Una desgracia con suerte.

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Y ahí tirada en el sofá, deprimiéndose mirando películas románticas y comiendo dulces como desquiciada, estaba alguien a quien acababan de dejar por otra nada más y nada menos que su amiga. Claro, amiga hasta ese entonces.

¿Quién diría que una relación de tres años tendría un tercero? Y sí, todo ese tiempo.

Pero al menos, le había servido de algo; se había desecho de dos mierdas de un tiro... o así lo veía ella. Dicen que hay que buscarle el lado bueno a todo.

Desde un principio su madre le había dicho que no tenía buena vibra hacia ése chico. Ella decidió no hacerle caso, y ya ven cómo terminó.

Ahora ya sabía que si su madre le decía que no veía nada bueno en el próximo, lo tiraría por la borda inmediatamente, sin titubear.

A fin de cuentas, por dentro, por muy dentro, sabía que no tenía que estar deprimida, pero también tenía que aceptar que lo amaba, lo amaba tanto que incluso ella ya se había armado coraje para ser quien le pida matrimonio, ¿se imaginan? Tanto así lo amaba... Y terminó peor que la misma mierda.

Se sentía destrozada.

Dicen también que después de la tormenta sale el sol, pero luego vuelve la tormenta, y con más ganas. Entonces, su punto de vista era; '¿Y para qué coño quiero que salga el sol si es que después volveré a caer por la tormenta?' Tenía razón, ¿para qué levantarse si volverá a caer? Pero bueno, tampoco es que se quedaría tirada y no volvería a levantarse... Es sólo que le hace falta una mano de ayuda, una que ya no haría falta soltar... Una que quiera quedarse. ¿Y quién sabe? Esa mano podría estar en la esquina, pero ella no lo sabrá si es que sigue comiendo los dulces.

Algo en ella decía que se aproximaba lo bueno, pero es que ese algo en ella ya le había jugado malas pasadas, más de las que se acordaba.

Lo único que faltaba en ese momento, su móvil vibrar incesantemente.

Dejó pasar la llamada.

Se sentía pésima, y si alguien llegase a molestarla, se volvería el demonio mismo.

Volvió a vibrar.

Agarró el aparato y lo tiró, quién sabe dónde.

Se acomodó mejor en el sofá. Había pensado en levantarse y prepararse café, pero no tenía ni ganas para levantarse a orinar.

Ella siempre se había imaginado lo magnífico que sería pasarse tres o más días tirada en el sofá, deprimida, comiendo chatarras y nada más que eso... Pero nunca se imaginó que dolería.

Ahora, lo que sonó, fue el teléfono, y de nuevo, lo dejó pasar.

'Ahora no estoy... Deje su mensaje', puto contestador, pensó.

El ruido del 'piii' para que el que sea que la estuviera llamando deje el mensaje, la aturdió.

Nadie habló los primeros segundos, pero luego se escuchó esa voz que ahora erizaba su piel, esa voz que ahora sacaba al monstruo que tenía dentro.

-Sé que estás enojada... Pero me he dado cuenta de que cometí un grave error... Elegí a la equivocada, no debí hacerlo... Quiero estar de nuevo... - agarró el teléfono como un rayo y apretó los puños.

-¡Yo no soy ninguna puta como para que decidas tenerme cuando quieras! Tampoco soy algún tipo de cosa como para que elijas. Vete a la mierda, imbécil. ¡Vete que yo pago! - colgó con un suspiro que se habrá escuchado hasta el otro polo.

No tardó mucho para que vuelva a sonar, pero colgó de nuevo.

Lo último que quería era que él viniera y le dijera que tiene preferencia hacia ella. ¿Y ése quién se creía? Ella no es una puta y menos una cosa como para que alguien la utilice cuando se le dé la gana.

Ella reía internamente; nadie como él se sentiría mal. Nadie ni nada hará sentir culpa a ése idiota. ¿De veras creía que ella tragaría ese cuento de que él se arrepentía? Realmente, es un idiota.

