Capítulo 10.

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Después de esperar horas y horas a que el bello durmiente despertara, se dieron cuenta que no iba a suceder. Entonces comenzaron a tomar la cerveza que fueron a conseguir... Y como no fueron conscientes de cuánto tragaron, para cuando Carter despertó, ambas estaban en su estado anterior; totalmente ebrias.

--¡Llama a tu nuevo vecino! - gritó la pelirroja.

--¡Oh, sí! Ya lo vi, ¡está buenísimo! - se mordió el labio inferior.

--¿Nuevo vecino? - dijo mientras terminaba de recoger las latas tiradas - ¿Cómo lo saben?

--A mí me ayudó a subirte, Carter - tiró la cabeza por el sofá, para mirarlo. Carter rió por esa postura, se veía graciosa -. ¿Y tú de qué ríes?

--¡Pues de ti! Te ves graciosa.

--Graciosa será tu cara cuando te golpee.

--Sí, claro - suspiró una vez ya con las latas guardadas en una bolsa.

Verónica se levantó, se acercó a Carter y lo miró un largo rato con una cara graciosa, al igual que la pelirroja.

--Llama a tu vecino - Carter rió.

--¿Por qué no lo llamas tú?

--Soy mujer y tú hombre.

--Pensará que soy gay.

--¿No lo eres?

--Sólo porque eres mi hermana no te golpeo.

--Ugh, ¿sabes qué?

--¿Qué? - Verónica frunció el ceño.

--Lo olvidé...

--¡Houston, tenemos una idiota!

--Cállate, imbécil. Ve a llamar a... - cerró la boca - Isabelle.

--¿Um? - rió sin razón.

--¿Cómo es que se llamaba...? - se tambaleó.

--J... ¿Jeremy? - entrecerró los ojos, para luego caer rendida al sofá.

«Inconsciente, ¡inconsciente!, ¡inconsciente!», chilló Carter en su mente «¿Y mi hermana no caerá? ¡Que caiga, ¡que caiga!».

--Ya cayó el marinero - suspiró - ¿Lo vas a llamar? - lloriqueó.

--En cualquier momento, tú, ebria, caerás también. Una de tus soldados ya cayó, ahora falta la comandante - la castaña enarcó una ceja.

--O... - Carter la atajó antes de que cayera al suelo.

--¿No que no? - sonrió - Vale... A ti te pondré... - corrió con su hermana en brazos hasta la segunda habitación - ¿O prefieres en el baño? - la tiró en la cama y salió - ¿Ahora qué? - soltó en un suspiró - Éstas tendrán resaca al despertar... Se quejarán... Y yo tendré que aguantar. ¡Eeehhh! Rimó - bailoteó hasta llegar a la puerta de entrada.

No estaba dispuesto a soportar esto solo, así que, iba a llamar a ese tal Jeremy, o se pasaría todo el día fuera, dejando a ambas encerradas.

Antes de salir echó un suspiro. Caminó por el largo pasillo de habitaciones hasta llegar a las escaleras; se sentó, derrotado.

--¿Cómo sabré en qué maldita habitación está Jeremy?

--¿Llamaste? - una voz gruesa resonó en su cabeza.

Giró, para encontrarse con un hombre de su misma estatura, cabello rubio despeinado, ojos azules mezclados con algo de verde... y algo que Carter también tenía, piercings; uno en la oreja izquierda (más bien sería un arete), y otro en el orificio derecho de la nariz.

--¿Jeremy?

--En carne y hueso - alzó los brazos - ¿Qué pasa? - se cargó por la baranda de la escalera, mirando a Carter con un gesto inexpresivo.

--Es... Es una locura... - balbuceaba.

--El mundo está lleno de eso, ya no es raro.

--Bah, esto sí.

--Dilo y ya - alzó ambas cejas, como si hubiera recordado algo -. Carter, ¿cierto?

--¿Cómo lo sabes?

--Hace rato... Tu amiga me pidió que te cargue, ya que no podía. Me dijo tu nombre... Ella es Isabelle, si tengo buena memoria.

--Sí... Gracias por lo de hace rato. Y, bueno, hablando de ella... - rió - Mi hermana y ella quieren que vayas... - se quedó mudo.

--¿A tu apartamento...? - frunció el ceño, divertido.

--Sí.

--Y el por qué es...

--Están ebrias.

--Ya entiendo... - dijo rápido - ¿Y? ¿Paso? - Carter hizo un ademán para que Jeremy fuera pasando mientras él se levantaba.

--Mejor te pones cómodo, amigo... Tardarán en despertar.

Una desgracia con suerte.Where stories live. Discover now