Con suerte Carter había reaccionado un poco para decir dónde quedaba su apartamento, y con suerte Isabelle lo encontró... Y obviamente, Carter se 'durmió' de nuevo.
-Muy bien, Carter - suspiró -, este sería un momento perfecto para que te levantaras. No puedo subirte... - se quejaba.
Justo cuando logró bajarlo del auto, se encuentra con la sorpresa de que el elevador no funciona, entonces su única opción; las escaleras.
Primera escalera... segunda... sexta... décima... se cae.
-Mierda.
-Veo que necesitas ayuda.
-Si, si... - dijo sin mirar.
El muchacho se acercó. Ayudó a levantar a Carter, e Isabelle aún no le prestaba atención.
-Yo lo llevo - al fin lo miró.
-Por favor... No sabía que pesaba tanto...
-Por cierto, soy Jeremy, nuevo aquí...
-Oh... Mucho gusto. Soy Isabelle... Y - frunció los labios al ver a Carter - él es mi amigo, Carter... Antes que nada, él es quien vive aquí, no yo...
-Entiendo... ¿Y dónde...?
-Habitación treinta y siete.
-Allá vamos...
Comenzaron a subir hasta llegar a la preciada habitación. Isabelle inmediatamente buscó las llaves para luego abrir la puerta.
Jeremy entró y dejó a Carter en el sofá de la sala.
-¿Llueve afuera?
-Pues ni modo que adentro - Isabelle se tapó la boca al terminar de decir aquello -. Lo siento... Sí, si llueve - el rubio rió.
-¿Qué fue eso?
-Algunas veces no soy consciente de lo que digo y... Ya ves - se encogió de hombros.
-Entiendo... - un incómodo silencio se apoderó del lugar.
-Ah, gracias, por haberlo traído.
-No fue nada... Va, adiós. Nos vemos - le sonrió.
-Ahá, adiós... - caminó hasta la puerta y desapareció.
Isabelle cerró la puerta.
-¿Ahora qué? - se acercó al sofá.
Movió las piernas de Carter a un lado y se sentó.
¿Debería llamar a Luke?
«Todo esto es su culpa... Merece saberlo.»
Sacó el móvil del bolsillo y sin bacilar marcó el número de su amigo.
-¡Isabelle, querida!
-Ni qué querida.
-¿Qué te pasa ahora?
-Nada.
-Haremos como que te la creo. ¿Dónde estás?
-En el apartamento de Carter.
-¡¿Tan rápido?!
-¡Serás idiota! ¡No mal pienses!
-¿Entonces?
-Se puso ebrio... Y lo traje.
-Oh... Un momento, ¿tú no lo acompañaste con la bebida?
-No. Sabía que tomaría demás, entonces para evitar cualquier incidente... no tomé.
-La niña buena.
-¿Qué es lo que se escucha atrás?
-Estoy en casa de Robin.
-¿Y qué? ¿Ya se está ga...?
-¡Niña! - la interrumpió - ¡Eso era de antes! Ahora él espera a encontrar...
-¡Ja! - ahora ella lo interrumpió - ¿El verdadero?
-Si.
-Cariño, tienes que entender que no existen hombres perfectos, aunque sean gays.
-Pero existe la esperanza.
-¿Y qué ganas con tener esperanza?
-¿Quién sabe? Tal vez alguien se apiade de nosotros y nos traiga a esa persona.
-Tal vez...
-Pero tú prefieres no tenerla de todas maneras.
-Has completado mi frase.
-Dime, ¿por qué eres así?
-Luke... Ya no quiero tener esperanza en eso, no la tengo más de todas formas. Ya no quiero poner mis ilusiones en algo que sé que tarde o temprano se acabará. Ya no quiero seguir buscando por el correcto mientras sé que no lo hallaré, ¡porque no existe!
-Deja de buscar, linda... Que él venga a ti.
-Eso es mentira... Muchos dicen 'Ve y busca que lo encontrarás, no te quedes ahí', otros dicen 'No busques, él vendrá'. Es decir, si hago o no hago algo, ¡ambos están mal!
-Pero es que contigo nunca puedo tener razón... Siempre me ganas.
-¿Ves? Hasta tú sabes que es verdad lo que digo.
-Lo acepto... Mi linda y testaruda Isabelle, me tengo que ir. ¡Mañana sí que no te soltaré!
-Lindo chiste, acepta que si todo sale bien ahí, no tendrás libre ni por un mes.
-¡Deja de ser así! Adiós - rió.
Isabelle colgó mientras echaba un suspiro.
Lo que ella no sabía es que mientras hablaba había despertado a Carter debido a los saltitos o gritos que daba de vez en cuando. Él había escuchado todo, y se sorprendió un poco por lo negativa que llega a ser.
Quería hablar, pero algo se lo impedía, como si fuera que su lengua no respondiese, como si fuera que le advirtiera que no era el momento.
-Oh, mierda... - susurró, ni se dio cuenta que por fin una frase le había salido.
-¡Carter!
-¿Qué tal? - se levantó - Uh... El dolor de cabeza...
-Te lo mereces.
-Ya - puso su cabeza entre las manos -. Esto duele...
-¿Es por eso lo que dijiste?
-No. Soy un despistado, mierda.
-Oh, ¿de veras?
-No, juegos no. Esto va en serio.
-Uh, ¿y qué es entonces?
-Verás... Siempre he tenido amigas - se aclaró la garganta - a las cuales invito...
-¿Por qué no sólo usas el término 'putas'?
-Llámalas como quieras.
-¿Las traías aquí cuando estabas con tu ex-novia?
-Sí. ¿Por qué te cuento esto?
-No sé. ¿Y ahora vendrá una? - asintió - Pues me voy - dijo levantándose.
-No, no es eso... Quiero que me ayudes - lo miró.