-¿Y seguro que no estorbaré? - preguntó por enésima vez.
-¡Que no! ¡Deja de insistir!
-¡¿Entonces por qué estás tan nervioso?!
-Tengo miedo de que se ponga escandalosa - ella frunció el ceño.
-¿A qué te refieres, Carter?
-Siempre tiende a hacer escándalos cuando me ve con una chica... La trata de echar.
-¿Te ha dicho porqué hace eso?
-Sí... Dice que ninguna le cae bien, que todas le dan mala espina.
-¿Y alguna de las chicas con las que estuviste resultó?
-No.
-Pues hazle caso... Si dice que no le doy buena espina me voy, eh.
-P...
-No te estoy pidiendo autorización. Si no le caigo bien, me voy.
Antes de que él pudiera protestar, alguien tocó la puerta.
-Ha llegado.
-¡Voy yo!
-¡No...! ¿Qué crees que haces?
-Quiero ver su rostro al verme - se encogió de hombros, con una enorme sonrisa en el rostro.
Se levantó lo más rápido que pudo para que Carter no la agarrara.
-¿Sabes, Carter...? - decía desde el otro lado de la puerta - ¡No pienso espe...! - abrió la puerta, dejando a la chica estupefacta.
-Noup... No soy Carter.
-¿Y quién... eres? - balbuceaba.
-Oh, soy Isabelle.
-Ve...
-Verónica, lo sé - la interrumpió.
Se hizo a un lado para que Verónica pasara.
-Hm... ¡Verónica! - dijo con la voz temblorosa.
-Carter - entrecerró los ojos.
Isabelle cerró la puerta delicadamente, para luego mirar la escena de la hermana, a ver si la aceptaba o no.
-¿Quieres algo de tom...?
-Cerveza.
-Uh... Aquí no tengo más.
-Ve a comprar, hermanito - éste abrió los ojos de par en par.
-¿Quieres que te deje aquí..., con Isabelle?
-¡Claro! ¡No muerdo!
-Ver...
-Carter, sé un buen hermano y ve a comprar cerveza - se metió la pelirroja.
-¡La apoyo!
-Vale - dijo a regañadientes -, pero luego no se quejan si alguien mata a alguien, eh.
-De eso no prometo nada. Ahora vete.
-Isabelle...
-Estaré bien, Carter - le sonrió.
-Verónica... No la espantes.
-¡Como si yo fuera capaz!
-Ahá, claro... - suspiró - Está bien, iré. ¡Pero si llego a enc...!
-¡Carter! - dijeron al unísono.
-¡Ya va, ya va!
Y sin más salió, pero no sin antes llevar la llave del auto y cerrar la puerta con fuerza.
No sabía porqué pero estaba cabreado, tenía miedo de que su hermana llegara a echarla...
-Qué paranoia la de mi hermano - soltó un suspiro mientras se tiraba en el sofá.
-Tiene miedo.
-¿De qué? ¿De que te diga que te vayas y esas cosas?
-Sí - se sentó al lado de Verónica.
-No lo haré... Me gusta tu estilo... - la miró de reojo.
-El tuyo tampoco está nada mal, eh...
Verónica vestía una camisa militar, con unas tachas en los hombros; un par de shorts cortos; botas negras; y una gorra Obey, negra.
-Gracias... Una pregunta, ¿qué eres de mi hermano? ¿Su novia acaso?
-No... Sólo nos conocimos hoy... - se quedó un momento callada, con el ceño fruncido - ¡Oh, demonios! - chilló.
-¿Qué? Tranquila, el no te trajo para...
-¡No es eso! Estoy aquí porque lo traje... Él estaba ebrio, y no podía conducir.
-¿Crees que ya se le pasó?
-Tal vez un poco... Pero no estoy segura.
-Bien... - se acomodó mejor en el sofá - Cuenta hasta seis.
-¿Para q...?
-Uno... dos... tres... cuatro... cinco... - alguien golpeó la puerta, impaciente. Verónica chasqueó la lengua - Bingo.