Anthony vagaba por el pasillo, fuera de la habitación que compartía con su madre, esperando que ella se desocupase. Quería tomar el primer avión que pudiese para regresar a su hogar y por fin ver a Ariana, para por fin tenerla entre sus brazos y sentirla cerca, pero no podía irse hasta que su madre le permitiera dejar el lugar.
—Pareces preocupado, ¿Puedo ayudarte?—Preguntó Tania, con una sonrisa ladeada y rostro divertido. Observaba al joven que se paseaba con aire enojado y lleno de estrés.
Anthony frenó frente a ella, con una mirada seria y enarcando una sola ceja.—¿Qué quieres?—Contestó él de regreso, sin dejar de verla.
La muchacha amplió su sonrisa, jugueteando con un mechón rubio que caía sobre su hombro derecho.
—Vamos por un trago, yo invito. Tal vez eso te ayude a relajarte un poco.—Tania sonrió y comenzó a alejarse, de camino al ascensor para ir al bar.
—Está bien, pero no aceptaré nada de lo que tú me des, pediré lo que yo quiera ¿oíste?—Anthony la siguió, con actitud seria y ambos fueron al bar. Se sentaron juntos en la barra en silencio, hasta que el barman los atendió.
—Ordena lo que desees, cariño.—Le dijo Tania, con una sonrisa amplia y cálida.
Anthony la miró con cierta desconfianza pero dijo al barman:
—Escocés en la rocas.
—Buena elección, para mí un martini, lo más sucio posible.
El barman asintió y comenzó a preparar los tragos.
Anthony y Tania permanecieron en silencio por un par de minutos, hasta que ella comenzó la conversación:
—Así que... ¿Piensas regresar ya a Racoon Peak?
—Sí, ese es el plan. Tal vez alcance a llegar para año nuevo si me voy ahora. Quiero pasar con Ariana el año nuevo. Ya me he ausentado lo suficiente, y no quiero ser un novio más terrible de lo que ya soy.—Contestó él y entonces el barman les sirvió los tragos.
—La verdad no te considero un mal novio, has estado muy pendiente de lo que Ariana ha estado haciendo en estos meses y siempre le preguntas a Francesco como se encuentra... Aunque debo decir que si yo fuese tú, desconfiaría un poco de él—Tania le dio un pequeño sorbo a su martini, saboreando el licor con satisfacción.
—¿A qué te refieres? Yo confío en Ariana y en Francesco. Él es... Él es mi hermano prácticamente, jamás haría algo así.—Contestó él, pensando en las palabras de Tania. Ella sabía algo que él no e iba a hacer que se lo dijera por las buenas o por las malas.
—¿Y tú crees que él juega sobre las reglas? No seas ingenuo, Anthony. El joven Francesco juega con las reglas, para acomodarlas a como a él le convengan. ¿Crees que el libertino hará lo que tú le digas? No le creo capaz de cumplir lo que te haya prometido, por favor... Abre los ojos.—La muchacha rubia le dio otro sorbo a su trago y observó el de Anthony, que permanecía intacto.
Anthony pensó en aquellas palabras; tal vez la muchacha tenía razón, no debió fiarse de Francesco. Le dio un sorbito al escocés, estaba delicioso y completamente helado: estaba perfecto. Sin embargo, poco después del sorbo, sintió como su mente comenzaba a volverse perezosa, sus párpados comenzaban a cerrarse y su cuerpo se desvanecía; cayó inconsciente sobre la barra asustando a los que se encontraban junto a él. Tania sonrió al barman y continuó bebiendo su trago.
—Creo que me divertiré mucho esta noche contigo, Tony.
Tania caminaba por la entrada del bar, esperando ver a su nuevo amigo, Jean-Paul, el barman del lugar. Llevaba en los bolsillos una gran cantidad de dinero y una pequeña bolsita llena de un polvo blanco y fino. Esperaba que si plan no fallara, esto sólo era el inicio de lo que esperaba hacer para que Anthony le perteneciese sólo a ella.
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Et lux in tenebris
General FictionAnthony odiaba su existencia, un chico común, sin amigos, acomplejado y siempre atormentado por sus propios pensamientos sobre sí mismo. Pero todo cambió tras un crimen accidental que lo llevará a conocer oscuros secretos, secretos que nunca pudo si...