Alguien llamó a la puerta.

Giró la cabeza como en el exorcista y maldijo mentalmente al que se encontraba detrás de la puerta.

Volvió a llamar.

-¡Lárguese! - gritó.

Vio la perilla darse la vuelta. Se sintió idiota al recordar que olvidó ponerle seguro, ya que entró corriendo con las lágrimas cayéndole como tsunami.

Idiota, idiota, idiota, y mil veces idiota, se decía a sí misma.

-¿Aló? - vio un cabello levantado, con un volumen casi único, algo así como Elvis.

Se acercó, se asomó para asegurarse que estuviera ahí y fue corriendo de nuevo a la puerta para cerrarla, y luego sentarse a su lado.

-Mira lo que ese idiota te ha hecho... - le acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.

-¿Qué haces aquí?

-¿Qué esperabas? ¿Que te deje morir de depresión? ¡Estoy aquí para alegrarte! - sonrió. - Conque comiendo dulces sin invitar, eh. ¡Glotona! - agarró una barra de chocolate y se lo tragó.

-¿Por qué no sólo te...? - se levantó, interrumpiéndola.

-Hmm... - negó con la cabeza mientras hacía ruidos de negación con la lengua. - Mírate, linda... Oye, que te haya dejado no significa que dejes de arreglarte. ¡Hay que ir a arreglarte!

-Oye, estoy deprimida, ¿qué acaso no ves? Y ahora vienes tú y... Siempre me haces reír. - hizo un puchero.

-Pues para eso estoy. Ya va, levanta tu trasero.

-De verdad eres insistente. - hecho un suspiro.

-Estoy aburrido... Quiero arreglarte.

-Oh, así que soy tu muñeca.

-Sí. Arriba. - le tendió la mano, ella no le dio la suya.

-Al menos deja que me cambie. - miró su ropa.

Estaba vestida con un camisón enorme, con unos pantalones igual de grandes, y estaba con medias.

-Te hace falta... Um... Ve a bañarte y yo te elijo la ropa. - asintió.

Con él no se podía discutir, era demasiado terco e invencible, y más cuando se trataba de ropa o esas cosas... Esa era una pequeña desventaja de tener un amigo gay para ella... Aunque algunas veces la ayuda bastante, como por ejemplo, si no fuera por él, no hubiera podido ingresad al trabajo, porque ella había elegido un conjunto de ropa 'formal' que no era... El adecuado, y él, se lo arregló.

Decidió tomar un baño, necesitaba relajarse, no importaba que Luke se fastidiara por esperarla, ella necesitaba relajarse, y con el agua caliente cubriendo todo su cuerpo, lo lograría... Al menos un poco. Y además, fue él quien la apuró, así que si se fastidiaba, tenía camino libre para irse, porque después de todo, ella no quería irse.

Aprovechó que la bañera se estaba cargando, entonces fue a buscar toallas. Entró a la habitación y se fijó en que su amigo se encontraba con el ceño fruncido, mirando el armario en busca de algo decente.

-Esta niña... - susurraba.

-¿Qué yo? - se sobresaltó y dio la vuelta.

-Ah, estás ahí... Necesitas una renovación de ropa... Urgente.

-Ya... - agarró lo que fue a buscar y se dirigió al baño.

De tantas ganas que tenía de meterse al agua, por poco entra así sin desvestirse, pero se controló y lo hizo.

Ya una es dentro, soltó un suspiro. Creyó que con ese suspiro soltó todo lo que tenía dentro, pero cuando volvió a respirar, volvió a sentir eso que le apretaba y dolía, ese dolor le dijo que no sería fácil quitarse el dolor.

Ahora más que nada le entraron ganas de ir a casa del imbécil ese y patearle el culo tal y como se merece. Estaba dispuesta. Lo haría, al salir de ahí lo haría, y luego ya sería esclava de Luke. En ese momento no le importó mucho que a Luke le guste la idea o no, iría con o sin él.

Una desgracia con suerte.Where stories live. Discover now