que Anthony chocara con su cuerpo y cayera sentado al piso de cerámica fría y dura. Observó lo poco que era visible, se encontraban ante una puerta de roble gigantesca, tallada con hermosas figuras de animales corriendo y saltando de un lado para otro y hombres grandes persiguiéndolos para darles caza.

-Bien, escucha niño. Al otro lado de esta puerta se encuentran todos aquellos que pertenecen a la honorable estirpe de nuestra familia. Todos estaban esperando por ti así que no los hagas esperar, ni los decepciones. Todo será claro en cuanto entres allá-Eros empujó la puerta con una sola mano y se hizo a un lado, para permitir que Anthony pasase antes que él.

El joven, de forma tímida, comenzó a adentrarse en la oscura habitación con paso lento. Su corazón había comenzado a latir con rapidez y sus manos temblaban. No sabía que hacer o que esperar, sólo sabía que tenía que seguir avanzando hasta que alguien lo detuviera. Las luces de un enorme candelabro se encendieron de golpe y de un momento para otro, el chico estuvo rodeado de figuras con túnicas vinotinto que llevaban capuchas sobre los rostros y velas sobre las manos; se detuvo de golpe, listo para huir hacia la puerta si alguien intentaba lastimarlo, pero las figuras permanecía inmóviles, expectantes. Una de aquellas figuras se adelantó de entre las demás hasta llegar junto a él con paso firme y rápido. A diferencia de las demás, aquella figura llevaba un gran collar de oro brillante colgando del cuello decorado de un enorme escudo de armas con dos xifos* cruzados en el centro, rodeados por una cinta negra.

-Inclementia mortis. Sean bienvenidos a la iniciación de el más joven de los de nuestra estirpe. La familia Auditore jamás había sido tan grande y tan poderosa como hasta ahora. Nuestro nuevo miembro está aquí, listo para ser parte de nosotros.- La voz de Anastasia salió de aquella figura y resonó con fuerza y fiereza en todo el enorme salón, mientras las demás figuras vitoreaban y aplaudían.

Anthony se mantenía inmóvil, congelado en su sitio, como si le hubiesen salido raíces en los pies. La figura se volteó hacia él y le habló directamente:

- Anthony Auditore, hoy es el día en el que dejas de ser un niño y te unes a nosotros. Hoy es el día en el que te conviertes en un fratrem de mortem, uno de nosotros, un asesino entrenado. Todos aquí nos sentimos orgullosos de serlo, y estamos alegres de que por fin el último Auditore haya mostrado su naturaleza mortífera.- Gritos de alegría resonaban en la sala. Todo el mundo se encontraba emocionado.- Es tiempo de terminar lo que ya se ha iniciado. Anthony, para completar tu unión a nosotros hay algo más que deberás hacer.

- ¡Suéltenme maniáticos enfermos! ¡Los mataré a todos! ¡Los mataré!- Irrumpió una voz de golpe que llamó la atención de Anthony. Dos figuras traían entre sus brazos a un Jason lleno de cortes y contusiones, que intentaba desesperadamente liberarse de los fuertes brazos de las figuras. Lo colocaron frente al joven y le hicieron postrarse ante él. Sus ojos se cruzaron con los de él, encontrando sólo temor y sorpresa.

- Para ser uno de nosotros ¡No debes tener piedad! ¡Acaba con el que te hizo daño!- Su madre le tendía una enorme daga con empuñadura de oro. El chico dudaba, aquello no estaba bien, no quería matar a Jason aunque hubiese sido malo con él, aún sentía el peso del pecado de Raul y no quería cargar con otro más. Estaba seguro de que su cuerpo no lo soportaría. Sin embargo, si no lo hacía, tal vez todas aquellas figuras se abalanzarían sobre él y su vida acabaría sin más. No tenía salida, no tenía donde huir, no sabía a donde ir. Era matar... o morir.

Con mano temblorosa, tomó la daga y dio unos cuantos pasos adelante, dudando aún. Una de las figuras que sostenía a Jason tiró de sus cabellos, haciendo su cabeza hacia atrás y exponiendo el cuello para él. Estaban indicándole que le diera un simple tajo a la garganta de su víctima. Anthony acercó el cuchillo al cuello; la piel que rozaba la hoja enviaba las vibraciones del pulso de Jason hacia su mano, haciéndole sentir que su vida se encontraba entre sus manos, haciéndole sentir el mismo poder que había sentido cuando mató a Raul.

Cerrando los ojos deslizó la mano con rapidez y fuerza sobre el cuello y se dio la vuelta. No quería ver como la sangre comenzaba a derramarse en el piso y manchaba todo a su paso. En cuanto lo hizo, todos los espectadores lo alababan y gritaban su nombre, felicitando el crimen.

- Bien hecho, hijo mío. Bienvenido al clan.-Escuchó las palabras de su madre antes de que un fierro caliente se estrellase contra su pecho y miles de golpes empezaran a caer sobre él.

(Este capítulo tendrá alguna que otra corrección en el futuro. Intentaré mantenerlos al tanto de las modificaciones. En cuanto al * para aquellos que no saben lo que es un Xifos es una espada que utilizaban los griegos antiguos. Anexo una imagen para que vean como es)

 Anexo una imagen para que vean como es)

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Et lux in tenebrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora